
En enero de 2025, Laura fue contactada por un supuesto representante de una agencia de casting, quien le ofreció una oportunidad en una producción para una plataforma de streaming.
“Pensé que iba a trabajar en una serie televisiva; terminé encerrada en un cuarto sin pasaporte”: dijo la mujer de 22 años, originaria de Colombia.
Relató que le enviaron boletos de avión a Cancún y la recogieron en el aeropuerto. Todo parecía legítimo, hasta que la llevaron a un departamento en la zona de playas, donde le dijeron que no podía salir hasta que “pagara” lo invertido en su viaje.

“Me quitaron el celular, el pasaporte. Me dijeron que tenía que trabajar en un bar para pagar mi deuda. Cuando quise irme, me amenazaron con denunciarme por estar ilegal. No conocía a nadie, tenía miedo”, contó Laura, quien logró huir gracias a la ayuda de una vecina que notó su estado de ansiedad y la puso en contacto con Cisvac.
Hoy, la colombiana recibe atención psicológica y asesoría legal mientras espera respuesta de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) para obtener abrigo en esta nación. No ha podido regresar a su país porque no cuenta con documentos, ni recursos para hacerlo.

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Laboraría en un spa
“Me trajeron de vuelta a México deportada, sin familia, ni red, y me ofrecieron ‘trabajo’ en un spa… no era un spa”, dijo Yolanda, quien vivió 20 años en Carolina del Norte antes de ser regresada a México, en 2023.
Este 2025, sin familiares cercanos y con problemas de salud mental derivados del desarraigo, aceptó una oferta de empleo en un supuesto spa de Playa del Carmen, donde le prometieron vivienda y un sueldo base.
“Cuando llegué, no había spa. Era una casa donde vivían cinco mujeres más, todas bajo control de un hombre que las vigilaba y les quitaba el dinero”, narró.

Yolanda logró escapar tras fingir una urgencia médica. Caminó durante horas hasta llegar a una estación de policía donde no fue tomada en serio, pero una trabajadora social le habló de Cisvac. Desde entonces, ha recibido terapia y se encuentra en un proceso de reintegración. Dice que todavía tiene pesadillas.
“Estos testimonios reflejan las múltiples formas de captación y control utilizadas por las redes de trata en Quintana Roo: la manipulación emocional, el engaño laboral, la coacción económica y la violencia psicológica”, señaló Marilyn Torres Leal.
Dijo que a través de Cisvac, muchas de estas mujeres han logrado sobrevivir, pero la mayoría sigue sin justicia.

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En esta ciudad, uno de los destinos turísticos más populares del mundo, a lo largo de 2025, al menos 130 mujeres sudamericanas fueron víctima de redes criminales que operan en Quintana Roo, alertó Marilyn Torres Leal, presidenta del Consejo Internacional Sumando Venezuela (Cisvac).
En Quintana Roo, en dicho periodo se abrieron 36 carpetas de investigación por trata, con nueve personas detenidas y sólo tres vinculadas a proceso, de acuerdo con datos actualizados del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).