 
        Cuando se pensaba que ya se había vivido lo peor en la historia de los huracanes para esta zona del Atlántico, Golfo de México y Mar Caribe, se formó Melissa y vino a inscribir su nombre los anales de esta cuenca. Aunque más adelante se hará un análisis exhaustivo de su comportamiento –en la reunión de la Zona IV de la Organización Meteorológica de Yucatán–, vamos a detallar lo que se tiene de información de este ciclón tropical a su paso por el Mar Caribe, el cual, cuando usted lea estas líneas, aun será un poderoso huracán, tal vez categoría 2 de la escala Saffir-Simpson, y se estaría dirigiendo a su cuarto lugar de impacto: las islas de Bermuda.
Melissa surgió de una onda tropical del Atlántico, la mañana del 21 de octubre, en el sur del Mar Caribe, y desde su formación los modelos matemáticos manejaban como posibilidad su movimiento hacia la isla de Jamaica, donde finalmente se dirigió, empujada y direccionada principalmente por una alta presión posicionada sobre el Golfo de México y la Península de Yucatán, lo cual hacía imposible su trayectoria hacia el occidente del Mar Caribe y, por consiguiente, hacia la Península.
Luego se “encerró” al sur y sureste de Jamaica, debido a otra alta presión sobre el este del Mar Caribe, y perdió sus corrientes de aire; por si no lo sabían, los huracanes no se mueven solos, sino precisamente por las corrientes de aire. Así que prácticamente sólo por el movimiento de rotación de la Tierra, llamado Efecto Coriolis –desviación aparente de objetos en movimiento en un sistema de referencia en rotación–, Melissa se movía lacia el oeste y noroeste muy despacio pero desarrollándose (también lentamente), debido a que las condiciones atmosféricas y oceánicas estaban en fase de permitir el desarrollo ampliamente de un sistema ciclónico.
El sábado 25 de octubre, cuando se encontraba al sureste de Jamaica, empezó el desarrollo explosivo de Melissa y en menos de 24 horas alcanzó la categoría 4 de la escala Saffir-Simpson, el domingo 26 de octubre. El lunes 27 ya era un potente y peligroso huracán categoría 5, pero seguía “atrapado” por las dos altas presiones mencionadas, con movimiento lento al oeste y noroeste, que la llevaría lentamente a Jamaica, en donde desde días antes habían empezado los preparativos para enfrentarlo.
Y aquí es donde Melissa empieza hacer historia, ya que la tarde del mismo lunes encuentra condiciones adecuadas de la atmósfera y temperaturas ideales en las aguas oceánicas y se convierte en un “monstruo” con vientos sostenidos de 280 km/h y rachas de hasta 340 km/h. Seguía divagando al sur y sureste la isla de Jamaica, y la mañana del martes 28 de octubre alcanzó vientos de hasta 295 km/h y una presión mínima de 892 hPa para convertirse en el tercer peor huracán de la historia escrita desde1851 de la Cuenca del Atlántico, Golfo de México y Mar Caribe, empatado con el huracán del Día del Trabajo ocurrido en 1935 (por entonces no se les asignaban nombres a los ciclones) y sólo debajo de Wilma y Gilberto, en 2005 y 1988, respectivamente.
Con esas características Melissa ingresó lentamente al oeste de la isla de Jamaica convirtiéndose en el peor huracán de su historia. Se menciona que alcanzó 300 km/h de viento sostenido antes de ingresar, y entre 315 y 345 km/h en algún momento. Esto será analizado más adelante, lo oficial es que fueron 300 km/h y una presión de 892 hPa. Melissa fue un huracán de ojo pequeño, compacto; su diámetro del centro apenas era de 28 km, y sus vientos de huracán avanzaban a 45 km/h de su centro, y los de tormenta tropical, a más de 300 km de distancia de su núcleo.
Lo destacable es el inminente peligro que corren las zonas que son azotadas por huracanes, porque cada vez son más fuertes y, por consiguiente, más destructivos, debido a las aguas oceánicas muy calientes que les permiten tener un crecimiento descomunal, ya no sólo explosivo; claro, siempre y cuando se den las condiciones atmosféricas necesarias, y en esto seguramente tiene mucho que ver el cambio climático que ha provocado el calentamiento global. Melissa es una prueba más de que algo ha sucedido con el desarrollo y comportamiento de los huracanes: se han creado monstruos capaces de causar daños descomunales que escapan a la percepción de lo imaginable.
El año pasado, con Milton, la Península de Yucatán estuvo a punto de vivir lo que ha sufrido Jamaica, pero por cuestiones atmosféricas hubo una salvada de última hora. Insistimos: no hay que confiarse, porque tarde o temprano nos tocará alguno, y ya vimos cómo se las gastan ahora los huracanes en este planeta feroz.
