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La poesía de Íñigo Escalante: Una complicidad entre la Literatura y la Historia a fines del siglo XVIII

Jorge Victoria Ojeda*

En estas líneas me permito contribuir a dar luz a “la noche oscura de la Poesía en Yucatán”, que pensara José Esquivel Pren,1 presentando a un poeta desconocido hasta hace unos años: Íñigo Escalante. Esta persona laboraba en un sitio aislado de la costa, la vigía de Ixil, donde escribió algunas obras durante las dos últimas décadas del siglo xviii, teniendo como fuente de inspiración sucesos acontecidos en España y de su experiencia personal.2

Entorno geográfico

del poeta

Íñigo Escalante debió ser un español de nacimiento, si nos restringimos a los señalamientos estipulados en cuanto al origen para poder desempeñar el puesto de celador de la costa. No obstante, la mención que él mismo indica de su presencia en la vigía “desde menor”, apunta a considerar la posibilidad de que haya sido un criollo, o nacido en la región yucateca.

Escalante se encontraba en la aislada vigía de Ixil, en el litoral norte peninsular (Ilustración 1). Esos sitios costeros eran puestos preventivos-defensivos bajo la responsabilidad de una persona que debía otear el horizonte marino para descubrir alguna embarcación que intentase acercase a las playas con fines de ataque y, a partir del siglo xviii, se le sumó a la labor de celar la introducción de mercancías ilícitas.

A pesar de las tareas asignadas, en la práctica las numerosas vigías de la costa yucateca fueron puertas de entrada al contrabando. Justo Sierra, en su novela La hija del judío, escrita en 1848, apunta que el avistamiento de embarcaciones que cruzaban frente a la atalaya o que se acercaban a ella, distaba mucho de preocupar al celador, pues encubiertos con aquel empleo, hacían trafiques con la gente que debían evitar.3 En ese escrito la aparente ficción se convierte en realidad histórica verificada por los numerosos documentos que atestiguan lo acontecido en esos puntos costeros.

La obra de Íñigo Escalante: su discurso

La producción literaria de Escalante que ha llegado hasta nuestros días se compone de un acróstico y tres poemas. Sabemos de ellos gracias a que formaron parte de la queja que ese sujeto presentó contra el gobernador Arturo O’Neill por haberlo separado, según él, injustamente de su empleo como vigía de la costa.4

Desconocemos cuándo Escalante comenzó a producir este tipo de obras. El acróstico a Carlos III (1716-1788) es un elogio al soberano español; si pensamos que se produjo durante el reinado de aquel Borbón, su datación no puede ir más allá de 1788. El primer poema, por carecer de título, lo nombramos A don Carlos III y don Carlos IV, ya que en las seis décimas de hexasílabas de que se compone menciona bondades de ambos soberanos, aunque posteriormente se convierte en una elegía. Tampoco tiene fecha, pero por su contenido entre la muerte de un rey y el ascenso del otro, pudo haberse realizado en 1789. El segundo poema también se lo dedica a aquellos soberanos, por ende, fue nombrado igual que el anterior, aunque con la diferencia de que Escalante apuntó la fecha del fin de esta obra (27 de abril de 1789). Se compone de trece décimas de octosílabos que concluyen en un cuarteto, más la redondilla para indicar el sitio y la datación. El último poema conformado por ocho décimas, está dedicado al que fuese gobernador de Yucatán, Lucas de Gálvez (1789-1792). El poema es, como testimonio, el más interesante del conjunto, pues las dos décimas finales constituyen versos de singular valor para conocer a su autor, y para inferir aspectos de la vida social y económica de Yucatán. Fue concluido el 20 de noviembre de 1796.

En general, los poemas de Escalante son escritos de elogio, de regular valor literario,5 que tendrían como finalidad la obtención de favores. No obstante la carencia mencionada, es de subrayar cierta preparación cultural del autor, asunto que se traduce no solo en los conocimientos de la preceptiva literaria, sino también en los aconteceres ocurridos en la otra parte de la mar océano. En cuanto al estilo, los poemas corresponden al de la corriente neoclásica, en boga en la España de entrado el siglo xviii. Podría decirse que los textos de Escalante son un buen ejemplo de la poesía popular y constituyen una muestra de la escasa literatura poética que se escribió en Yucatán durante el último tercio de la centuria de 1700. En consecuencia, la obra de este vigía, aunque pequeña, viene a constituir un aporte literario a la región.

