Quintana Roo / Chetumal

Violencia familiar impacta la estructura social; debilita los valores y la convivencia pacífica

Esta problemática es más grande de lo que parece, ya que no sólo se trata de una estadística, sino de las consecuencias que ocasiona.

Violencia familiar impacta la estructura social; debilita los valores y la convivencia pacífica
Violencia familiar impacta la estructura social; debilita los valores y la convivencia pacífica / Por Esto

La violencia familiar es uno de los fenómenos más reportados al número de emergencias en Chetumal, sin embargo, no sólo se trata de números, sino que impacta en la estructura social toda vez que debilita valores importantes como el respeto, afecta la igualdad y dificulta la convivencia pacífica, ya que la familia es el principal espacio de socialización donde los menores aprender a relacionarse con el entorno, según explicó Rubí Gordillo, estudiosa del tema.  

En días pasados se dio a conocer que de cada 10 llamadas realizadas al número de emergencias, 7 de estas son por violencia familiar, lo cual revela que esta problemática es más grande de lo que parece, ya que no sólo se trata de una estadística, sino de las consecuencias que la violencia familiar genera entre quienes la padecen, siendo la pareja del agresor y las hijas e hijos, cuando los hay.  

Al respecto, Gordillo explicó: “La violencia familiar constituye una de las problemáticas sociales más complejas y persistentes dentro de las relaciones humanas, ya que ocurre en un espacio que debería garantizar protección, afecto y seguridad. Este fenómeno no se limita únicamente a la agresión física, sino que abarca diversas formas de maltrato que impactan profundamente la estabilidad emocional, psicológica y social de quienes la padecen, particularmente en la pareja y en los hijos”. 

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En ese sentido, hizo énfasis en las formas en que la violencia familiar se manifiesta: “A través de conductas de dominación y control ejercidas por uno de los integrantes del núcleo familiar sobre otro. Estas conductas pueden expresarse de manera física, psicológica, verbal, económica o sexual”.  

De modo que la violencia psicológica, por ejemplo, indicó que suele caracterizarse por el uso de insultos, humillaciones, amenazas y desvalorizaciones constantes que deterioran la autoestima de la víctima y generan un ambiente de miedo e inseguridad.  

Respecto a la violencia física, señaló que esta implica el uso de la fuerza para causar daño corporal, mientras que la violencia económica limita la autonomía de la víctima al controlar sus recursos y decisiones.  

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Sin embargo, hizo hincapié en que estos tipos de violencia no son aislados y, por lo contrario, “todas estas manifestaciones suelen coexistir y reforzarse entre sí, configurando un ciclo de violencia difícil de romper”. 

Por otro lado, señaló que las afectaciones suelen ser profundas, las cuales en el caso de la pareja se pueden reflejar “en un progresivo deterioro de su salud mental, manifestado en ansiedad, depresión, sentimientos de culpa y dependencia emocional”. Además, Gordillo señala que “la relación de pareja se transforma en un vínculo desigual, basado en el miedo y la sumisión, donde se pierde la confianza y el respeto mutuo”.  

De modo que la relación se convierte en una dinámica insana en la cual “se favorece la normalización del maltrato y dificulta la toma de decisiones para poner fin a la relación, especialmente cuando existe dependencia económica o afectiva”. 

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En lo que respecta a los hijos, estos representan uno de los grupos más vulnerables ante la violencia familiar, según Gordillo, pues “aun cuando no sean víctimas directas de las agresiones, el simple hecho de presenciar actos violentos entre sus padres o cuidadores genera consecuencias negativas en su desarrollo emocional y social”.  

Por lo cual “los niños y adolescentes expuestos a estos entornos suelen presentar problemas de conducta, dificultades escolares, ansiedad, miedo constante y alteraciones en la construcción de su identidad y autoestima. Asimismo, existe un alto riesgo de que reproduzcan estos patrones de violencia en sus futuras relaciones, perpetuando el problema de manera intergeneracional”, de modo que se ven envueltos en una dinámica cíclica de la que es difícil que salgan si no reciben ayuda profesional.  

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En cuanto al impacto de la violencia familiar en la estructura social, Gordillo señala que esta “debilita los valores de respeto, la igualdad y la convivencia pacífica”, debido a que la familia es el principal espacio de socialización de los hijos, quienes se formarán y crecerán reproduciendo las dinámicas que ven y escuchan en sus casas, trasladándolas a sus otras relaciones, ya sea de amistad, de trabajo o amorosas, convirtiéndose en posibles reproductores de violencia.

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