Roldán Peniche Barrera
Yucatán Insólito
Pero es de advertirse que existe una diferencia entre uno y otro verbo. Y es que es muy fácil mancharse hasta por accidente, untando nuestra ropa a una pared recién pintada o limpiarnos las manos en nuestra camisa nueva después de embutirnos unos salbutes grasientos, ante la falta de servilletas.
Pero “manchotearse” es caer en el caos. Podemos “manchotearnos” las ropas limpiándonos las manos en terminando de hacer una poceta para sembrar una planta o simplemente enlodarnos los pantalones al cruzar las calles después de uno de esos aguaceros que han dejado el pavimento intransitable.
Finalmente el “manchoteo” puede darse como “broma” de algún amigote que sólo quiere divertirse a nuestras costas o como acto de mala fe de una persona vengativa.
Los diccionarios consultados no recogen al verbo, excepto el del Dr. Güémez Pineda que dice la verdad pero que sentimos incompleta:
manchotear v. tr. Ensuciar mucho algo haciéndole perder el color que tenía.
Lo que pueda parecer una exageración.
Veamos un breve ejemplo:
Llegan a la hora cristal a la cantina del Mulix los sabios Julián Victoria y su secretario D. Yorch Mijangos, pero hete aquí que se encuentran al dicho Mulix ebrio a más no poder y mostrándose muy efusivo con sus parroquianos. Al ver al C. Presidente Victoria corre hacia él dando bandazos y diciendo cosas ininteligibles:
-¡Mi máster! ¡Mi presidente! –grita- mientras le da de palmadas en la espalda y finalmente lo abraza con sus manos grasientas y apestosas.
-¡Maldito borracho! -le reclama el mero-mero. ¿Por qué me has abrazado con tus cochinas manos? ¡Me has “manchoteado” mi hawaiana que compré en Cancún! ¡Vámonos, Yorch… me ha arruinado la camisa este desgraciado…!
Wachy Bates
Divulgación
María Antonieta a la guillotina
Cuando María Antonieta de Austria, a los 14 años, llega a París para casarse con el Delfín de Francia, el heredero del trono del Rey Luis XV, es insertada en la corte del palacio de Versalles, una corte muy fastuosa, llena de lujos inimaginables y fiestera que mantiene el rey, un rey este Luis XV muy disoluto y despilfarrador, quien tenía una amante de su misma hechura, la famosa Madame Pompadour, a quien le manda construir un palacete, el llamado Trianon, mismo que ella no alcanzó a disfrutar al morirse antes de una indigestión por comer y beber en exceso, se rumoraba que pudiera haber sido un envenenamiento. Muerta la Pompadour, es reemplazada rápidamente por Madame Bovary la siguiente favorita del rey, quien termina la construcción del Trianon a todo lujo en donde se celebraban fiestas rimbombantes. Es en este ambiente decadente donde vivirá esta juvenil princesa, futura reina de Francia María Antonieta, quien de cuna está acostumbrada al lujo y paradójicamente si la princesa es alegre y gastadora y la ponen en medio de la fiesta y el despilfarro, entonces ella le da vuelo a la hilacha, vestidos elegantísimos diseñados para que ella los luzca en los bailes y casi siempre de una sola puesta, para la próxima ya está listo el otro y así vive la vida sin medida. Entonces cuando muere el Rey Luis XV, viva el nuevo rey Luis XVI y que siga la fiesta, pero es justo consignar que de hecho cuando ella llega a París, ya el reino de Francia estaba en bancarrota, había pobreza entre la ciudadanía, el pueblo no tenía casi nada que comer y el descontento campeaba como preámbulo a la revolución que se avecinaba y como la plebe necesitaba una cabeza de chivo expiatorio sobre la cual lanzar su desprecio, escogieron a la austriaca como víctima de sus diatribas y maledicencia, al grado que cuando apresaron los revolucionarios al rey para enjuiciarlo y decapitarlo, a la siguiente que guillotinaron fue a María Antonieta, después de padecer muchos escarnios.
Saludos: wachybatesphoto@gmail.com