CIUDAD DE MEXICO, 2 de febrero (sin embargo/EFE).- El robo y venta de combustible en México, coloquialmente llamado huachicoleo, es un tema multidimensional que afecta a los sectores sociales y económicos, pero también tiene graves repercusiones ambientales que no están siendo tomadas en cuenta.
Las instituciones encargadas de atender esto son la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), las cuales no han divulgado acciones que han o no han realizado en atención de los ecosistemas afectados por el robo de hidrocarburos.
El director de la facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac, Miguel Ángel Santinelli, expuso a Efe que la gasolina derramada por el robo de combustible tiene una enorme afectación ambiental en términos de tierra, organismos vivos, aire y agua.
Según el experto, se registran daños en el suelo y penetración en los mantos acuíferos, pero también afectaciones en la piel, el cerebro y los tejidos blandos de las personas.
Desde finales de diciembre de 2018, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, decidió combatir de forma frontal esta actividad delictiva que desde hace más de una década genera pérdidas millonarias a la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex).
No obstante, si bien se pretende acabar con los daños a la economía y a la sociedad, no se está hablando del daño ambiental.
El experto consideró primordial atender el combate a la corrupción y detener las actividades ilegales pero matizó que “no debe olvidarse que si se pierde la salud de los ecosistemas, al final eso repercute en la propia vida del ser humano”.
Es por ello que “los suelos afectados por derrames de combustibles se convierten en desechos peligrosos y deben ser atendidos con prontitud”.
El daño que sufren los suelos por la gasolina derramada afecta también a la fauna.
Esto se debe a que en la tierra existen microorganismos que sirven de sustento a las plantas, las cuales a su vez son esenciales para los animales.