León García SolerA la mitad del foro
Llovió fuego el día del cordonazo. Al fuego lento que ardió en Bolivia se sumó el largo incendio chileno y se encendió inesperadamente el fuego violento de Colombia. La derecha se dijo asustada porque en estas horas otoñales se reavivó el peronismo en Argentina y no hay corralito que contenga la fuga del capital por goteo que anuncia otra inundación. Otra más del vuelo de capitales golondrinos que en la Cuarta Transformación mexicana esperan volverán sus nidos a colgar. Pero hay únicamente el parto editorial de la Economía Moral; y un Congreso que lanza porras en el autobús caminito de la escuela: ¡Es un honor estar con Obrador!, entonan los diputados rumbo a una sede alterna donde aprobar un presupuesto sin cambiar ni una coma el enviado por los del Ejecutivo que mueven las cuentas del ábaco en busca de respuesta al dilema de alcanzar el desarrollo sin crecimiento. De ahí el título literario del movimiento continuo en la mar océano sin viento ni tormenta alguna. Aunque lleguen a costas del Caribe toneladas de algas del Mar de los Sargazos. Tal vez por eso revivieron la memoria de Hernán Cortés, el que no quemó las naves sino las “dio de través” y en Veracruz llevó a cabo “el primer fraude electoral” del nuevo mundo. Y el Municipio Libre ya es ceniza.
Sin prejuzgar, ni anticipar la nueva religión del libro, hay que distraernos del infierno de todos tan temido, que entre nosotros ha sido de violencia criminal y en la América nuestra de los rescoldos de la derecha extrema, con uniformes militares y las antorchas diplomáticas del imperio del Norte, de la mano de los de casa, o la de los dócilmente alineados en la Organización de Estados Americanos. Punta del Este sin la brújula de los principios mexicanos establecidos en busca de identidad e independencia en el oscuro amanecer de la Guerra Fría. Y ahora resulta que Marcelo Ebrard habla el lenguaje de los Tweets y atiende al corto plazo del nuevo tratado comercial con míster Trump: USMCA en el alfabeto nativista del Norte. Trump dixit. O dicta.
Lo impactante en estas horas siguientes del cordonazo es la tormenta de las rebeliones populares a lo largo de la América Nuestra. Y la insistencia en atribuirlas a un populismo que nada tiene de ideológico, ni en el envilecido lenguaje de la política nativista incapaz de repetir aquello de “el Estado soy yo”. Porque ante todo batallan por debilitar el Estado, o desaparecerlo a riesgo de hacer efectiva la predicción de Hobbes sobre la convivencia sin el poder del Estado: “Sin arte, sin las letras, sin sociedad, y lo que es peor, en continuo miedo y peligro de muerte violenta, y la vida del hombre solitaria, pobre, maligna, brutal y corta.”
Hay horas como éstas en las que de nada sirve debatir sobre la percepción del peligro y la terca realidad de los hechos que son siempre subversivos. Cómo conciliar el pasmo de la toma de Culiacán, la detención del hijo del Chapo y su liberación tras largas horas de algo que tiene que haber sido símil de negociación sobre quién ejerce el monopolio de la violencia legal en el limbo del Estado de derecho y la carcajada caciquil de la moral que “es un árbol que da moras o sirve para una chingada”. Y las versiones que se contradicen entre sí en voz del secretario de la Seguridad Nacional; la aclaración del general secretario al mando militar de una Guardia (Civil) Nacional. Ah, el Presidente López Obrador acudió al gesto cristiano que impone la justicia por encima de la ley y propone combatir la violencia del mal con la conciencia del bien.
Duro, el año primero de la cuarta transformación. Uno y tan sólo uno, mueve las piezas en el tablero del ajedrez político de la sexta dimensión. Cuando la violencia criminal desata a las bestias y mueren mujeres y niños en el tiroteo de hombres armados que luego incendian los vehículos en los que las víctimas de la sevicia viajaban rumbo al Norte. En la sierra de Sonora que es la misma que la de Chihuahua, la bestialidad se muestra como secuela del desencuentro de Culiacán y anticipo de la multiplicación del mal amparado por la tolerancia cristiana y la obsesión de dar por hecho todo cambio anticipado por el líder de la nueva era. Del Sonora-Sinaloa a la frontera chica que empieza en Matamoros y termina en Nuevo Laredo.