Algunos datos de los versos. Una complicidad entre la literatura y la historia

La lectura de los versos de Escalante hace pensar que ciertos aspectos sociales e históricos le sirvieron de numen. Incluso, es posible decir que alguna parte de la obra es un testimonio real en el que el elemento literario solo sirve de condimento a la historia.

En este artículo se abordarán únicamente algunos aspectos de los dos últimos trabajos en que se relaciona al autor. Así, en el segundo poema referente a los soberanos de España, Escalante da indicios de su vida a partir de la décima número diez. En ellas el autor emplea una figura literaria para introducir en el texto algunas características de su empleo:

las desdichas relatando

de dos mares cuyos baxos

le atraen pena por atajos,

el uno, que siempre vela,

y el otro que le desvela,

que es el mar de sus trabajos.

En estas líneas, Íñigo indica su posición en la costa norte de la península, su empleo como vigilante, y presume del celo con que desempeñaba dicho trabajo.

En otra parte, el menciona que trabajaba en la vigía desde hacía años, ocupando el puesto sin confirmación y sin salario. Sobre ello escribió:

Tengo por verdad mayor

que si Carlos quarto, mi amo,

cuyo amparo, y favor clamo,

Supiera que servidor

fui suyo, desde menor

treinta años ha voluntario

los diez y ocho sin salario

me diera confirmación

de la vigía en posesión,

con siquiera un peso diario.

De la consideración del empleo y las posibilidades de realizar en ese sitio tareas ajenas a lo estipulado, ya sea en beneficio personal y grupal con ganancias, en la petición del empleo en titularidad, tal vez de manera ingenua, Escalante versó:

Bien sé que lo concediera

por Justiciero y piadoso

si mi quejido penoso

en tribunal se oyera;

O quizá no se pudiera,

aunque mérito me sobre,

no quiero que por mi se obre

cossa que parezca injusta,

quien sabe si Dios no gusta

que yo deje de ser pobre.

El empleo de vigía era vendible por los gobernadores; de Lucas de Gálvez se sabe que los pretendientes a ese puesto “acudían a él y con descaro regateo celebran contratos”. El monto variaba entre los 300 pesos y otros más, según el mayor, menor o ningún salario que percibieran.6 Es posible que Escalante recibiese el empleo de vigía por Gálvez, aprovechando la experiencia del vela, su conocimiento sobre la zona geográfica, y, sin duda, el conocedor las formas diversas de comercio que en ellas se desarrollaban, asunto que Escalante resalta como un vínculo entre ellos. Resulta significativo el comienzo de la décima con que inicia el poema hacia ese gobernador, en el cual su autor apunta:

Si el Señor Gálvez murió

De quien mi vida pendía,

luego ya desde ese día

por muerto me cuento Yo.

Una vez fallecido quien supuestamente le apoyó en el puesto, la llegada de un nuevo gobernante a la región pronosticaba problemas para todos los integrantes de la red social que facilitaba la introducción del contrabando. Arturo O´Neill fue designado para llevar las riendas de la provincia a partir de junio de 1793. El cambio de Escalante no se dio de inmediato, pues sus versos están fechados para 1796. Algún movimiento tuvo que haber en la relación vigía-gobernador para que Escalante alertara a sus compañeros de una situación de peligro apuntando:

Vigías y Subdelegados

y Jueces de los Partidos

sois también los ofendidos

y gravemente agraviados,

pues estando sosegados,

sin sobresalto el menor

ya esperan el sin sabor

de los tragos tan amargos,

de refrendar vuestros cargos

por causa de un vil traidor.

