Ariel Sánchez Gómez
VALLADOLID, Yucatán, 20 de abril.- Cuántas veces escuchamos decir a los adultos que los “niños no deben mentir” y cuando viene el abonero, el mendigo, al compadre que le deben dinero o herramientas y/ o personas de otra religión, ordenan “hijo ve y diles que no estoy”. En muchas ocasiones les condicionamos no insultar e insultamos, no robar y si van al súper y les dan más de cambio no dicen nada y el pequeño sólo observa; remarcan “nunca bebas licor, ni fumes y cada fin de semana llegamos embriagados o tomamos cervezas en la casa; siempre los adultos repiten sin cesar, que los hijos nunca deben faltar a la escuela y que deben ser responsables con sus tareas de la casa. Pero entonces, el lunes temprano están mandando a mamá a que avise en el trabajo que faltará, porque amaneció enfermo y con calentura, cuando en realidad se siente mal por tanto licor ingerido.
Salimos a la calle y vemos agentes dirigiendo el tránsito vehicular, dando preferencia a los mismos cuando el semáforo esta en rojo y permitiendo el paso de peatones cuando el semáforo marca verde, sigamos recorriendo nuestra bella ciudad, los peatones cruzan las calles fuera de los pasos peatonales, porque los vehículos los están obstruyendo, y caminan bajo las aceras, aunque todas las calles cuentan con ellas, las bicicletas andan en sentido contrario, hay más animalitos (canes) en las calles, que en los patios y casas, mucha gente tira mayor cantidad de basura en patios y en la calle, que en los botes de basura o el basurero municipal.
Nos quejamos del elevado calor o del frío y cada día quemamos más basura, usamos aerosoles y deforestamos áreas verdes para construir edificios; queremos curarnos y tener vida saludable, pero consumimos productos chatarra y no hacemos ejercicio; hablan de deporte y en los encuentros se práctica antiderportismo, insultos, provocaciones y pleitos.
Se debe ser congruente con “lo que dices y lo que haces”, “la palabra enseña, pero el ejemplo arrastra”, “debes tratar como quieres que te traten” y sobre todo recuerda que “cosechas lo que sembraste”, así que si exigimos y demandamos que las cosas mejoren, tendremos que colaborar todos para componerlo.
Algunos amigos del campo, cambian gallinas, así como huevos de patio, por de granja y refrescos embotellados, intercambian maíz por galletas y harina y venden sus frutas y verduras para comprar sobres de refrescos artificiales, venden sus tierras y se van de asalariados.
Existieron tiempos en que se veía la ciudad limpia porque todos limpiaban, había seguridad porque todos nos cuidábamos, la gente vivía más porque se alimentaban sano, dormían temprano y no tenían vicios, todos se respetaba y se respetaban, “lo que no era tuyo, era del vecino”, la comida, las herramientas y el trabajo se compartían, las personas adultas eran los más sabios y tenían un lugar preferencial en las familias.
Hace bastantito tiempo, en las escuelas los Maestros mandaban y se les confería toda la confianza, se cumplían los horarios en el salón y no en reuniones, talleres, documentación, etc. Los docentes tenían libertad de escoger el programa, los métodos, objetivos y estrategias que ya sabía que eran los funcionales para lograr buenos resultados con sus alumnos y los padres de familia estaban bien identificados con el aprendizaje de sus hijos, actualmente que puedo decir que no sepan todos, no existe ese vínculo esencial entre padres-hijos y maestros y así no se puede avanzar en todo lo antes expuesto.
(Ariel Sánchez Gómez)