Internacional

¿El último crucero?

Las nuevas medidas de asedio dictadas por Donald Trump patean tres años de acercamiento en viajes a la isla por mar. No obtendrán réditos políticos, pero tampoco golpearán sólo al turismo

Por Marina Menéndez

Fotos: Lisbet Goenaga

Especial para Por Esto!

LA HABANA.— Se llama Empress of the Seas, tiene bandera de Bahamas, pertenece a la línea de cruceros Royal Caribbean, y le tocó la suerte de protagonizar, con su partida, un momento histórico.

Dije “la suerte”, pero podría ser también “la desgracia”. El buque, con capacidad para más de 1,800 pasajeros, había arribado a la bahía de La Habana el martes con vista a una estancia de dos días, justo cuando Donald Trump daba a conocer la prohibición de que cruceros, ni yates, ni veleros toquen en lo adelante tierra cubana.

Por eso, al zarpar, algunos desde el malecón tomaron fotos a la embarcación y, simbólicamente, la despidieron. Pasará algún tiempo antes de que veamos otro hermoso buque como este fondeado en el Muelle Internacional, donde alegraban el paisaje justo frente al edificio donde estaba la Marina de Guerra de Cuba, y la legendaria Lonja del Comercio.

La presencia de cruceros se había hecho habitual allí desde hace tres años, cuando la política de acercamiento puesta en vigor por Barack Obama —mucho más contemporánea e inteligente— abrió espacios entre las restricciones, y despejó los senderos marítimos entre su país a Cuba.

Precisamente, Carnival Cruise fue la primera empresa de cruceros proveniente de EEUU que atracó en la isla, en 2016. Pero el hielo lo había roto la cadena MSC Cruceros y su embarcación Opera, primera de gran porte en todo el mundo que inició operaciones en Cuba en diciembre de 2015, y que convirtió a La Habana en el puerto madre de esa embarcación.

Ahora, la nueva medida punitiva de Trump tuvo un efecto adverso inmediato para los pasajeros que tenían a Cuba en sus itinerarios de viaje ya reservados y, al final, para las 17 empresas navieras con 25 embarcaciones que ya visitaban la isla, al menos hasta mediados del año pasado.

Royal Caribbean anunció que sus cruceros no harían escala en La Habana y dijo que informaba a sus clientes mientras buscaba alternativas para reajustar los viajes, en tanto cambiaba su parada de La Habana, momentáneamente, por la Riviera Maya, algo que la empresa Carnival resolvió con escala en Cozumel.

Al dar a conocer las restricciones con las que refuerza el bloqueo contra Cuba, unos 800,000 estadounidenses ya habían pagado sus pasajes para viajar en crucero hacia aquí.

Sus planes y los sueños y los derechos constitucionales que les proveen a ellos y sus coterráneos, supuestamente, de la libertad de viajar, se ven frustrados.

También se golpea el interés deportivo y amistoso de regatistas que habían reabierto una tradición existente desde la primera mitad del siglo pasado entre Estados Unidos y Cuba, e interrumpida por Washington en 1959.

Una regata amistosa celebrada a principios de mayo por la costa Norte habanera y dos rallies provenientes de St. Petersburg y Cayo Hueso, respectivamente, cerraron el capítulo de competiciones que entusiasmó de un lado y otro del estrecho de la Florida. Para agosto estaba prevista la próxima competencia.

El Departamento de Estado especificó en su comunicado que también están prohibidas las visitas en embarcaciones recreativas, incluidos los yates, así como los aviones privados y corporativos. Se trata de cercenar la categoría de viajes conocida como contactos pueblo a pueblo, de 12 existentes.

Según explicó a EFE una portavoz del Departamento de Estado, se mantienen, sin embargo, los vuelos comerciales, porque suelen ser usados por los cubano-estadounidenses para visitar a sus familias en la isla.

Supuestamente, lo que se trata es de impedir que “el régimen” cubano y “sus servicios militares” —que según ellos “controlan” la industria del turismo aquí— accedan a dólares estadounidenses, dijo la vocera con fariseísmo.

Pero los ciudadanos afectados en EEUU entienden poco esos alegatos. Pasajeros del Empress of the Seas, quienes daban un último paseo por la parte vieja de la ciudad, fueron entrevistados por CNN.

“Me alegra que decidí venir, sentí que algo iba a pasar…”, comentó a la televisora uno de ellos, en tanto otro acotaba: “Entristece mucho que otros estadounidenses no puedan disfrutar la cultura, la música, los automóviles. Me entristece porque este es un lugar lindo”.

MUCHOS IMPACTOS

Para el mundo debe estar claro que el propósito del nuevo golpe a Cuba es complaciente con la incumplida venganza contra la isla de la ultraderecha anticubana de Miami, en el propósito de Trump de reelegirse en el año 2020; y que éste debe resarcirse de los pocos dividendos que le han dejado el recrudecimiento de la injerencia y la presión en Venezuela. Tampoco debe obviarse que su política exterior se ha basado en la presión, el chantaje, y el descalabro.

No obtendrá ganancias políticas, porque Cuba es un país asediado hace 60 años y ha sabido lidiar con esas y otras circunstancias difíciles. Ninguna situación puede ser más cruda que la vivida durante los años del período especial, cuando el país carecía de los nexos comerciales y las inversiones que hoy tiene. Pero, desde luego, nos afectará.

Precisamente, el turismo nacional tenía amplias expectativas puestas en el llamado crucerismo, habida cuenta del interés que despierta un destino “inexplorado” como éste.

Datos oficiales citados en un reciente taller sobre Turismo aseveran que en 2018 arribaron unos 850 mil cruceristas, de un total de casi cinco millones de visitantes. Seiscientos mil provenían de Estados Unidos.

Se sabe que el turismo constituye la segunda fuente de ingresos para la economía local después de los servicios internacionales de salud. Y era creciente el número de visitantes que llegaba en la modalidad de cruceros, razón por la cual Cuba estaba inmersa en ampliar y mejorar el avituallamiento portuario en la capital, Cienfuegos y Santiago de Cuba, adonde llegaban los buques hasta esta semana.

Extraoficialmente, seguidores del tema afirman que en temporada alta, los turistas que llegan en cruceros dejaban ingresos por unos 130 millones de dólares.

Pero también se afectarán las navieras. Despachos de prensa de fines del año pasado calculaban en 600,000 los viajeros que éstas podrían traer desde EEUU, en la actual temporada.

La asistencia de directivos de Carnival Cruise Lines, Royal Caribbean Cruise Lines y Norwegian Cruise Lines a la reunión sostenida en Nueva York, en noviembre pasado, por el Presidente Miguel Díaz-Canel y hombres de negocio de EEUU, dio cuenta del interés mutuo en fortalecer su presencia aquí.

Es impensable que perdure mucho una medida tan injusta. Muchos pierden. Nadie gana. ¿Perdurará tras las presidenciales en EEUU, el año que viene?