Escalante visualizaba el futuro inmediato en el cambio que se pronosticaba en los puestos que señalaba, pues O´Neill colocaría en ellos a su gente de su confianza. Íñigo era consciente de que el tiempo que el vela ostentaba el cargo estaba determinado por sus relaciones con el gobernador que lo asignase y los futuros. Cabe destacar que el llamado que hace a sus compañeros y otras autoridades da luz al respecto de la conformación de grupo, o mejor dicho, de la red social existente durante ese tiempo, cuyo fin era la introducción del contrabando. Su indicación hacia esos empleos y quienes los ostentan orilla a pensar en cierto contubernio entre ellos, que se veían amenazados en ese momento por la llegada de un nuevo gobernante.

Sobre este punto la investigación histórica permite reconstruir un esquema de la probable red que ilustra la introducción del contrabando, la cual partía desde la costa en la persona del vigía, pasando hasta la capital a través de diversos funcionarios civiles y militares, subdelegados y jueces de partidos, entre otros, tal como versaba Escalante.7

Para desgracia de Íñigo la suerte no le sonrió y, desde noviembre de 1796, desempeñando el empleo en la costa, señalaba de manera poética su sentencia anunciada: el retiro del cargo por orden de la máxima autoridad. En la última parte del poema Escalante señalaba tajante:

Yucatanenses amigos

que viereis este papel

de quanto supongo en él,

vos mismos sereís testigos;

y si algunos enemigos

me quieren contradecir,

solo les sabré decir

que dentro de pocos días

verán que estas profesias

de juro se han de cumplir.

Consideraciones

En estas líneas se ha querido, por una parte, divulgar la existencia de un poeta colonial en el Yucatán del siglo xviii, localizado en un aislado punto de la costa penínsular. Se puede decir que el sujeto fue, además de amante de la literatura, una persona preparada a base de lecturas y demás libros que debieron arribar a la vigía donde laboraba. Que si por un lado fue lector de la preceptiva literaria, y conocedor de las noticias recientes y no ocurridas en la otra parte de la mar océano, también puede ser ejemplo de la gente corrompida del gobierno novohispano involucrada en el contrabando por medio de la red social.

Por otro lado, la riqueza de la obra literaria de Íñigo Escalante, si bien carece de una alta calidad, radica en su valor testimonial por el rico contenido social e ideológico, ya que utilizó como fuentes de su inspiración los sucesos histórico-sociales por los que había pasado la monarquía –no indicados en estas líneas–, y otros al respecto de la sociedad regional donde él se involucró.

Por ello es apropiado el uso de la locución “valor de significación” para estas obras, cuya estimación procede más de una situación histórica que de sus quilates estéticos. Al respecto, no se puede olvidar lo que el fenómeno literario tiene de síntoma sociológico e histórico, dato preciso muchas veces para reconstruir el ambiente político o cultural de una región. El caso de Íñigo Escalante y el diálogo que realizó entre la literatura y la historia es un buen ejemplo.

Notas

1 Esquivel Pren, José, Historia de la literatura en Yucatán, 18 tomos, Imprenta Bravo, México, 1975, I, p. 22.

2 A este poeta ya lo había presentado al mundo de la literatura yucateca a través de mi libro Los versos de Íñigo Escalante (Poesía testimonial de fines de la Colonia en Yucatán), ICY, Mérida, 2007.

3 Justo, La hija del Judía, 2 tomos, Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida, 1990, II, p. 84. Este autor hace referencia al vigía de Chuburná, sin embargo, es posible transpolar la idea a los restantes.

4 Este legajo se encuentra en el Archivo General de Simancas, Secretaría de Guerra, leg. 7213, exp. 21 y su estudio derivó al ya señalado libro de Victoria.

5 Al hablar de “literario” se hace referencia únicamente al aspecto poético pues en su carácter de literatura como forma de expresión contiene una gran riqueza de narración y conocimiento. Al caso ver: Certeau, Michel de, Historia y psicoanálisis, entre ciencia y ficción, Universidad Iberoamericana, México, 1995, pp. 27-37.

6 Archivo General de la Nación (México), Civil, vol. 1454, exp. 6.

7 Al caso, ver: Victoria, Jorge, Corrupción y contrabando en la Península de Yucatán. De la Colonia a la Independencia, Conaculta/Sedeculta, Mérida, 2015.

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