Cristóbal León Campos
Arrojamos la memoria sobre el péndulo de la risa, empuñamos al azar como la única manera de recordamos, hicimos del verbo la traición más señera, y ahora que escribo es imposible deshabitar el rincón donde aún encuentro el pudor con que vestías tus días de nostalgia, ¿acaso es el destino de las generaciones fragmentarse y ver perderse aquello que una vez les hizo creer en la verdad?
Disipada la mañana, el aroma fresco trae consigo los poemas recitados a la patria, aquello que creímos, ¡aquello que tanto gritamos!, reviste la pradera del orgullo y la inoperancia, como palabras y fusiles los senderos bifurcados arrastran la conjetura de un mejor mañana, la libertad no es aquello que pregona el erudito y mucho menos el rumor que agita los temores, el secreto revelado es el mismo grito que tanto buscan silenciar los inmaculados, un refinado anhelo de halagos aleja las virtudes, la vida es tan simple y profunda pero oculta para quien no llora, y a pesar de todo, sin importar las sombras y las almas deshilvanadas en los días, yo aún creo en los sueños.
Integrante del Colectivo Disyuntivas