VALLADOLID, Yucatán, 2 de febrero.- El Día de la Candelaria, el santuario de la Virgen se llenó de gente que iba a visitarla; provinieron de distintos lugares, tanto cercanos como lejanos.
La afluencia se debió a que ya solo faltan unos días para que la suban (el 4 por la noche) y la gente estaba aprovechando.
Muchos tocaron la efigie con ruda, otros llegaban con velas prendidas para orar un momento, dejando que las velas se derritieran y la cera llegara a sus manos. Existe la creencia de que del número de los integrantes de la familia, se debe de llevar el doble de velas, para dejar la mitad en la iglesia y la otra llevarla a sus casas; la ruda, por su parte, retorna a los hogares luego de tocar a la Virgen y, si hay alguna dolencia, se unta y –se cree– con ello se cura.
Estas acciones la hacían visitantes de distintos lugares, tanto de cerca como muy distantes; la fe a la Virgen de la Candelaria es enorme y no tiene distancias. Desde años atrás es venerada por los antiguos vallisoletanos, desde su aparición en montes de Popolá, rumbo a Pixoy; el Pbro. Modesto Góngora bendijo el camino diciendo “Ubejil Colebil”, que quiere decir ‘camino de la Virgen’ –según investigaciones del escritor Medardo Castillo Álvarez–, desde entonces se venera.
(Manuel Vázquez Rivero)