Internacional

Crisis migratoria

Alfredo García

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Sin claridad sobre cómo fue que la caravana migratoria de miles de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos procedente de Honduras, se organizó para marchar hacia Estados Unidos a través de México sin que se filtrara información, sorprendiendo a las autoridades mexicanas, lo cierto es que la crisis humanitaria ha facilitado al presidente Donald Trump elevar el protagonismo xenófobo frente a su extremista base electoral a dos semanas de las elecciones legislativas de noviembre.

Convencido de que su política contra la inmigración indocumentada fue una de las principales consignas para alcanzar la presidencia, Trump vuelve a enarbolar la bandera antiinmigrante en la tribuna electoral, participando en los mítines en apoyo a los candidatos republicanos al Congreso: “A esa gente que quiere llegar a la frontera antes de las elecciones se le ha pagado mucho dinero, porque creen que eso nos dañará”, advirtió el presidente el pasado jueves en un mitin en Montana.

A pesar de su pataleo antiinmigrante durante sus dos años de mandato, Trump ni ha podido lograr el millonario presupuesto solicitado al Congreso para la construcción del prometido muro con México, ni ha podido negociar con la bancada demócrata un consenso para una reforma migratoria. Y las medidas ejecutivas tomadas para frenar a los potenciales inmigrantes ilegales o indeseables, sólo han servido para demostrar su faceta xenófoba y racista. Se calcula que en EU residen unos 11 millones de inmigrantes indocumentados. Sin embargo otros estudios calculan hasta 20 millones.

La inhumana iniciativa de separar a los niños de sus padres, el despliegue de soldados de la Guardia Nacional en la frontera con México y las amenazas de recortes económicos contra sus vecinos centroamericanos, no han podido siquiera reducir la sangría migratoria indocumentada. El pasado mes de septiembre la entrada irregular a EEUU alcanzó cifra récord, con la detención de 41 mil 400 personas.

Trascendió que la crisis migratoria centroamericana, polarizó en la Casa Blanca los criterios moderados y extremistas de los asesores de Trump, representados por Kirstjen Nielsen, Secretaria de Seguridad Nacional y John Bolton, Asesor de Seguridad Nacional. La primera propuso al presidente solicitar a ACNUR, la agencia de refugiados de la ONU, atender a la caravana de emigrantes, mientras el segundo, notorio por su desprecio a la ONU, se burló de la sugerencia y exhortó a Trump a obligar al gobierno mexicano a deshacer la multitudinaria caravana centroamericana, lo que provocó una acalorada discusión entre John Kelly, jefe de Gabinete y Bolton. Poco después, Trump, amenazó con sellar la frontera de EU con México a través de Twitter, acción que cuenta con la oposición de la mayoría de sus asesores por las nefastas consecuencias económicas sobre comercio y el turismo.

El pasado viernes, Mike Pompeo, secretario de Estado de EEUU, viajó a México para presionar a su gobierno a impedir que la caravana de emigrantes llegue a la frontera con EU. “Estamos llegando al punto en que esta situación se convertirá en una crisis”, declaró Pompeo al término de su visita.

La tensión con México y Centroamérica aprovechado en el proceso electoral legislativo, también consigue distraer a la opinión pública norteamericana de la zozobra provocada por otros escándalos internacionales, como el de Arabia Saudita por el caso Khashoggi o el anuncio del retiro unilateral del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio con Rusia, y además desvía el fracaso en la construcción del muro en la frontera Sur, responsabilizando en el futuro a México con el freno migratorio indocumentado hacia EEUU en su frontera con Guatemala.