México

Violenta protesta antimigrante en Tijuana: '¡Fuera!, ¡No los queremos!”

[gallery link="file" size="large" jnewsslider="true" jnewsslider_ads="true" ids="98669,98670,98671,98673,98674,98676,98677"]

Al grito de “¡No a la invasión!”, con palos y empujones, manifestantes antimigrantes en esta ciudad fronteriza trataron de forzar la valla policíaca que impedía el acceso al albergue temporal donde se alojan cerca de dos mil integrantes del llamado éxodo centroamericano

TIJUANA, Baja California, 18 de noviembre (AFP/REUTERS/APRO).- Con palos y empujones, manifestantes antimigrantes en esta ciudad fronteriza trataron de forzar la valla policíaca que impedía el acceso al albergue temporal donde se alojan cerca de dos mil integrantes del llamado éxodo centroamericano.

“Fuera hondureños, aquí no los queremos”, gritaron en coro, aunque no tuvieran migrantes en frente, sino policías y periodistas.

Y repitieron: “¡Tijuana se respeta!”, “Les trajimos frijoles y tortillas, ¡Salgan!”, “¡Ni en su país los quieren!”.

“¡Son invasores! ¡Vienen armados! ¡Lárguense del país”, gritaban al tiempo que se aglomeraban en una emblemática glorieta citadina. En la protesta también participaban algunos residentes de la cercana ciudad estadounidense de San Diego, California.

Miles de migrantes que han llegado a Tijuana han saturado los albergues, y muchos otros duermen en las calles, no obstante esta semana se espera la llegada de al menos otros 4,000 que se encuentran varados en la vecina ciudad de Mexicali, también cercana a la frontera con Estados Unidos.

Autoridades locales han pedido apoyo federal para brindar ayuda humanitaria y los servicios que requieran los migrantes durante su trámite de asilo a Estados Unidos, que podría tomar meses.

“No podemos permitir el desorden que se suscitó de cómo entraron al país. No somos antimigrantes. Queremos que se apeguen al reglamento legal de México”, dijo Ernesto González, de la organización Prioridad a los Mexicanos.

“Queremos tres cosas sencillamente: que pidan asilo u ordenen su estancia legal en México, si no, que sean deportados inmediatamente, se selle a la Frontera Sur y que se empiecen a atender estos asuntos como seguridad nacional”, detalló.

Más tarde, en una actitud desafiante, un grupo más pequeño de manifestantes se trasladó hasta las inmediaciones de un albergue con más de 2,000 migrantes gritando “¡Fuera, fuera!”. Policías locales y federales colocaron barricadas para impedirles el paso.

Algunos manifestantes con el rostro cubierto comenzaron a arrojar botellas y otros desechos contra los policías.

“La mayoría de las personas aquí dependemos mucho del negocio, y de ir y venir en la frontera, y si la cierran por causa de ellos que quieren cruzarla a la fuerza, nos van a afectar en economía”, dijo a la AFP Esther Monroy, una habitante de Tijuana de 58 años.

“Yo no dudo que vengan familias, gente necesitada, pero la mayoría son gente de las maras (pandillas) que comete delitos. La prueba está en la violencia con que entraron en el país” forzando las puertas de la frontera con Guatemala, añadió.

Estos manifestantes emprendieron una marcha rumbo al albergue que el gobierno local improvisó para los migrantes en un centro deportivo. Actualmente, unos 2,500 centroamericanos viven ahí en condiciones de hacinamiento y la mayoría la intemperie.

“Si el gobierno no puede con esto, se va a encargar la delincuencia, los cárteles. No nos importa quién se encargue de ellos, pero que se encarguen”, dijo categórica América Villa antes de perderse rápidamente en la muchedumbre.

“No es posible que a esta gente que viene invadiendo nuestro país y pisando nuestros derechos y profanando nuestra tierra le estén dando tanto apoyo”, opina Martha Sánchez, que aboga por un censo de los centroamericanos “para deportar a los que sean criminales”.

Tras salir el 13 de octubre de San Pedro Sula, en Honduras, más de 3,500 centroamericanos -en su mayoría hondureños- han llegado a Tijuana, su última escala antes de intentar cruzar a Estados Unidos.

Un estimado de 3,000 se encontraban aún en camino, a la altura de la cercana Mexicali.

“Yo no voy a permitir que a Tijuana vengan delincuentes para alterar el orden”, dijo con el puño en alto un hombre encapuchado y vistiendo una camiseta verde de la selección mexicana de fútbol.

Tijuanenses que rechazan la presencia de los centroamericanos en su ciudad se reunieron por la mañana en la glorieta Cuauhtémoc, y después tomaron las calles.

Un grupo de jóvenes, algunos con la cabeza rapada y paliacates, encabezó la marcha y la llevó hacia la Unidad Deportiva Benito Juárez, que fue improvisada como albergue temporal para los centroamericanos.

Entre insultos y consignas, la marcha avanzó sobre la avenida 5 de mayo, la cual desemboca en el Bordo, que separa México y Estados Unidos. “Defiende tu bandera, defiende tu nación”, gritó una joven manifestante.

El contingente, conformado por cientos de personas, llegó con ruido: a los gritos y claxons de sus integrantes se sumó el rugido de una moto.

Bloques de concreto y granaderos del municipio impedían el acceso a las inmediaciones del albergue. “¡Hay que pasar, hay que pasar!”, gritaron los jóvenes que encabezaron la manifestación.

Con el paso de los minutos se tensaron los ánimos. Unos jóvenes tiraron los pesados bloques de concreto y se subieron en ellos para gritar consignas.

