
La madrugada quedó fría y silenciosa en la Central de Abasto de Mérida, pero el silencio se rompió con gemidos y con la evidencia de una violencia que no ha dado tregua este año: trozos de carne con veneno esparcidos en calles y patios; perros que buscan comida y que, minutos u horas después, agonizan con espuma en el hocico.
Ayer ese fue uno de dos casos que llegaron a la Fiscalía General del Estado (FGE) y al enojo de comerciantes y vecinos, con 4 canes muertos y 11 rescatados.
En el primer caso, según denuncias locales, por lo menos dos perros fueron encontrados muertos y tres sobrevivieron en la zona de la Central de Abasto, lo que provocó la aprehensión del presunto autor material, apodado “La Pepa”. Las indagatorias, según reportes, apuntan a que habría actuado por encargo de dos sujetos con nombres Gabriel y Silverio.
En el segundo hecho, la FGE informó que, tras una denuncia, agentes de la SSP rescataron ocho canes en condición de desnutrición del interior de una vivienda abandonada ubicada en la calle 57 con 108 y 110 del fraccionamiento Sol Caucel. En el lugar, dos animales fueron encontrados sin vida. Asimismo, continúa la investigación para dar con los responsables.
Estos hechos son parte de una oleada. Desde inicios de 2025 –y con episodios que se repiten casi semanalmente en varios municipios– Yucatán ha visto cómo barrios enteros y zonas comerciales se convierten en escenarios de carnadas mortalmente envenenadas: Gran San Pedro Cholul (al norte de Mérida) ha registrado hallazgos reiterados de perros, gatos y fauna silvestre con signos de intoxicación; Tizimín reportó varios animales muertos en calles y fraccionamientos; en Progreso y en poblaciones como Pisté también hubo reportes de muertes por presunto envenenamiento. En todos los casos, la sospecha recae en cebos con algún tóxico regado a propósito.
Sin registro oficial de casos
No existe (hasta ahora) una cifra oficial pública consolidada que sume todos los expedientes del año por tipo de agresión y municipio. Sin embargo, se han difundido en POR ESTO! los siguientes casos este año.
Central de Abastos, Mérida (15 de octubre de 2025): 2 animales reportados muertos y 3 salvados (caso que motivó detenciones y videos de cámaras).
Gran San Pedro Cholul, Mérida (8–10 de octubre de 2025): varios reportes de entre 5 y 8 perros muertos, más fauna silvestre (zarigüeyas, tlacuaches); vecinos contabilizan decenas de animales afectados en semanas consecutivas.
Tizimín (abril–octubre de 2025): episodios mediatizados en los que se hallaron entre 3 y 5 perros en distintos momentos; en algunos reportes locales se habla de “suman cuatro o cinco” encontrados sin vida en una zona.
Progreso (marzo de 2025): investigación por la muerte de al menos cuatro perros en distintos hallazgos que activaron a grupos de rescate y ONG locales.
Pisté (marzo de 2025): reportes de al menos cinco perros y un gato hallados sin vida; autoridades señalaron al presunto responsable.
Más de 300 denuncias
Sumando únicamente los casos anteriores documentados en prensa –sin contar eventuales hallazgos pequeños o sin denuncia– obtenemos un mínimo comprobado de alrededor de 30–40 animales muertos por envenenamiento en varios episodios de 2025. Distintas fuentes vecinales citan, además, cifras puntuales por sectores –por ejemplo, informes vecinales que mencionan “38 animales envenenados en diferentes zonas de Mérida”–, lo que sugiere que el número real podría ser mayor si se consolidaran todas las actas ministeriales y reportes municipales.
Las autoridades estatales y municipales han recibido –según comunicados y noticias– decenas y hasta centenas de denuncias por maltrato: en abril de 2025 se reportaron más de 300 por maltrato animal, con el envenenamiento como principal motivo. Esto apunta a una problemática extendida y persistente, no a incidentes aislados.
