Yucatán

¿Dónde está la justicia?

Pilar Faller Menéndez

Un cuerpo descuartizado yace en el cementerio, y en la cárcel no hay nadie

No encuentro palabras para expresar la indignación que siento ante la nota de la liberación de Pablo Santos García Gutiérrez, quien sádicamente asesinó al psiquiatra Felipe de Jesús Triay Peniche cercenando su cuerpo, el cual mantuvo en el mismo departamento en el que vivía, y que durante cinco días mantuvo el cadáver en él. Esto aconteció hace apenas cinco años y la forma brutal e inhumana del asesinato horrorizó y conmocionó a la sociedad yucateca, la cual no podía creer que estos hechos fueran cometidos por dos psiquiatras.

El autor intelectual, a pesar de haber sido también procesado, quedó libre al poco tiempo, pero García Gutiérrez no tenía escapatoria porque todas las pruebas encontradas en el lugar de los hechos no podían salvarlo de la justicia y de una larga condena por el asesinato brutal cometido.

La cárcel no borra el dolor ni el horror de los hechos, es quizá lo mínimo que merece un asesino de esta calaña, porque el daño cometido no resarce a una familia con apresar a alguien, pero es el único medio que tenemos para hacer justicia cuando alguien comete un crimen y, sobre todo, uno de esta magnitud.

Una vez más la justicia nos falla con el amparo concedido a un asesino que descuartizó un cuerpo y que fue condenado a 35 años de prisión, dejándolo libre a los cinco años, resolución tomada por el Tercer Tribunal Colegiado con sede en Cholula, es así como el papeleo funciona, cuando no se investigan a fondo las pruebas y un amparo más provoca la indignación y nos demuestra que la justicia en México nos sale debiendo con creces.

Al liberar al asesino, éste nunca se declaró inocente ¡faltaba más! Pero sí tuvo el descaro de comentar que fue forzado a declarar y que ante las pruebas ilegales, le fue otorgada su libertad, y con suma hipocresía dijo que se iba a dedicar a trabajar con la población vulnerable, y agradeciendo a los funcionarios de la cárcel por su apoyo y a quienes consideraba su segunda familia.

Luego dice que es importante que Yucatán sea un Estado seguro, me imagino que el crimen que cometió piensa que lo realizó en otro estado, porque descuartizar un cuerpo no es el reflejo de una persona en pleno uso de sus facultades mentales, y más increíble resulta que tuviera la profesión de psiquiatra, la cual me imagino no volverá a ejercer. ¿Cometer este tipo de crímenes nos convierte en un Estado seguro?

Hace algunos días pudimos leer la nota de la liberación de uno de los involucrados en el asesinato de la Sra. Elda Zurita Azcorra y su hija, la reconocida bailarina Cynthia Sue Ricalde Zurita el cual sucedió en la casa de las antes mencionadas en 1999, se trató de otro crimen sádico, ya que el culpable las ultimó a martillazos. El asesino cumplió veinte de los treinta y cinco años de su condena. Sería lógico pensar que el que comete un asesinato cumple este tipo de condenas tras las rejas, pero ya constatamos que no.

El juicio contra Martín Alberto Medina Sonda, ya comenzó. Se le acusa de ser el autor intelectual, y hay constancia de las amenazas que le hizo a su ex esposa Emma Gabriela Molina Canto. Medina Sonda, al igual que Enrique Lara en el caso del asesinato de Felipe Triay fueron autores intelectuales, los autores materiales del asesinato a puñaladas de Emma Gabriela fueron dos sicarios contratados por Medina Sonda, los cuales ya fueron sentenciados y se supone que van a cumplir una condena de cuarenta años. ¿Será que en este caso se haga justicia?

¿Quién responde por los crímenes cometidos en nuestro Estado? ¿Por qué un Tribunal de Cholula, en Puebla, le concedió el amparo a Pablo Santos García Gutiérrez? ¿Por qué nos está fallando la justicia cuando hubo un asesinato con saña, existe un cuerpo, dos responsables y en la cárcel no hay ninguno? ¿Qué explicación puede dársele a los familiares de Felipe Triay Peniche y a la sociedad yucateca? ¿Habrá algún valiente que tome la palabra y nos explique lo inexplicable?

No me queda más que expresar mi repudio contra el hecho de la liberación del sádico Pablo Santos García Gutiérrez, y mi gran decepción ante la falta de justicia del asesinato que cometió, mi apoyo a la familia Triay Peniche, y reclamar una explicación de porqué un cuerpo yace en el cementerio y en la cárcel no hay nadie.