Yucatán

Hablemos de mujeres misándricas

Ana María Ancona Teigell “Todos los hombres son

Iguales.”

Frase popular.

Los hombres siempre se han quejado de que las mujeres los tenemos catalogados a todos por igual y eso no es verdad, porque sabemos que hay hombres buenos, responsables, honrados, respetuosos, con valores, moral y principios.

Pero, desgraciadamente, la mayoría de los golpeadores, asesinos, feminicidas, violadores, etc., son hombres y eso es una realidad que no se puede negar.

Lo que sí es verdad es que hay mujeres que odian a los hombres y se les conoce como “misándricas” y con tal de hacerles daño utilizan todas sus armas para destruirlos. Los calumnian, golpean, desacreditan, injurian, atacan con mentiras, etc.

Los expertos dicen que hay mujeres que se expresan mal de los hombres por un desencanto amoroso, porque les mintieron o jugaron con sus sentimientos y esto es normal. Ahora, si la creencia se profundiza y la mujer llega a expresar que puede prescindir del género masculino para vivir o, peor, que lo odia, estamos frente a un caso de “misandria”.

El término surge a raíz de la lucha femenina por levantar el sometimiento histórico del hombre y reclamar un mejor lugar en la sociedad con el objetivo de no ser considerada como un ser humano de segunda.

A diferencia de la Androfobia (miedo intenso e irracional hacia el hombre), en la “misandria” lo que predomina es el odio o la aversión al hombre, el considerar al hombre innecesario para vivir.

Una persona “misándrica” odia a los hombres, una mujer feminista no, ella quiere reivindicar los derechos femeninos y eso no implica odiar a los hombres. Un ejemplo de esto puede ser cuando una madre enfrenta un proceso de divorcio conflictivo y no deja al padre ver y convivir con sus hijos. Es cuando la mujer le echa la culpa al hombre de todo lo que le pasa, en lugar de hacerse responsable de las decisiones que toma y del control de su vida.

Otra cuestión muy importante a tener en cuenta, es poder investigar en qué momento de la vida, en esa persona comienza a desarrollarse la “misandria”, para poder ver si tiene relación con alguna experiencia de vida o alguna situación traumática. En algunos casos, un pensamiento radicalizado como este puede tener origen en alguna situación difícil con el hombre y haberse fortalecido en otros momentos.

La “misandria” puede manifestarse de diferentes maneras como: “el desprecio, la denigración de la figura masculina e, incluso, puede conllevar a actos de violencia”.

Asimismo, se puede apreciar la “misandria” cuando las mujeres no cumplen sus promesas con los hombres, terminan sus relaciones sentimentales sin razón aparente, los hacen sentir miserables e inútiles, etc.

Cuando el odio se orienta hacia hombres y mujeres de manera indistinta, el fenómeno se conoce como “misantropía”. El sentimiento opuesto es la “filantropía”, es decir, el amor hacia la humanidad.

La terapia cognitiva conductual es una buena herramienta para salir adelante de este sentimiento tan irracional que muchas mujeres experimentan hacia los hombres. Terapias en las que puedan enfrentar las agresiones que han vivido en su infancia, adolescencia o edad adulta, que las orillaron a odiar a los hombres, porque ellos fueron los que les causaron un grave daño.

De una manera u otra, la “misandria” puede representar un problema en la vida de una persona y traerle diferentes dificultades, ya sea en la pareja, en el trabajo o en la familia si no se trata con especialistas para sanar los traumas que la llevaron a sentir ese odio.