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Por Dra. en Arq. Yolanda Fernández Martínez
Pensando con la Ciudad
De la política gubernamental a la política pública de la movilidad urbana
II
Habría que establecer los indicadores de rezago en materia de movilidad urbana, para que las políticas gubernamentales en el corto y mediano plazo determinen los objetivos a cumplir siempre en función de la población. Como, por ejemplo: aumentar el número de ciclistas que se desplazan por la ciudad como consecuencia del diseño de un sistema inteligente de ciclopistas. O reducir los tiempos de espera y de recorridos, junto con la integración de tarjetas de prepago en el sistema de transporte público. Así como también garantizar el diseño de aceras para que las personas de la tercera edad se desplacen caminando de forma segura. Ya que cada metro de calle representa un espacio público que nos provee de barrios habitables y del sentido de comunidad.
El Ayuntamiento de Mérida, en coordinación con el Gobierno del Estado, anunció en días recientes que invertirá en 6 años 600 millones de pesos en infraestructura urbana vial para la construcción de 120 km de nuevas vialidades al interior del Anillo Periférico, como parte de la Declaración Mérida 2050. Como se mencionó previamente, esta Declaratoria es una iniciativa entre las autoridades panistas para trabajar en conjunto contra los rezagos que se han ido acrecentando y que en definitiva requieren de su urgente atención y con el apoyo de los dos niveles de gobierno.
La estrategia del trabajo conjunto entre las escalas municipal y estatal para abatir los rezagos en el corto y mediano plazo resulta relevante para garantizar que las acciones gubernamentales estarán encaminadas a resolver problemas específicos bajo el concepto de gestión con base a resultados y como consecuencia, se deberán establecer los indicadores correspondientes para evaluar, medir y establecer relaciones entre los 600 millones de pesos invertidos y el mejoramiento de la calidad urbana a lo largo de los 120 km.
Asimismo, es importante precisar que las vialidades de una ciudad son fundamentales para garantizar la eficiencia urbana, pero también para demostrar empatía social, toda vez que las calles son para unir a las personas, son el espacio democrático para el encuentro y para que los desplazamientos sean seguros y certeros. El tiempo y los recursos que la población de Mérida invierte a lo largo del día, de los meses y de los años para poder cumplir con sus actividades y compromisos laborales y familiares, deberían ser los ejes de la política pública.
También es importante señalar la diferencia entre el espíritu de la política pública y el de la gubernamental. En la primera existe la participación ciudadana y representa un ejercicio de gobernanza, en donde el gobierno abre el diálogo con la población y se toman decisiones en conjunto. Mientras que la segunda responde a un posicionamiento de la autoridad para definir el rumbo de su gobierno. Ambas estrategias son válidas, dependiendo del objetivo que persiga. Por tanto, el tema de las vialidades para Mérida representa uno de los más grandes desafíos, toda vez que se sigue pensando a la calle de la misma manera que a lo largo de un siglo, representa el lugar para que se desplacen los automotores de norte a sur o de oriente a poniente. Se visualiza a la calle como un río para los autos en donde las personas no tienen cabida, a menos que posean un vehículo propio.
Desde esta perspectiva, es importante dejar de hablar de vialidades y empezar a abordar el problema desde un nivel más complejo y al mismo tiempo, más apegado a la realidad. Las principales ciudades del mundo establecen prioridades urbanas y abate de los rezagos partiendo de algo básico: ¿cómo se desplazan las personas?, ¿cuánto tiempo y dinero invierten en sus desplazamientos?, ¿cuáles son las calles más seguras y fáciles para que los peatones y ciclistas puedan desplazarse?, ¿cómo funcionan los mejores paraderos del transporte público?
Responder a estas interrogantes nos llevaría a comprender el concepto de “calle completa”, el cual permite, aun en las ciudades más complejas como Nueva York, que peatones, ciclistas y usuarios del transporte público se adueñen de forma segura de las vialidades. Es decir, el problema no es la calle por sí misma, sino comprender lo que gente necesita para desplazarse de forma eficiente por la ciudad, para que, con ello se definan las estrategias viales, de calles completas y, por tanto, atender la movilidad urbana.
Con base en lo anterior, la ciudad de Mérida mientras se expande y aumenta su parque automotriz, está en un momento oportuno para formular una Ley de Movilidad Urbana en donde se entrelace la política urbana con la de movilidad. De igual manera se requiere de una autoridad para abordar la problemática de forma integral. Es decir, el diseño de las calles completas debería de responder a los desplazamientos de las personas a pie, en bicicleta o en transporte público.
Y como consecuencia, establecer los indicadores de rezago en materia de movilidad urbana, para que las políticas gubernamentales en el corto y mediano plazo determinen los objetivos a cumplir siempre en función de la población. Por ejemplo: aumentar el numero de ciclistas que se desplazan por la ciudad como consecuencia del diseño de un sistema inteligente de ciclopistas. O reducir los tiempos de espera y de recorridos, junto con la integración de tarjetas de prepago en el sistema de transporte público. Así como también garantizar el diseño de aceras para que las personas de la tercera edad se desplacen caminando de forma segura. Ya que cada metro de calle representa un espacio público que nos provee de barrios habitables y del sentido de comunidad.