Jorge Gómez Barata
Las crisis humanitarias cuando son generadas por adversidades naturales, dan lugar a una enorme perplejidad, abren interrogantes trascendentales y motivan un enorme despliegue de creatividad. Las instituciones y las mentes científicas más brillantes, los políticos más lúcidos y los comentaristas más sagaces han sido retados y movilizados por el enigma del COVID-19.
Muchas de las instituciones y profesionales consagrados a esos esfuerzos no son conocidos porque a diferencia de esferas en las cuales los expertos teorizan durante años y décadas, verbigracia la existencia de vida extraterrestre, en la medicina y en las ciencias asociadas con ella, los profesionales no suelen especular y revelan sus innovaciones cuando son viables.
Así ocurrió el 3 de diciembre de 1967 cuando se difundió que el Dr. Christian Barnard, en Sudáfrica, realizó el primer transplante de corazón. Obviamente el proceder quirúrgico estuvo precedido por largas investigaciones y experimentos que no recibieron publicidad alguna. Lo mismo ocurre en la lucha contra la actual pandemia. No obstante, algunos nombres de prominentes científicos latinoamericanos son mencionados por sus aportes, entre ellos, figuran:
Marina Escalera-Zamudio. Viróloga mexicana, egresada de la Universidad Autónoma de ese país que labora e investiga en el departamento de Zoología de la Universidad de Oxford, Inglaterra y forma parte de la vanguardia en la lucha contra la COVID-19.
La científica comentó que es preciso “armar un árbol genealógico del nuevo coronavirus para averiguar de dónde viene, dónde surgió y cómo fue esparciéndose a través de diferentes espacios geográficos y poblaciones”. Según ella: “Se trata de un momento histórico para la ciencia” aunque dijo estar preocupada porque ésta no será la última vez que suceda y teme lo que pueda ocurrir si no hay un fondo global para tener una repuesta inmediata y adecuada a brotes epidémicos.
“Crisis así, evidencian la importancia de la ciencia como una necesidad básica y no como un lujo…”
El colombiano Javier Jaimes estudió medicina veterinaria en la Universidad Nacional de su país y ejerce como virólogo en la Universidad Cornell de Nueva York, donde investiga sobre los coronavirus. Según el científico, uno de los desafíos que presenta este empeño es que, aunque los virus se parecen unos a otros, cada uno de ellos es una novedad y debe ser estudiado “prácticamente desde cero”.
Aunque su equipo no tiene respuesta acerca de por qué el nuevo coronavirus se transmite tan rápidamente, su hipótesis es que en su proceso evolutivo el virus adquirió una característica que hace que salga de la célula listo para infectar”, pudiera decirse que “preactivado”. Este competente doctor considera que: “Participar en una emergencia internacional de ese tipo…es un privilegio que le da más sentido que nunca a su carrera científica”.
Irene Bosch, bióloga venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela, doctora por Harvard en biología molecular y Medicina Tropical por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, especializada en dengue, zica y chikungunya cree que: “La magnitud de esta pandemia, no la conocen ni siquiera los científicos…” “Es horrible. La historia se repite y pareciera que no aprendiéramos. Este tipo de desastre puede ser resultado del desmejoramiento de la sociedad global”.
Desde hace un año Bosch trabaja con colegas de la Universidad de Harvard y del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), y en un proyecto para crear exámenes rápidos capaces de detectar enfermedades infecciosas. Al desencadenarse la pandemia emprendió una carrera contrarreloj para desarrollar una prueba rápida de diagnóstico. De prisa hicimos un tamizaje complejo que nos permitió escoger los anticuerpos que tienen que trabajar mano a mano para agarrar al virus”.
Entre la pléyade de científicos que aportan esfuerzos y talentos en la lucha contra el coronavirus causante de la COVID-19, figuran los cubanos Arturo Casadevall, un calificado investigador experto en enfermedades infecciosas, nacido en la ciudad cubana de Sancti Spiritu y, radicado en Estados Unidos donde integra un equipo que aplica un tratamiento para tratar de curar a los enfermos por coronavirus. La terapia se base en utilizar plasma de pacientes que se han recuperado de la enfermedad y tratar con sus anticuerpos a los enfermos.
Reconocido es también el doctor Luis Herrera, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnológica de La Habana quien lideró el desarrolló del interferón ALFA 2B, uno de los medicamentos utilizados en el tratamiento de los enfermos infectados con el Nuevo coronavirus.
En Europa, Cuba y otras ciudades se ha abierto paso la iniciativa de cada noche aplaudir al aire en homenaje simbólico a los miles de hombres y mujeres que, en todas las latitudes, arriesgando su salud y su vida, laboran largas jornadas en la asistencia a los enfermos y el cuidado de los sanos. Desde los diarios Por Esto!, nos sumamos al aplauso y al homenaje.