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Yucatán

'¿Qué onda?” En su origen lenguaje juvenil: ¿Qué tal?

Roldán Peniche Barrera

Yucatán Insólito

Al regresar de vivir en el extranjero por los años sesenta, comenzamos a escuchar por igual entre nuestros discípulos que entre los muchachos en las calles y en los espectáculos (cines, deportes, etc.) el tipo de saludo arriba enunciado, cosa que no dejó de sorprendernos. “¿Qué onda?” era la forma más común de saludarse entonces entre los chicos y chicas, como lo es hasta hoy en nuestros días.

El mismo puntilloso DRAE lo toma en cuenta:

¡Qué onda! Méx. Fam. ¿Qué tal? ¿Qué hay? ¿Qué pasa?

Y hemos dicho que nos sorprendió porque estábamos acostumbrados, unos diez años antes, a saludarnos con otro ejemplo de slang juvenil:

“¿Qué movida?”, tan socorrido en las películas de Oscar Pulido, Tin Tan, Cantinflas y, especialmente, aquel “Clavillazo” tan singular. (Hoy todavía mucha gente emplea el “¿Qué movida?” o su sucesor “¿Qué onda?”)

Veamos lo que dice Edgar Rodríguez:

Qué onda (Chavos de Onda/Brozas); Expresión juvenil cuyo significado es “¡qué novedad!”, “¡Qué onda, bato!”, Qué tranza. Qué pech. Qué pachón.

No lo trae a colación el diccionario del Dr. Güémez Pineda, pero creo que con lo dicho hemos entendido la expresión “¿Qué onda?”, curiosamente hoy muy utilizada hasta por los adultos.

Ejemplo:

-Oiga, don Julián, hoy viene al café a visitarnos el Mulix.

-¡Ay, Yorch! Pero si es un IBM, un “creído”, “la mamá de Tawa”, ¿para qué lo invitaste al Moncho’s?

-Yo no lo invité. El se invitó solo.

-Es muy pesao. Nos mira por encima del hombro…

-¡Silencio ranas, que el agua es poca! Cállese, jefe: ahí viene.

Se aproxima el Mulix y grita: “¡Hola, broza, ¿qué onda…?”

Rodolfo Menéndez de la Peña

Sólido pilar de la educación en nuestro Estado (concluye)

J. Parra y Z.

En su honor se erigieron dos bustos, uno en Conkal en donde solamente existe el pedestal y otro en la Rotonda de los Hombres Ilustres en el Cementerio General de la Ciudad de Mérida.

Mi abuelo nunca fue político pero sentía una gran admiración por Felipe Carrillo Puerto y el 3 de enero de 1924, fecha fatídica en que fueron asesinados los hermanos Carrillo Puerto, él se encontraba a eso de las seis de la tarde en una banca de la Plaza Grande cuando de pronto fue detenido por unos soldados y llevado de inmediato al Palacio de Gobierno en donde el gobernador al interrogarlo le preguntó su nombre, nacionalidad y a qué se dedicaba, seguidamente tomó un listado y sorprendido le dijo: ¿Por qué está usted vivo, si de acuerdo a esta lista usted también debió haber sido fusilado esta mañana?

Quiero pensar que mi abuelo con su inteligencia y su gran dominio de sí mismo y el temperamento calmado que nunca lo traicionó, seguramente se habrá encogido de hombros.

Don Rodolfo nunca supo por qué estaba sentenciado a muerte ni la razón por la que le perdonaron la vida, pero después de esa plática con el gobernador salió del Palacio de Gobierno con el nombramiento de Secretario de Educación Pública del Gobierno del Estado.

Esa anécdota nos da una idea de la dimensión humana de mi abuelo y la recia personalidad de tan ilustre pedagogo.

El editor de esa obra fue el prestigiado escritor asturiano Alberto Cándano, misma que le fue narrada por Ada, nieta del ilustre pedagogo don Rodolfo Menéndez de la Peña, médica de profesión, de nacionalidad española, y quien reside en Asturias, España, en las inmediaciones de la casa solariega de los condes del Toral de cuya descendencia proviene el gran pedagogo don Rodolfo Menéndez de la Peña.

Un abrazo

Jorge Parra Zapata

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