Y Juan N. Guerra en espera del monumento al poder porque se puede. Mientras el gobernador de Tamaulipas, el panista Francisco Javier García Cabeza de Vaca, anticipa que el estado libre y soberano se negará a recibir, ya no digamos acatar, toda recomendación enviada por Rosario Piedra Ibarra, hermana del hijo desaparecido de doña Rosario Ibarra de Piedra, la incansable activista que dejó encargada la medalla Belisario Domínguez al Presidente Andrés Manuel López Obrador. En espera de que apareciera su hijo y acabara la tenaz búsqueda de uno entre los miles de desaparecidos. Más duro el gesto de Doña Rosario, que el del gobernador García Cabeza de Vaca. Pero los hechos que siempre son subversivos, expusieron la primacía de la ley sobre la justicia que empodera a una víctima y desdeña el valor y valer de las instituciones.
No es asunto de minucias leguleyas. No basta una sonrisa seguida de un abrazo del beneficiario de la entrega de una editorial prestigiada, como concesión a la visión no populista sino de patanería, de libros para fifíes y libros para los de abajo. No es cuestión de precios, ni de un mercado más viejo que las visiones distorsionadas del liberalismo al que añaden el prefijo, neo; ni siquiera de la impotencia expresa en lo que se mete doblado. En fin. Lo de Rosario Piedra es drama de la justicia por encima de la ley. No el imperio de la ley, sino el de la presunción de virtudes mayestáticas para aliviar todos los males y curar toda enfermedad.
Tanto oír que eso era antes, que ya no sorprende el pasmo de quien duda que hoy haya asesinatos de periodistas. Más que ayer, desgraciadamente. Nadie ha de cobrar un salario superior al que la ley otorga al Presidente de la República. Nadie. Y una economía moral ha de fincarse en “creer que la austeridad es expansionista”. La frase no es de AMLO el autor, pero es base imaginaria del desarrollo sin crecimiento. Habrá que leer la obra de quien ha escrito que aspira a ser el más grande de los Presidentes de la Historia. A un año de haber asumido el cargo, López Obrador ejerce el poder sin concesión alguna a razón ni sinrazón. Ni de Estado, ni de su incesante andar por los caminos de herradura y no salir del país ni ante el incendio que arde hoy en el mundo al que no puede ser ajeno.
Recibió a Evo Morales y cumplió el deber de mandatario y heredero de una tradición que ha permitido a México sobrevivir como Nación soberana en la vecindad inmediata del poder expansionista mayor de los que en el mundo han sido. Una incontenible rebelión popular ha estallado en Bolivia, Y los que asumieron el poder al renunciar el cultivador cocalero que redujo la pobreza de los de abajo, culpan al desterrado de abusar del asilo y llamar a la rebelión desde el hemisferio Norte de la América Nuestra. Lo único cierto es que la OEA y el celo democratizador de los Estados Unidos mal pueden sostener que la voluntad de la mayoría está a favor de su “defensa de la democracia”.
No hay para dónde hacerse. En Chile hay cifras de crecimiento y desarrollo que ponían a la tierra de Allende en vías de alcanzar niveles de vida de naciones presuntamente desarrolladas; educación, empleos y orden. Pero las generaciones que recibieron créditos para pagar su educación viven encadenadas a deudas impagables; y los salarios son bajos y la riqueza acumulada en las alturas es valladar para el ascenso efectivo en lo socioeconómico. Santiago encendió la mecha. Y Chile se incendia. En Argentina sale por la puerta trasera el gobierno conservador del capital y la pobreza política de Macri. Vuelve el Peronismo y tendrá que combatir la corrupción que alentó mientras destruían las instituciones.
De Brasil ni hablar. Los fascistas del Norte de Italia y los neonazis de Hungría ven con desprecio a Bolsonaro, el del cristianismo con el crucifijo en una mano y en la otra la pistola empuñada para asaltar y matar. Y mientras en México recortamos el presupuesto del INE y empezamos a reponer las instituciones establecidas en el vuelco democratizador, el gobierno de la victoria electoral apabullante del 1º de julio sigue el ejemplo conservador al designar a los leales, a los que proclaman que es un honor estar con Obrador, como autoridades, jueces, ministros, directivos en todo cargo que ejerza poder y sea factor para conservarlo.
En el nombre sea de Dios. No ha de ser por Morena. Que es movimiento y partido con registro y en trance de volver a los combates tribales, por todos los siglos y siglos... El que los trajo hasta aquí ya advirtió que si no hacen unas encuestas en lugar de elecciones disputadas, él los deja solos y atiende a lo suyo: al poder y la gloria.