Alfredo García
El que piense que la siembra revolucionaria no se cosecha, se equivoca. El pasado domingo el ex presidente ecuatoriano, Rafael Correa, exilado en Bélgica y el renegado presidente, Lenin Moreno, midieron fuerzas en las elecciones provinciales y locales para elegir a 81,278 candidatos distribuidos entre 221 alcaldías, 23 prefectos y 23 vice prefectos, más de 1,300 concejales y 4,100 vocales de juntas parroquiales, así como la renovación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, CPCCS, conocido como el “quinto poder” del país.
El CPCCS es un organismo autónomo que lidera la Función de Transparencia y Control Social de Ecuador, designando autoridades de la Defensoría del Pueblo, la Contraloría General del Estado y las Superintendencias, además de influir en la designación de autoridades de la función electoral y judicial. Con anterioridad sus 7 miembros eran designados por concurso de entre un listado propuesto por el Ejecutivo. En esta ocasión sus integrantes fueron elegidos por sufragio directo.
La importancia de estas elecciones radica en que fue la primera desde que Correa dejó la presidencia y su “sucesor”, el ex vicepresidente, Moreno, elegido presidente en mayo de 2017 diera inesperado giro político a la derecha, traicionando los principios de independencia y justicia social que defendió durante los 2 primeros mandatos de Correa.
Moreno inició su vida política como estudiante universitario en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, frente a la dictadura ecuatoriana (1976-79). Formó parte del partido de izquierda APRE en los 90 y fue funcionario del breve gobierno de Abdalá Bucaram (1996-97). En 1998 recibió un disparo de delincuentes para robar su auto, perdiendo la movilidad de ambas piernas. En el 2006 el actual presidente ecuatoriano fue propuesto por antiguos miembros del MIR al partido, Alianza País, a la Vicepresidencia y aceptado por el candidato a la presidencia, Rafael Correa, siendo ambos elegidos y posteriormente reelegidos para el período 2009-13. Entre sus funciones ejecutivas, Correa otorgó a Moreno la competencia sobre la inclusión social y económica de las personas con discapacidad y del tratamiento de enfermedades inusuales y catastróficas.
Tras su decisión de no postularse para un tercer período junto a Correa, Moreno fue nombrado enviado especial de la ONU sobre Discapacidad y Accesibilidad, cuya sede se encuentra en Ginebra, Suiza, cargo renovado en dos ocasiones. En 2017 Moreno fue elegido candidato a la presidencia por el partido Alianza País para suceder a Correa. Sin embargo después de 4 años en Ginebra, Moreno no era el político progresista que había impulsado el proceso de transformaciones sociales junto en Ecuador. Supuesto a continuar el legado de Correa, Moreno sorprendió a todos al distanciarse de la “Revolución Ciudadana”, acusando a su antiguo aliado de “autoritario” y “mal manejo administrativo”.
En las elecciones parciales del pasado domingo, Moreno sufrió su peor derrota al alcanzar su partido Alianza País solo el 3% del total de votos válidos, a pesar del apoyo del FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco de Desarrollo de América Latina por más de 10 mil millones de dólares para financiar un creciente déficit fiscal y elevado endeudamiento externo, lo que sugiere el compromiso de Moreno con la élite económica ecuatoriana.
Los resultados preliminares de las elecciones parciales arrojaron un incuestionable apoyo al ex presidente Correa, cuyos candidatos triunfaron en importantes provincias y ciudades claves como Manabí, Pichincha y la capital del país, aunque habrá que esperar los resultados finales para conocer su apoyo electoral a nivel nacional.