Entretenimiento / Virales

El espacio-tiempo de la historia y la cultura en las comunidades agrarias y los ejidos campesinos

Antropólogo Jorge Franco Cáceres

¿Te has preguntado en que espacio-tiempo de la historia y la cultura se encuentran las comunidades agrarias y los ejidos campesinos de la península de Yucatán?

¿Sabes si algunos permanecen anclados al espacio-tiempo de la preverdad, cuántos han entrado de lleno al de la verdad y qué está haciendo con todos ellos el espacio-tiempo de la posverdad?

¿Puedes entender cómo subsisten y cómo se reproducen en el espacio-tiempo de la verdad occidental y te sientes capaz de vislumbrar que sucederá con ellos en el espacio-tiempo global de la posverdad?

Para comenzar a entender un poco sobre las tres cuestiones planteadas, recuerda que los pueblos originarios del continente, tal como es el caso de los grupos mayas de Yucatán, Quintana Roo y Campeche, han sido ajenos al espacio-tiempo de la verdad creadora de la estructura político-religiosa de la civilización occidental.

Además de esto, debemos tener presente que ninguno de los pueblos mayas peninsulares ha tenido algo que ver con el espacio-tiempo de la posverdad creadora de la organización científico-militar del orden global. Sabemos bien que todos provienen de una situación histórico-cultural mucho más próxima a la preverdad generadora de la dispersión poblacional correspondiente a las estructuras mágico-religiosas del mundo tribalizado.

Es importante también comprender que en el espacio-tiempo de la preverdad los pueblos mayas eran manejados –sin que se dieran nunca cuenta– a través de los rituales mágicos y las ceremonias religiosas. Se trataba de artes ancestrales de persuasión colectiva, establecidas para que los integrantes entregaran su atención a lo que los jefes tradicionales disponían que se la prestaran.

En ese espacio-tiempo, la reiteración ritual y la constancia ceremonial estaban perfiladas para que los pueblos mayas no hicieran algo más que poner su atención en lo señalado por los jefes para procurar la subsistencia de los grupos tribales. En otras palabras, todo debía ser como los jefes querían para que se mantuvieran los pueblos; para que estos no vivieran sus vidas por sí mismos, sino como los jefes la vivían por ellos.

En consecuencia, no debemos dudar que en las comunidades agrarias y los ejidos campesinos de la península de Yucatán subsiste la fascinación por el espacio-tiempo de la preverdad vinculada a los rituales mágicos y las ceremonias religiosas. Podemos encontrarla entre los mayas yucatecos, los mayas macehuales y los mayas campechanos.

Sin embargo, debido a las desiguales relaciones histórico-culturales de los pueblos mayas con los otros dos espacio-tiempo, se presentan actualmente dos situaciones histórico-culturales: 1) casi todos permanecen anclados moral y sentimentalmente a la correspondiente verdad político-religiosa, y 2) muy pocos han superado sus realidades asociadas a este empeño comunitario del bien desde la erradicación afanosa del mal, para estar en condiciones de acceder al espacio-tiempo de la posverdad.

Si bien la compulsión reactiva mayoritaria en los espacio-tiempo de la verdad en las comunidades agrarias y los ejidos campesinos de Yucatán, Quintana Roo y Campeche, es buscar los espacio-tiempo de la posverdad fuera de ellas para luego establecerlos en las mismas, no faltan grupos mayas que siguen buscando los correspondientes a la preverdad sin posibilidad de éxito, es decir, que prefieren la utópica vuelta a la dispersión poblacional del mundo tribalizado.

No es casual que se genere una situación general como esa, es decir, que haya muchos grupos mayas buscando el espacio-tiempo de la posverdad y otros pocos determinados a ir por el de la preverdad, aunque el segundo caso sea digno de mayor atención histórica y antropológica.

La razón de esto es que recuerdan en las comunidades agrarias y los ejidos campesinos que en el espacio-tiempo de la preverdad no existía compulsión reactiva para ir tras otra realidad histórica y cultural. En pocas palabras, no había interés por el bienestar individual, sino por la subsistencia colectiva.

Sucedía de esa manera porque los espacio-tiempo de la preverdad fueron creados desde las artes ancestrales y eran manejados por los jefes tradicionales para que los pueblos subsistieran como tales hasta que

desaparecieran, sin dejar legados históricos y culturales. Podían subsistir y reproducirse por sí mismos hasta que otro espacio-tiempo los alcanzara para imponerles sus condiciones materiales y espirituales.

Los espacio-tiempo de la preverdad, la verdad y la posverdad continúan contraponiéndose en la historia y la cultura de las comunidades agrarias y los ejidos campesinos de Yucatán, Quintana Roo y Campeche. He aquí la razón que tenemos los antropólogos culturales y los historiadores sociales para reconocerlos más allá de nuestras preferencias por sus creencias y sus tradiciones. Y tenemos que asumir todas las existentes en el presente y en el pasado, con la única salida de declarar o rechazar nuestras dudas sobre ellas.

Recordemos que en el primer caso del espacio-tiempo de la verdad que generó la estructura político-religiosa de la civilización occidental en las regiones planetarias, las comunidades agrarias y los ejidos campesinos de la península de Yucatán, fracasaron en sus esfuerzos civilizatorios, debido a que no lograron definir la causa y menos generar movimiento. En el segundo caso del espacio-tiempo de la posverdad, que ha pugnado por la erradicación de aquella estructura autoritaria en aras del control dictatorial de la inteligencia científico-militar a nivel global, fracasarán también si no consiguen establecer tópicos ni logran crear tendencias.

No cabe duda de que el espacio-tiempo de la verdad histórico-cultural ha sido avasallador con la candidez moral y sentimental de las comunidades agrarias y ejidos campesinos, al punto de confundirlos sobre el espacio-tiempo de la preverdad y hacerlos temer sobre el correspondiente a la posverdad.