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Yucatán

Pronto habrá… cambios trascendentales en esta generación

Ariel Juárez García “…tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios,… porque para eso fui enviado”

Evangelio de Lucas 4:43

Cuando Jesucristo comenzó su ministerio terrestre, declaró: “También tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios a otras ciudades, porque para eso fui enviado”. (Ver Evangelio de Lucas 4:43) Al Hijo de Dios le encantaba hablar de ese Reino. Según la Biblia, hablaba más de eso que de cualquier otra cosa. Durante su ministerio de predicación lo mencionó más de cien veces. El Reino de Dios ocupaba un lugar muy especial en su corazón. (Ver Evangelio de Mateo 12:34).

Poco después de resucitar, Jesús se reunió con más de quinientos –discípulos suyos– futuros proclamadores de ese Reino. (Ver 1 Corintios 15:6). Quizás haya sido en esa ocasión cuando dio su famosa orden de llevar el mensaje del Reino de Dios a “gente de todas las naciones”. ¡Una tarea monumental, sin duda! Jesucristo predijo que esta gran labor no acabaría sino hasta “la conclusión del sistema”. (Ver Evangelio de Mateo 28:19, 20).

Hoy día, millones de personas de diferentes países conocen la oración del “Padre nuestro”. Esta dice en un principio: “Padre nuestro que estás en los cielos, que tu nombre sea santificado. Que venga tu Reino. Que se haga tu voluntad, como en el cielo, también en la Tierra.” (Ver Evangelio de Mateo 6:9, 10). Cuando se les pregunta si oran pidiendo ese Reino, muchísimas personas responden que sí. No obstante, lo extraño es que, cuando se les pregunta qué es ese Reino, la mayoría de ellas dicen que no lo saben o contestan de manera vaga e imprecisa.

Entonces… ¿Por qué piden tantas personas por el Reino de Dios si ni siquiera saben qué es? ¿Será que el Reino es un concepto complejo o impreciso?... Muy al contrario: en la Biblia se explica clara y detalladamente lo que es el Reino de Dios, y ese mensaje puede darle verdadera esperanza a todo tipo de persona, sin importar su edad, raza, nacionalidad, idioma, posición económica o social,… sobre todo, en estos tiempos tan turbulentos.

En el primer siglo de la Era Común, los apóstoles estaban ansiosos por saber cuándo establecería Jesucristo su Reino, de manera que le preguntaron: “Señor, ¿vas a restaurar el reino en Israel en este tiempo?” (Ver Hechos de los apóstoles 1:6.) Hoy día, unos dos mil años después, muchas personas siguen preguntándose con impaciencia: “¿Cuándo vendrá el Reino de Dios?”.

Puesto que Jesucristo hizo del Reino de Dios el tema principal de su predicación, es de esperar que contestara esa pregunta. Y así fue, pues habló extensamente de un período concreto de tiempo al que llamó “la presencia del Hijo del hombre” (ver Evangelio de Mateo 24:37). Dicha presencia guarda estrecha relación con el establecimiento del Reino mesiánico. Por eso, ¿qué es la presencia de Jesucristo?

La presencia de Jesucristo comenzaría mucho tiempo después de su muerte. En una de sus parábolas, él mismo se comparó a un hombre de familia noble que “viajó a una tierra lejana para asegurarse la posición de rey…”, es decir, “un reino” (ver Evangelio de Lucas 19:12). ¿Cómo se cumplió esta ilustración profética? Pues bien, una vez que Jesucristo murió y fue resucitado, viajó a la “tierra distante”, que representa el cielo. Y tal como predijo en una parábola similar, “mucho tiempo después…vino…”, es decir,… volvería investido de poder real (ver Evangelio de Mateo 25:19).

Algunos años después de que Jesucristo ascendió al cielo, el apóstol Pablo escribió: “[Jesús] ofreció un solo sacrificio para siempre por los pecados, y se sentó a la derecha de Dios, y desde entonces está esperando a que se ponga a sus enemigos como banquillo para sus pies”. (Ver Hebreos 10:12, 13).

Así que, tras ascender al cielo, Jesús esperó un largo tiempo. Dicha espera finalmente concluyó cuando Jehová Dios colocó a su Hijo en el trono celestial del Reino mesiánico,… prometido tanto tiempo atrás. En ese momento comenzó la presencia de Jesucristo como Rey celestial. Pero ¿verían los seres humanos ese acontecimiento trascendental?

