Yucatán

La mentira y sus consecuencias

María del Pilar Faller Menéndez

“El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido,

porque estará obligado a inventar veinte más

para sostener la certeza de esta primera”.

Alexander Pop

La mentira es una afirmación que se hace con la consciencia de que no es verdad. Muchas veces tiene como objetivo “maquillar” la realidad o una parte de ésta ya sea para mejorar nuestra imagen, lo cual está asociado con nuestra personalidad por querer impresionar o mostrar algo que realmente no somos, tal vez por vergüenza o para poder mantener nuestra reputación.

Desde pequeños, Walt Disney en su película “Pinocho” nos dejó el mensaje de que mentir no era bueno y es que la omisión también es una falta a la verdad, ya que es la abstención de comunicar un hecho, lo cual constituye una carencia de moral. En la cotidianidad muchas veces cuando narramos un hecho solamente nos referimos a las partes socialmente aceptables, ocultando parcialmente la verdad, lo cual es también considerado una mentira.

Existe tolerancia a ciertas mentiras, dependiendo de la persona que provenga, o que es ya considerada un mentiroso consuetudinario, también somos benevolentes (aunque no se justifique tampoco), con aquellas que no son perjudiciales para nosotros, o que en un principio nos parecen inofensivas.

Seguramente habremos dicho en algún momento de nuestra vida alguna o muchas mentiras, en el afán de hacer que otra persona no sufra, sin que eso sea justificable, o bien, para evitar meternos en algún problema, y en el peor de los casos, para engañar y así poder sacar provecho de algo.

Vivir en un mundo sin mentiras es una utopía, y el saber que existen mentirosos no exige que debamos soportar o no confrontar la mentira o engaño, ya que son traiciones que pueden dañarnos o causar una desilusión sobre la persona que las dice. Las mentiras piadosas finalmente son mentiras, y probablemente el recipiendario de éstas no necesita de esa falsa piedad, sino la verdad, que aunque a veces duela, es la realidad.

El hábito de mentir muchas veces provoca que el mentiroso se crea sus propias mentiras y las convierta en su realidad. La mentira no trae nada bueno a nuestra vida, ni a nuestra moral. Reza en la Biblia: “conoceréis la verdad, y ésta os hará libres”. Por tanto, vivir en libertad es no tener nada que esconder, es vivir en la realidad de este mundo y no el de las mentiras que quisiéramos creer.

Una mentira es como una bola de nieve, porque para taparla, hay que decir muchas mentiras más. Ser honesto es una virtud muy apreciada que vuelve a quien lo es, una persona valiosa.

La historia guarda una lista de personas sobresalientes cuyas mentiras tuvieron serias consecuencias, entre ellos se puede enumerar a algunos de ellos, porque si se tratara de políticos mexicanos la lista sería interminable:

Richard Nixon, el que pudo ser uno de los presidentes más exitosos de los Estados Unidos durante su mandato de 1969 a 1974 es recordado por el famoso e infame escándalo de Watergate, ya que se descubrió mentira al negar haber participado en el robo sin éxito contra la sede del Partido Demócrata, viéndose obligado a renunciar a su cargo para poder así evitar un juicio político.

Stephen Glass fue un reportero considerado como la estrella en el periódico estadounidense The New Republic de 1995 a 1998, pero justamente en este último año, gracias a que otro reportero quiso verificar los detalles de sus historias, se descubrió que Glass había inventado la mayoría de ellas, por lo que obviamente fue despedido.

Bill Clinton, el cuadragésimo segundo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, durante su mandato de 1993 a 1998, tenía fama de mujeriego, y muchas mujeres aseguraron haber tenido aventuras amorosas con él, aunque la más sonada y lamentable, ya que resultó un verdadero escándalo, fue la aventura que sostuvo con la pasante de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, la cual ambos negaron, pero todavía se recuerda su declaración diciendo: “No tuve relaciones sexuales con esa mujer”, aunque después de un fallido intento de un juicio político, toda la historia de la aventura de Lewinsky y Clinton salió a la luz.

La lista anterior podría ser interminable y pertinente para una colaboración que enliste a los mentirosos más grandes de nuestra historia entre los cuales estarían incluidos muchos funcionarios mexicanos y la colaboración se alargaría de una manera considerable. Concluyo ésta con una frase de un hombre sabio:

“Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira”.

Mahatma Gandhi