[gallery jnewsslider="true" ids="107406,107403"]
* Desesperados de estar hacinados en un albergue donde hay aproximadamente 5,000 personas, unos 500 centroamericanos se treparon sobre una de las dos vallas fronterizas y un puñado consiguió por momentos superar la segunda cubierta de alambre de púas* Fueron repelidos por elementos uniformados de aquel lado de la frontera, que utilizaron granadas lacrimógenas y balas de goma, sin importarles que había cientos de mujeres y niños que lloraban* “Estamos dispuestos a dejar aquí la vida con tal de pasar”, dijo Mario López, un hondureño que empujaba a su hija de tres años a través de un agujero del muro fronterizo a ras de terreno durante la intentona
TIJUANA, Baja California, 25 de noviembre (AFP).- Unos 500 migrantes centroamericanos se lanzaron sobre la valla fronteriza que divide a México de Estados Unidos en Tijuana pero desistieron de cruzar al ser alcanzados por gases lacrimógenos y balas de goma desde el norte, al tiempo que los estadounidenses cerraron la frontera.
Desesperados de estar hacinados en un albergue donde hay aproximadamente 5,000 personas, unos 500 migrantes se treparon sobre una de las dos vallas fronterizas y un puñado consiguió por momentos superar la segunda, cubierta de alambre de púas, constató un equipo de la AFP.
“Estamos dispuestos a dejar aquí la vida con tal de pasar”, dijo a la AFP Mario López, un hondureño que empujaba a su hija de tres años a través de un agujero del muro fronterizo a ras de terreno durante la intentona.
La niña, que había perdido sus sandalias en la estampida, se arrastró en la tierra queriendo pasar al otro lado.
Unas tres horas después de la refriega, los migrantes asustados y resignados empezaron a regresar al albergue, y sólo unas decenas quedaban en las cercanías de la valla que separa a Tijuana de la estadounidense San Diego.
“Cuando nos echaron los gases químicos nos asustamos mucho, pensamos que nos iban a disparar y por eso nos alejamos del muro”, dijo Flor Jiménez, hondureña de 32 años, mientras empujaba una carriola.
“Nos habían dicho que si cruzábamos ya nos iban a dar asilo, porque estábamos en Estados Unidos, pero ahora parece que nos querían matar y nos dio mucho miedo”, añade esta mujer que viaja con su esposo, su hermana y su hija pequeña.
La Secretaría de Gobernación advirtió en un comunicado que “procederá a deportar inmediatamente a las personas plenamente identificadas que participaron en estos hechos violentos”, aunque no informó de migrantes ya detenidos.
La alcaldía de Tijuana dijo de su lado que por estos hechos han detenido a 24 hondureños y 15 mexicanos, sin precisar si los entregó a Gobernación. Tras el incidente, en puntos estratégicos de Tijuana desplegaron elementos antimotines y agentes migratorios mexicanos.
De la marcha a la frontera
Todo empezó por la mañana, cuando un millar de migrantes salieron del albergue, donde algunos ya tienen una semana, para marchar hacia el puente fronterizo de El Chaparral, donde querían exigir, como hicieron el jueves sin incidentes, que Estados Unidos les permita pasar para solicitar refugio.
Pero unos 500, incluidas mujeres con niños, decidieron separarse de la columna para lanzarse hacia la valla, donde se empezaron a arremolinar, empujándose entre ellos en medio de gritos y llantos de niños.
“¿Ya estamos en Estados Unidos?”, preguntaron con desesperación migrantes mientras intentaban cruzar.
Desde México se escuchaban las sirenas de los vehículos de la patrulla fronteriza estadounidense que recorrían la zona levantando una nube de tierra.
Helicópteros estadounidenses sobrevolaron cerca de la frontera, controlando los intentos de los migrantes y lanzado gases lacrimógenos. Incluso cruzaron el límite y sobrevolaron el lado mexicano, constató AFP.
La multitud trató de protegerse de los gases cubriéndose el rostro, mientras mujeres auxiliaban a los niños. Muchos recularon e incluso una mujer cayó del muro y se desmayó.