Alrededor de mediodía llegó el estafador Iván Del Campo Riebeling, fundador del Cuerpo Diplomático Internacional de Derechos Humanos -una organización no reconocida en México, e invitó la gente a “hacer grupos de chequeos” para tomar las casetas de cobro del estado, revisar los documentos de quiénes entran y poner a quienes carezcan de los mismos en manos del Instituto Nacional de Migración (INM).

El hombre, vestido de militar, con la cabeza rapada y un imponente reloj dorado en la muñeca derecha, resultó una estrella entre algunos manifestantes, quienes se tomaron selfies a su lado y le pidieron consejos sobre qué hacer.

Preguntado quién estaba “detrás” de las caravanas migrantes, aseveró: “La (sic) área de inteligencia de nosotros nos comenta que Enrique Peña Nieto es un pendejo (…) este movimiento fue financiado por Estados Unidos, Trump les dio 5 millones de dólares para justificar el cierre de la frontera, y esto nos perjudica a todos”.

“Vamos a parar la migración, a exigir al gobierno federal que ponga la Marina y el Ejército a la frontera”, añadió el hombre, denunciado en varias ocasiones por amenazar de muerte a periodistas de Baja California.

Un joven, Pedro, quien llegó a defender los centroamericanos y el tránsito libre de las personas, recibió una lluvia de insultos y fue correteado. “Una invasión es cuando un Estado ingresa con militares a otro, las personas no invaden”, dijo momentos después.

Con gritos de “¡No a la invasión!” y discursos xenofóbicos, cientos de tijuanenses manifestaron hoy su rechazo a la presencia de centroamericanos en su ciudad, cuatro días después de la llegada de los primeros integrantes del éxodo migrante a la frontera con Estados Unidos.

La muchedumbre se volvió violenta cuando una joven llegó a expresar su solidaridad con los migrantes y su repudio contra el nacionalismo. “¡Sáquenla!”, repitió la gente aglutinada en el monumento a Cuauhtémoc.

“Traidora”, “¡Cállate!”, le gritaron. Se armó un conato de bronca, el cual terminó en un tumultuo alrededor de la mujer, que recibió una lluvia de insultos.

Después de la trifulca, la joven expresó, con la voz trémula, las causas de la pobreza, criticó la guerra contra el narcotráfico y las políticas xenofóbicas, o recordó el origen de las pandillas en Estados Unidos.

“Migrar es un acto natural, todos lo hacen, si las familias son separadas van a seguir migrando”, abundó. “Me da tristeza, pero lo que falta es educación”, dijo, en referencia a la manifestación.

“No queremos historia, ya la sabemos, no queremos a los migrantes”, le contestó una señora.

A las preguntas de las decenas de periodistas mexicanos y extranjeros, los manifestantes expresaron un discurso similar: retrataron a los centroamericanos que llegaron a Tijuana en la llamada caravana migrante como personas violentas, criminales, drogadictas o malagradecidas; eso sí, se defendieron de ser racistas o xenófobos, muchos se definieron como “nacionalistas”.

También repitieron noticias falsas que abundaron en las redes sociales en días recientes: vienen siete millones de centroamericanos, los centroamericanos se robaron niños en sus países para cruzar la frontera, o que el multimillonario estadunidense George Soros jala los hilos de un “plan global”.

Convocada a las 9 de la mañana en la Glorieta Cuauhtémoc la manifestación conglomeró a decenas de personas -entre ellas residentes de Estados Unidos-, quiénes se subieron al monumento con banderas de México y mantas con consignas como “¡Fuera!”, “Primero nuestros pobres”, o “inmigrantes sí, ilegales no” -distribuidas por manifestantes-.

“No estoy de acuerdo con la forma en la que se le permitió la entrada de estas personas, no han seguido la ley. No sabemos quiénes son y qué han hecho, y el gobierno no ha hecho nada para ello”, dijo Verónica, residente del acaudalado barrio de Playas.

“Hay gente de El Salvador, gente de guerrillas (sic), Ya tenemos población en el Bordo que sólo hace delinquir, nos avientan piedras a quiénes pasamos en coche”, añadió.

“Delinques una vez, te aplico el 33”, gritaron algunos, en referencia al Artículo de la Constitución que plantea la deportación de extranjeros.

Berta Rodríguez tiene entre sus manos una cartulina que dice “No más migrantes, Tijuana nos duele”. Reconoce que Tijuana es una ciudad de migrantes, pero añade: “son migrantes de nuestro propio país, no vienen de fuera”.

“Nuestra cultura en México es muy diferente a la de otros países, nos enseñaron valores como el respeto, la educación, las tradiciones tan bonitas, y ellos no la van a respetar”, dice Rodríguez, quien es enfermera y se queja de la falta de insumos en el hospital donde trabaja.

Expresa su preocupación ante la posibilidad de que se cierre la garita fronteriza de San Ysidro. Ello, porque ayer la policía federal instaló vallas metálicas en los cruces peatonal y vehicular sin avisar al municipio de Tijuana.

Y así se multiplicaron las consignas: “Primero nuestros pobres”, “migrantes sí, invasores no”, o incluso “No al terrorismo”.

Después de reunirse en el monumento, los manifestantes lanzaron una marcha, con gritos de “Tijuana, Tijuana”, claxonazos y levantando banderas de México.

“Esa es guerra, ellos mataron a mexicanos”, dijo un joven que caminaba hacia adelante, vestido con una chamarra roja y una bandera nacional.

“Dios mío, eso es demasiado cool” dijo en inglés Roberto, un estadunidense de origen latino, mientras realizaba un enlace en vivo.

En su cabeza tenía una gorra Make America Grear Again -lema de Donald Trump-, y afirmó que no rechaza a los centroamericanos sino a la migración irregular y “todo lo malo que el socialismo ha hecho”.