Roger Aguilar Cachón
El tercer domingo del mes de junio se celebra en todo México y en algunas partes del mundo –por ejemplo en Panamá– el tan esperado por algunos, Día del Padre, desde luego que el rating y las manifestaciones de cariño y de amor son muy bajas o reducidas en comparación con el de la Madre, pero es un día que marca un respiro para el comercio organizado y para el informal.
Tiendas, restaurantes, salones de cerveza, cines, en fin, cualquier espacio es bueno para festejar en ese día a los papás. Algunos niños desde días antes o esperando alguna promoción u ofertas para el papá, estarán yendo a los centros comerciales a comprar algún regalo o bien algo que le entreguen a sus papás en ese día, en algunas escuelas primarias o jardín de niños, los niños son los que elaboran los regalos, para que tengan parte de ellos.
La figura del papá ha ido cambiando a lo largo del año, los de mi cohorte, sabrán que a nosotros -en el mayor de los casos- nos tocaron papás singulares, que no demostraban cariño, que menos daban un abrazo y un beso, ni pensarlo siquiera. Los papás de antaño –no todos– son por lo regular adustos, faltos para la demostración de sus emociones familiares y eso ha hecho que no exista una gran atracción entre padres e hijos.
En lo que respecta al de la letra tuvo un papá al cual las demostraciones de cariño y afecto nunca fue algo particular, abrazos no y lo que sí puedo estar seguro es que un beso, eso sí nunca me dio. ¿Algún consejo? ¿Alguna recomendación o felicitación por logros alcanzados?, jamás, y para cumpleaños, lo mismo. Eso ha servido para el de la letra y para los papás de mi edad, que lo tomemos como ejemplo para no caer en este error. Aunque cabe mencionar que hay papás de mis amigos o conocidos que se dan a querer y es un lujo tenerlos y presumirlos.
No recuerdo haber hecho algún regalo en la escuela para mi papá, tampoco el haberlo invitado ni en mi infancia ni en mi juventud a algún lugar para festejarlo. Mi papá fue una persona que rehuía de las fiestas y de las comidas en familia. Muy parco en demostrar su cariño, aunque no dudo que nos quisiera –al de la letra y sus dos hermanos– fue una persona sui generis.
Mi papá no era de aquellos que nos abrazaban ni mucho menos que nos dieran un beso, era de pocos estudios, pero en la época y condición que le tocó vivir desde temprana edad comenzó a trabajar. Deportista en su momento, luz de la calle y oscuridad en la casa. Tampoco lo fue en los momentos decisivos de nuestras vidas, ya que no se interesó en nuestros logros personales y académicos, pero así era mi papá.
A mi papá lo queríamos a nuestra manera, en nuestra juventud no tuvimos la oportunidad de hacerle ver que era necesario demostrar su cariño a sus hijos y nietos. En su vejez, cuando ya jubilado vivía y compartía con mi mamá tratábamos de acercarnos a él pero era difícil. Cuando mamá murió y se quedó solo, mis hermanos y el de la letra vimos la oportunidad de demostrarle a papá nuestro amor y cariño, pero la vida no nos lo permitió, ya que cuando sanaba de una amputación de una pierna y pensábamos que era nuestro momento, el de hacerle sentir nuestro cariño, el Señor lo llamó a su presencia a los 5 meses de haber fallecido mi mamá. A mi papá, a pesar de todo lo vivido, lo recordamos con cariño.
Los papás de ahora son modernos, ya saben qué quieren sus hijos, los atienden desde temprana edad, los entienden, se preocupan por ellos, los felicitan por sus logros, les llaman la atención por sus errores y siempre están pendientes de lo que les ocurre. Siempre hay un momento para ello. Los papás como el de la letra se sienten orgullosos de sus hijos –en mi caso particular de mi hija Psicóloga– con una Maestría en Psicología –y de mi hijo Licenciado en Turismo– y los presume en todo momento.
A los papás de ahora nos tocó un tiempo difícil, un tiempo en donde las drogas, las malas compañías, los espacios de recreación y la libertad que se les da, están a la orden del día. ¿Qué hacemos los papás de hoy?, aconsejarlos y encomendarlos a Dios para que no les pase nada. Ahora a los hijos ya no se les regaña, se les aconseja y si ellos no lo toman en cuenta, poco tenemos que hacer.
Los papás del siglo XXI -no del Centro de Convenciones- somos más amigos, más consejeros que el concepto de antaño de papá. Pero hay que tener en cuenta que si bien es cierto están en un mundo diferente a los del pasado, los nuevos papás y los modernos tienen en sí la misma función de hace miles de años. Tratar de educar con el ejemplo, darles los consejos adecuados, no caer en excesos, evitar los malos tratos y sobre todo enseñarles que la vida se basa en los valores y cuando se inculcan a tiempo y de la mejor manera serán hijos de bien los que lo acompañen en su vejez.
Los papás de ahora van al gym, visten con ropa de marca, tratan a sus hijos como sus amigos y ya aquella forma de tratarlo de Ud. ya se ha ido perdiendo, pasando al tú. El de la tinta creció con el Ud. hacia los papás y sus mayores. A mí me tocó ser papá de tú. Aunque siempre he tratado de establecer una línea entre el ser padre y amigo en ocasiones eso no se ha logrado.
Los papás vienen en diversas presentaciones y tamaños, los hay guapos, feos y medio feos, gordos, flacos, fornidos, debiluchos, con cara de “machete”, risueños, relajistas, serios. Con estudios de posgrado o sin ellos, profesionistas, artesanos, comerciantes o dedicados a algún oficio. Jóvenes y ni tanto, con sus características muy propias, etc. Pero sea cual fuere su diseño, la figura del papá hoy día debe ser siempre la que dé el buen ejemplo con su forma de ser y hacer.
Los papás de hoy, no todos, seguramente como el de la letra, más que un regalo y una salida a comer, preferirían el saludo de los buenos días, tardes o noches, el ¿cómo estás?, el ¿ya comiste? Sin lugar a dudas una llamada o un mensaje al mediodía y porqué no, un beso sin motivo y sin razón. Los regalos no deben de tener fecha ni motivo, el de la letra es afortunado al tener dos hijos que aunque son parcos en demostrar su cariño –dicen que es herencia– daría mi vida por verlos felices.
De lo que estoy seguro y creo que he dejado huella es aconsejarles, ser puntuales, el decirles y enseñarles con el ejemplo el buen vestir, el respetar las normas del trabajo y sobre todo el dejar una huella en lo que hacemos porque de seguro se lo recordarán las generaciones venideras.
Por lo anteriormente mencionado líneas arriba, a mis caros lectores les deseo un buen domingo de Día del padre y más que regalos, hay que esperar de nuestros hijos, respeto y sobre todo un abrazo y un beso, que eso vale más que muchas cosas.
Para todos los padres que conozco y para los desconocidos, les envío desde esta tribuna un abrazo y un deseo de un buen día, aunque en algunos casos solo sea ese en que se les recuerde.