La presencia de Jesucristo en los cielos es “invisible”. No hay que olvidar que Jesucristo habló de “la señal de su presencia”. (Ver Evangelio de Mateo 24:3). Se puede deducir entonces que, si su presencia fuera visible a los ojos del ser humano,… no se necesitaría una señal. Sirve de ejemplo la siguiente ilustración: Imagine que usted emprende un viaje a la costa para ver el mar abierto. Quizá encuentre, a lo largo del trayecto, señales que le van indicando cuál es la ruta a seguir, pero una vez que llegue a la orilla de la playa y contemple el inmenso mar que se extiende hasta el horizonte, ¿esperaría encontrar un gran letrero que dijera: “Este es el mar”? ¡Claro que no! ¿Para qué ponerle una señal a algo que uno mismo puede reconocer si ya está delante de sus ojos?

Si Jesucristo tuvo que dar detalles de la señal de su presencia, es porque ésta no sería evidente. En realidad, la señal qué él diera, sólo ayudaría a percibir algo que tendría lugar en la región celestial. Aquella ocasión, en que los fariseos le preguntaron cuándo vendría el Reino de Dios, él les contestó: “El Reino deviene de manera que se pueda observar claramente”. (Ver Evangelio de Lucas 17:20). Entonces, ¿cómo revelaría la señal que la presencia de Jesucristo ya habría comenzado?

La presencia de Jesucristo –señalan las Sagradas Escrituras–, sería un período marcado por graves problemas en la Tierra. El mismo dijo que su presencia como Rey en los cielos sería un tiempo de guerras, hambrunas, terremotos, epidemias (o pandemias) y delincuencia aquí en la Tierra. (Ver Evangelio de Mateo 24:7-12; y Evangelio de Lucas 21:10, 11).

¿A qué se debe todo ese sufrimiento que se padecería aquí en la Tierra? La Biblia explica que Satanás –poderosa criatura invisible que controla los sucesos actuales del mundo y promueve la peor conducta humana– “el gobernante de este mundo”,… está lleno de ira, pues sabe que le queda poco tiempo de actividad, ahora que ha comenzado la presencia de Jesucristo como Rey celestial. (Ver Evangelio de Juan 12:31; y Apocalipsis 12:9, 12). De hecho, en esta generación hay abundantes pruebas visibles de la manifestación de la cólera de Satanás y de la presencia celestial de Jesucristo. Tales pruebas se han visto a una escala mundial y sin precedentes desde 1914, año en que, según los historiadores, el mundo cambió.

Quizá a muchísimos les parezca que todo esto pinta un cuadro muy sombrío, pero… no es así. En realidad, las cosas que están pasando indican que el Reino mesiánico –de Jesucristo– ya está gobernando en los cielos. Muy pronto, ese gobierno en su posición actual asumirá el dominio de toda la Tierra, desde su posición celestial. Pero ¿cómo podrían los seres humanos saber que ese Reino celestial existe y lo que deben hacer para ser sus súbditos, desde su posición aquí en la Tierra?

Las Santas Escrituras –la Biblia– señalan abiertamente que, durante la presencia de Jesucristo en los cielos, se realizaría una obra mundial de predicación de sus enseñanzas. Jesucristo declaró que su presencia sería un período parecido a “los días de Noé”. (Ver Evangelio de Mateo 24:37-39). Este personaje bíblico –Noé– no sólo fue el constructor del arca que protegió con vida a su familia y animales de todo género, también fue un “predicador de justicia” (ver la segunda carta del apóstol Pedro 2:5). Por más de 40 años advirtió a la gente que se acercaba el castigo divino. Pues bien, Jesucristo dijo que sus seguidores harían una obra similar durante su presencia. “Y las buenas noticias del Reino –profetizó– se predicarán en toda la Tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Ver Evangelio de Mateo 24:14.)

El Rey que el Dios verdadero Jehová ha nombrado ya está gobernando –desde los cielos– en medio de sus enemigos. (Ver Salmo 110:2). Pero aún en este mundo corrupto y alejado de Dios, se viven días y situaciones difíciles de controlar. El Mesías –Jesucristo– está cumpliendo el deseo de su Padre celestial, de buscar a todos los que quieren conocer cómo es Jehová Dios en realidad y adorarlo “con espíritu y con verdad”. (Ver Evangelio de Juan 4:24)… Pronto habrá… cambios trascendentales en esta generación.

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