María Teresa Jardí
La moral puede ser laxa. La ética no es elástica. La moral es individual mientras que la ética y lo que no es ético son premisas universales. La postura ante el aborto es un problema moral. Estar a favor del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo no es sinónimo de impulsar a las mujeres a que aborten. Incluso nadie tiene el derecho de obligar a abortar ni siquiera cuando médicamente se determina que se pone en riesgo la vida de la madre al continuar con la gestación del hijo o de la hija. El aborto es una decisión moral personal. Obligar a las mujeres a no abortar y más aún cuando el producto es resultado de una violación no es ético. Y menos ético, aunque no se pueda hablar en estricto sentido de más o de menos cuando se habla de ética, es obligar a que no aborte cuando la embarazada es una niña. No se pide que abortar se convierta en una obligación para nadie. Nadie tiene el derecho de prohibir a la mujer a decidir sobre su cuerpo.
La moral es cambiante aunque en muchos rubros la moral y la ética coincidan. Los esclavistas consideraban moral tener esclavos. De mi familia aprendí lo inmoral que es el contratar al otro/a para que te lave el baño. La guerra puede ser considerada a veces como un ejercicio moral, aunque no sea ético matar. Se podría justificar como moral robar a los que más tienen para dar a los que tienen menos, pero robar no es ético. Se puede, moralmente, justificar alguna mentira, pero mentir no es ético. La ética siempre va más allá de la moral y por eso es universal.
Hay quien considera inmoral la ira de las mujeres obligadas a manifestarse pintando piedras. Pero no es ético que los funcionarios públicos denuncien a las mujeres que para hacerse escuchar se han visto obligadas a salir a las calles a gritar ¡ya basta!
Querer dar más al que menos tiene es moral y es ético. Pero no es ético “… donde los procesos y tiempos impuestos a las comunidades para formular su perspectiva han sido decididos desde el centro del país sin considerar las dinámicas de las comunidades, los pueblos y los ejidos mayas...”.
Siempre cabe la posibilidad de que las personas cambien. Que no se tiene que pagar para siempre por los errores es una justificación moral. El haber nombrado como funcionarios de la 4T a ex-empleados de Montsanto debió ser moral para AMLO. Pero se contraviene la ética ante la evidencia de que son nombramientos asociados a la aplicación del Plan Puebla Panamá, que es la Iniciativa Mérida, que es también el capricho del imperio yanqui, que no se atrevieron a concretar ni PRI ni PAN, siendo antaño cuestionado el plan por los del PRD que hoy son MORENA.
Dar trabajo a los indígenas para que sean menos pobres es una postura moral. No es ética la falsa consulta a los indígenas que no quieren ser despojados. Como no es ético no escuchar a los académicos ni a los científicos por lo que toca a la amenaza depredadora que la construcción del Tren Maya y los aún más amenazantes polos de “desarrollo” incluso para el cambio climático, significan.
Y lo mismo cabe decir de la elección de la nueva ministra de la Suprema Corte de Justicia, Margarita Ríos-Farjat, quien ocupará el cargo los próximos 15 años, quien, seguramente, tiene todos los merecimientos morales para ser elegida. Pero contraviene su nombramiento la ética por su clara cercanía con los dos más altos cargos públicos de la Presidencia ganada con más votos en la historia mexicana. La moral es individual y personal y la ética es un valor universal, quizá, el más importante de todos.