
En lo profundo de la selva del sur del estado de Campeche, se encuentra la fascinante zona arqueológica de Balamkú, un destino aún poco concurrido pero cargado de simbolismo maya y belleza arquitectónica. Conocida como el “Templo del Jaguar”, su misterio, su contexto selvático y su friso único convierten a Balamkú en una experiencia inolvidable para quien busca conectar con la cultura maya lejos de las multitudes.
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¿Qué significa “Balamkú”?
El nombre deriva del vocabulario maya yucateco: balam (jaguar) y kú (templo), lo que juntos se traduce como “Templo del Jaguar”. Esta denominación no es casual, pues en el grupo arquitectónico principal se encuentra un friso de estuco policromado que representa jaguares entre otros seres míticos, lo que refuerza la simbología del felino en esta ciudad antigua.
Ubicación y cómo llegar
Balamkú se sitúa en el sureste del estado de Campeche, dentro del municipio de Calakmul y en plena selva maya. El acceso se realiza por un camino pavimentado de aproximadamente tres kilómetros que parte del kilómetro 93 de la Carretera Federal Escárcega-Chetumal (No. 186), en el ejido Conhuás. Desde la capital del estado, Ciudad de Campeche, el tiempo estimado de traslado en automóvil es de entre tres y tres horas y media. Los visitantes pueden llegar en coche rentado, taxi desde Xpujil o mediante combinaciones de autobús y taxi.
¿Qué era este lugar para los mayas y por qué “puerta al inframundo”?
Balamkú fue un centro maya de mediana escala cuya ocupación inicia hacia el Preclásico y alcanza su apogeo en el Clásico, entre los años 300 y 600 d.C. aproximadamente. Su principal atractivo es un friso de estuco modelado y policromado, datado entre los años 550 y 600 d.C., que representa cuatro escenas de ascensión alternadas con tres jaguares, donde cada escena incluye un animal que parece emerger de la boca de un monstruo terrestre, símbolo del inframundo, con el rey sentado sobre su trono.
Este conjunto iconográfico expresa la concepción maya del ciclo dinástico y solar: la subida al trono se equipara al sol que sale de la tierra o monstruo, mientras que la puesta simboliza la muerte o retiro del rey al inframundo. Por ello, la zona es llamada “puerta al inframundo” en sentido simbólico, ya que los restos arquitectónicos y artísticos reflejan la conexión de los mayas con el mundo terrenal, el cielo y el inframundo, a través de la representación del jaguar, la serpiente y el monstruo de la tierra.
Qué ver en la visita
Durante la visita, se puede recorrer el Grupo Central, donde se encuentra la Subestructura I-A con el famoso friso del jaguar. También se pueden explorar el Grupo Sur y el Grupo Norte; aunque este último está menos explorado, el Sur está integrado por varias plataformas, plazas y una pirámide de unos diez metros de altura.
El entorno selvático ofrece al visitante una experiencia tranquila y enriquecedora, donde la naturaleza y la arquitectura maya conviven de manera armónica. El friso, además, es considerado uno de los mayores tesoros del arte prehispánico por su excelente estado de conservación y su profundo simbolismo.
Horarios y tarifas de ingreso (2025)
El horario de acceso es de lunes a domingo, de 8:00 a 17:00 horas, con último ingreso alrededor de las 16:45. El costo de entrada general para 2025 es de 75 pesos mexicanos por persona, según la tarifa oficial del INAH. Están exentos del pago los menores de 13 años, personas mayores, estudiantes, maestros, personas con discapacidad, así como los visitantes nacionales los domingos. En caso de grabaciones de video con fines comerciales, se requiere un permiso adicional.
Consejos prácticos para el visitante
Para disfrutar plenamente de la visita, se recomienda llevar ropa ligera, buen calzado para caminar en la selva, repelente de insectos y suficiente agua, ya que el clima suele ser cálido y húmedo. Es ideal acudir temprano para disfrutar de menor afluencia y mejor luz para la fotografía. También se sugiere respetar las normas del sitio: no ingresar con alimentos, mascotas ni fumar. Muchos visitantes aprovechan para combinar el recorrido con otras zonas arqueológicas cercanas como Chicanná o Becán, ubicadas en la misma ruta.
Por qué vale la pena visitar Balamkú
Visitar Balamkú vale completamente la pena porque ofrece una experiencia más íntima y auténtica que otros destinos arqueológicos del país. Su friso de estuco policromado es único en el área maya y abre una ventana excepcional a la cosmovisión de este pueblo milenario, en especial a su visión del mundo subterráneo. En Balamkú, historia, naturaleza y simbolismo se entrelazan, haciendo de este sitio un destino imperdible para quienes buscan adentrarse en el corazón espiritual de la civilización maya.