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Internacional

La estrategia digital republicana

Pedro Díaz Arcia

El presidente Donald Trump, al dirigirse en diciembre pasado a sus seguidores con relación al impeachment afirmó en un tuit “No van por mí, van por ti”. Para agregar: “Yo sólo estoy en el medio”. Pareciera una frase ocasional salida de una reflexión impensable en el magnate. No era así.

Pero, ¿qué había detrás de la sentencia?

Se trata de “la campaña de base más grande en la historia de los Estados Unidos”, según Brad Parscale, el estratega digital de la contienda de 2016 y ahora director ejecutivo de campaña.

La actual pugna demócrata por arrebatar a Trump la Casa Blanca enfrenta a una potente ingeniería financiera y un mecanismo infernal de acoso psicológico y publicitario dirigido a electores y estados seleccionados hace tiempo.

Es significativo que en febrero de 2018, el mandatario contratara al llamado “brujo” de las redes sociales, quien le habría dado la victoria en 2016. Conocemos que Hillary Clinton sacó una ventaja de 2 millones 800,000 votos; sin embargo, perdió en el Colegio Electoral, órgano que designa al presidente, porque el candidato republicano ganó en un grupo de estados que le dio la victoria.

¿Fue casual? No, y quieren repetir la dosis.

En la contienda anterior, Parscale, nombrado como director de medios digitales, recibió la encomienda de influir en la intención de voto del electorado. Con este fin Trump incorporó al equipo a Steve Bannon, entonces director de Breitbart News, un portal de extrema derecha y a la empresa big data Cambridge Analytica.

El experto informático, quien hace gala de un perfil bajo, invirtió más de 90 millones de dólares en publicidad en Facebook; y unos 100,000 dólares semanales en pesquisas sobre los votantes, que eran fichados y bombardeados mediante sofisticadas técnicas de persuasión, no perceptibles. El tuit se convirtió en un instrumento habitual. La divisa sería la de utilizarlo hasta el cansancio.

El equipo creó modelos y mensajes en Facebook para identificar a unos 13 millones y medio de electores indecisos en 16 estados e influir en ellos; otro modelo establecía los sitios indicados para actos de campaña. A lo largo de la contienda el consorcio envió anuncios diarios a unos 50,000 ciudadanos, incrementados a 175,000 el día del debate final entre Trump y Clinton.

Un factor clave fue la labor dirigida durante meses a los estados de la Región de los Grandes Lagos, donde la industria atravesaba un momento crítico y cuyo peso podía ser decisivo.

Cambridge Analytica usó a Facebook para la manipulación. La compañía sabía “qué decir, cómo, cuándo y cuántas veces” para lograr que grandes grupos selectos cambiaran de opinión.

La contienda electoral de este año comienza a internarse en las elecciones primarias en las que el gobernante tiene su plaza fija, mientras los demócratas reman en aguas densas.

En febrero de 2019, el Comité Nacional Republicano votó a favor de apoyar incondicionalmente a Donald Trump como candidato a la presidencia, provocando que numerosos comités estatales cancelaran sus primarias para dar el voto de sus delegados al magnate con vistas a la convención republicana. No obstante, se encuentran en la competencia otros tres aspirantes que deben andar poco en la carrera. En fin, no tiene contrarios internos.

Mientras 11 candidatos demócratas pugnan por la nominación, sin que se vislumbre todavía una clara preferencia entre los que tendrían mayores posibilidades para enfrentar al magnate.

Esta decantación podría ser lenta, agónica y desgastante, a sólo unos meses de la elección presidencial el 3 de noviembre.

El tiempo apremia y el fanatismo republicano se agudiza.

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