“¡Nos van a matar!”, gritaba otra mujer tratando de recoger a la desmayada.
La intentona tomó desprevenidas a la Policía de Tijuana y a la Federal, que estaban cerca de la marcha y que se vieron superadas.
Tras el incidente, la agencia de aduanas y de seguridad fronteriza de Estados Unidos cerró por completo el paso fronterizo con Tijuana, aunque horas después permitía el paso de peatones.
Por momentos, del otro lado
Un periodista de la AFP observó que un puñado de centroamericanos consiguió por momentos cruzar hacia territorio estadounidense, pero se regresaron cuando lanzaron los gases.
“Algunos grupos (de migrantes) trataron de manera violenta e intempestiva de ingresar por diversos medios y lugares a territorio estadounidense”, dijo a la televisora Milenio Alfonso Navarrete, secretario de Gobernación de México.
Navarrete dijo también que tienen identificadas “a dos o tres personas que estuvieron instigando de manera violenta” a los migrantes.
Junto al muro del lado mexicano quedaron esparcidas ropa, cobijas y otros objetos que los migrantes abandonaron para escalar la valla.
Estos migrantes, la mayoría de hondureños, forman parte de una gigantesca caravana que llegó a sumar unos 7,000, de los cuales 5,000 han llegado hasta Tijuana.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha advertido que no permitirá que pidan refugio quienes crucen ilegalmente y ha amenazado con cerrar los más de 3,200 km de frontera con México.
También presiona para que México albergue a los migrantes mientras esperan a que sus solicitudes de asilo sean procesadas en Estados Unidos.
El sábado, el diario The Washington Post publicó que Estados Unidos y el próximo gobierno mexicano -encabezado por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador- se encaminan a un acuerdo sobre el espinoso tema de los migrantes.
Olga Sánchez Cordero, actual senadora y futura ministra de Interior y quien era citada por el diario estadounidense para confirmar el acuerdo, precisó en un comunicado que aún no se ha cerrado pacto alguno, que el nuevo gobierno asume el 1 de diciembre y su principal objetivo es preservar los derechos humanos de los migrantes.
La caravana salió de Honduras hace más de un mes en un agotador recorrido de más de 4,000 km hasta Tijuana.
La patrulla fronteriza estadounidense repelió al grupo desde el otro lado con gases lacrimógenos y balas de goma, según ha explicado un testigo a este periódico. Estados Unidos ha ordenado el cierre de la garita más transitada de la frontera, San Ysidro, por donde cada día cruzan más de 70,000 vehículos. Los otros pasos fronterizos de la zona, Otay y Tecate, permanecían este domingo abiertos.
En un momento de la protesta, un grupo de ellos rompió filas desde el puente peatonal de El Chaparral, situado a por lo menos tres kilómetros de distancia de Estados Unidos, y corrió hacia el canal del río Tijuana, un punto muy cercano a la garita de San Ysidro, tomando por sorpresa a los agentes federales. “Lo que hacemos es entretener. En otro punto hay otro grupo intentando cruzar”, comentaba uno de los migrantes que pretendieron cruzar el muro a Milenio.
La paciencia de los centroamericanos, en su gran mayoría hondureños, llega a su límite con este hecho insólito, al darse cuenta de que podrían pasar meses para que puedan cruzar la frontera para solicitar refugio. La mayoría de los migrantes, tras la represión policial estadounidense, se ha replegado y ha comenzado a abandonar la zona. “La gente estaba descontrolada, había muchas mujeres y niños”, cuenta José Hernández, un migrante hondureño que participó en la manifestación.
Además de los 5,000 migrantes que ya han llegado a la ciudad, se calcula que puedan sumar 9,000 personas en los próximos días, de acuerdo con la mayoría de las estimaciones. La llegada masiva de centroamericanos ha dividido opiniones en la ciudad fronteriza. La semana pasada, unas 300 personas marchaban por las calles de Tijuana rechazando la acogida de los centroamericanos, con lemas xenófobos, apoyados, en parte por su alcalde, Juan Manuel Gastélum, que había calificado a los migrantes de “bola de vagos y mariguanos”, aunque después matizó sus declaraciones.