Música, alegría y diversión se vivía en salones de fiestas en pasados fines de semana; ahora lucen desiertos, cerrados y las calles vacías, ante la llegada del COVID-19. El miedo recae en niños y ancianos, y mantiene a toda la ciudadanía resguardada en sus hogares.
Bautizos, cumpleaños y toda clase de fiestas han sido suspendidas ante la pandemia que atraviesa el País. Este fin de semana fue notorio, los lugares cerrados, entre palapas y salones de fiestas que en lo particular lucían llenos de alegría y bullicio de pequeños y gente de todas las edades, ahora lucen vacíos y en silencio total ante la contingencia que atraviesa la Isla, tomando las medidas necesarias para sobrevivir ante esta enfermedad contagiosa; los eventos particulares han sido programados sin fecha exacta y tomando las medidas preventivas necesarias ante esta evolución del COVID-19.
(Texto y fotos: Patricia Gómez)