El sitio de combis de Chetumal donde durante décadas las personas acudían a abordar el transporte colectivo para viajar hacia las comunidades, o viceversa, actualmente se encuentra en el olvido; tras la pandemia por COVID-19 los chóferes fueron dejando el lugar y probando suerte en otros puntos de la ciudad.
De acuerdo con el encargado del sitio, desde el 2020 el sitio de combis comenzó a irse en decadencia debido a que las autoridades sólo permitían que los chóferes llevaran alrededor de siete pasajeros, lo cual se tornó poco redituable para ellos, puesto que recorrían largas distancias y ganaban poco dinero, principalmente, los que realizaban viajes al Ingenio y otras comunidades que se encuentran a más de una hora de Chetumal.
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Fue así que, de manera gradual, los chóferes optaron por dejar el sitio de combis, a pesar de ser el lugar donde por décadas los othonenses acudían para trasladarse, pues ya no les convenía, sobre todo, tratándose de una temporada que se volvió crítica no sólo respecto al tema de salud, sino también al económico.
El encargado señaló que las primeras combis en dejar el sitio fueron las del Ingenio, después las de Rovirosa, Sabidos hasta el punto en que sólo quedaron dos combis en el sitio, una de Buenavista y otra de Divorciados, siendo las que se mantienen aún en el lugar.
Respecto al destino de los chóferes que abandonaron el sitio, el encargado mencionó que se vieron obligados a probar suerte en otros lugares de la ciudad cercanos al mercado Ignacio Manuel Altamirano, donde actualmente pagan renta en espacios como estacionamientos que pertenecen a particulares, ya que se encuentran más céntricos y les resulta más fácil encontrar pasajeros.
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Asimismo, otros chóferes han elegido estacionarse en otros espacios sobre la calle Mahatma Gandhi, que también se encuentra en las cercanías del mercado, donde los usuarios ya se han habituado a abordar el transporte colectivo rural; no obstante, el encargado señaló que el sitio de combis se mantiene abierto para cuando los chóferes quieran regresar a este, si es que en algún momento lo deciden.
Mientras tanto, el lugar ahora se torna solitario y con unas cuantas personas que acuden a esperar las únicas dos corridas que todavía salen del sitio, y los pocos puestos que permanecen ya ni siquiera abren sus cortinas hacia el interior del lugar porque saben que no venderán, salvo el pequeño estanquillo que se encuentra al lado de la salida.