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Yucatán

Han crecido los caballos en la ciudad

Por Roldán Peniche Barrera

Los caballos que arrastran las calesas, esto es: ya no son aquellos de talla pequeña que los turistas confundían con los ponis procedentes de Escocia ante el pasmo y la humillación de los equinos. No sé si los cocheros o caleseros los alimentan con heno o con alguna yerba mágica que los ha hecho desarrollarse en prestancia y corpulencia; no es que hayan alcanzado la talla de los percherones, pero ya han crecido a buena altura como han crecido los edificios verticalizando a la ciudad antes tan horizontalizada; ha crecido sin medida el número de hoteles (hostales les llaman a veces), las calles se estiran como aquel “hombre de goma” de las viejas historietas, y se prolongan hacia los nuevos vecindarios y los nuevos fraccionamientos y hoy, en este siglo XXI tenemos que caminar el doble o el triple para visitar a un amigo en desgracia que vive en Altabrisa, en Francisco de Montejo o en Ciudad Caucel (“Kaukel” dice correctamente el novelista don Manuel Mancera).

Por los nuevos rumbos resplandece el neón y se multiplican los bares “a la americana”, a media luz, donde chicas y chicos beben vodka en las rocas y Margaritas, y acaso pasen la noche juntos, no durmiendo naturalmente. Por los aires serpentean los pasos a desnivel y Progreso, al que nos tomaba una hora llegar en los años 40, ahora nos lleva 20 minutos. Hay una euforia dominical con el crecimiento de la urbe agasajada de turistas de todo el mundo y yo me digo a mí mismo que esta es otra Mérida, no la que viví en los 40 ni en los 50, no ¡qué va! Ha crecido junto con los caballos de las calesas y con las botellas de cerveza que ahora son caguamas y misiles. Hay 2 edificios de unos 40 pisos cada uno y dicen que desde su altura es posible observar a la Mérida del siglo XXI. ¡Ay, grandes cosas hemos visto en nuestro tiempo! ¿Qué verán nuestros hijos y nuestros nietos?

La tradición oral de los niños mayas yucatecos de Dzoncauich reunida y publicada por el Mtro. Jorge Várguez Eb

No hay más que leer los fascículos que integran la “Antología de relatos de los niños mayas yucatecos de Dzoncauich” coordinada por el maestro Jorge Enrique Várguez Eb para percatarnos de su notable labor como difusor de la tradición oral maya contenida y salvada en esos relatos.

Es de admirarse su labor, su paciencia y su entusiasmo por darnos a conocer lo que esos niños piensan y escriben de sus experiencias de hechos mitológicos como la maligna X’tabay, o tradicionales como el Hanal-Pixán celebrado en los días de difuntos en Dzoncauich.

Los niños hablan y escriben en completa libertad, dejando a su pensamiento volar hasta revelarnos los sucesos fabulosos vividos por ellos, sus familiares o amigos cercanos a la familia. En esos relatos, frescos, imaginativos, se nos da a los lectores una amena, y a veces electrizante, visión de sucesos cuyo origen se pierde en los antiguos tiempos.

El profesor Várguez, con el auxilio de los padres de familia y otras buenas y generosas almas, ha publicado 5 cuadernos de la antología y tiene para más. Los dibujos incluidos en ellos, sencillos e ilustrativos, son también obra de los pequeños. En reciente junta con los cronistas del Estado, el maestro nos obsequió los más recientes números de estos valiosos cuadernos escolares. Lo felicitamos calurosamente, al igual que a los niños (ya pequeños cronistas de su pueblo) y ojalá otras escuelas imitaran tan loable labor.

Datos Históricos de Tixpéual y Fabio Chalé Mex

Acusamos recibo del impreso histórico y biográfico de la autoría del propio profesor Várguez Eb y José Iván Borges Castillo, que resultará muy útil a los investigadores y a otro tipo de lectores. Aquí se recuerda al Mtro. y pintor Fabio Rufino Chalé Mex en versos, cartas y notas alusivas a tan modesto pero valioso personaje, con quien cultivamos entrañable amistad que sólo su inesperada muerte interrumpió. Vaya mi gratitud a los autores de este libro documentado y justiciero. Vale.

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