Los oscuros motivos
Entre las causas de esta ola de muertes de animales callejeros y domésticos, que emergen de entrevistas con vecinos y notas de campo, están: conflicto entre vecinos por perros callejeros, venganza contra animales que habría “molestado” o atacado, uso de veneno por particulares que justifican su acción como control de plagas, e incluso posibles encargos (como parece en el caso de la Central de Abastos).
Lo preocupante, subrayan activistas y autoridades, es la recurrencia y la peligrosidad del método: cebos que no distinguen entre animal de compañía o fauna silvestre y que además ponen en riesgo a niños, a transeúntes y al entorno urbano.

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Los animales, domésticos o callejeros, comen el alimento sin sospechar, luego se retuercen o convulsionan, y sucumben horas después. Los casos aislados de supervivencia dependen muchas veces de la rapidez con que alguna persona lleva al animal a un veterinario, si logra reconocer que fue intoxicación.
¿Qué dice la ley en el estado?
En Yucatán el maltrato y la crueldad contra animales están tipificados en el Código Penal estatal. Tras reformas y la llamada “Ley Rufo” (iniciativa aprobada por el Congreso estatal en 2024), el Código contempla capítulos específicos de delitos contra los animales:
El artículo 407 define actos de crueldad y maltrato contra animales domésticos. El 408 establece sanciones para “delitos de crueldad en contra de animales”: penas que van, según la gravedad, de varios meses hasta 10 años de prisión en casos agravados; además se especifican multas y la posibilidad de decomiso y pérdida de custodia. El artículo 409 regula sanciones cuando el acto provoca la muerte del animal (con penas que van de 6 meses a varios años y multas en Unidades de Medida y Actualización).
En resumen, la ley estatal contempla desde sanciones administrativas hasta penas de prisión (según el grado de crueldad, la muerte del animal, la repetición del hecho o el uso de métodos extremadamente dolorosos).
¿Se han aplicado sanciones?
Aunque activistas denuncian impunidad en muchos casos, en Yucatán ya existen sentencias y procesos que muestran que la norma se aplica. Entre los antecedentes relevantes está el caso del perro conocido como “Rufo” (hecho que conmovió a la opinión pública) culminó en una sentencia de 3 años y 9 meses de prisión para el responsable, además de multa y reparación de daño simbólica. Fue una de las primeras sentencias relevantes por crueldad animal.
Asimsimo, la Fiscalía del Estado ha informado públicamente sobre procesos, detenciones y sentencias. Pese a esto, organizaciones civiles sostienen que muchas denuncias no terminan en sentencia: en enero–abril de 2025 se señaló la existencia de “centenares” de denuncias con un número reducido de fallos condenatorios, aunque la Unidad Especializada en Delitos de Maltrato Animal del estado para perseguir estos delitos.
¿Qué hacen las autoridades?
Autoridades municipales (Unidad de Medio Ambiente y Protección Animal de Mérida, por ejemplo) intervienen en levantamiento de cuerpos, denuncias formales y coordinación con la Fiscalía para evidencia forense; también han difundido llamados a denunciar y a no manipular las zonas afectadas. En el caso reciente de la Central de Abastos la SSP detuvo a un sujeto en flagrancia y la Fiscalía recabó pruebas.
Por su parte, la Fiscalía Estatal dispone de una Unidad especializada en delitos contra animales y ha difundido campañas informativas sobre las penas previstas. Sin embargo, colectivos y asociaciones protectoras piden protocolos más rápidos (análisis toxicológico, preservación de escenas) y sanciones efectivas.
Vecinos y activistas organizan denuncias públicas, marchas y vigilancias vecinales; muchas veces difunden la evidencia (videos de cámaras de negocios y fotos) que ayudan a identificar a los autores. En varios hechos recientes, precisamente, fueron los propios locatarios quienes usaron cámaras para identificar al sospechoso.
En los casos de ayer, mientras “La Pepa” espera su destino judicial –por el envenenamiento de canes en la Central de Abasto– y la Policía encuentra a los responsables del abandono de animales en Ciudad Caucel, decenas de comunidades continúan con el miedo constante de que aparezcan cebos mortales en calles, patios o parques.
Cada vez que un perro o gato muere en silencio, queda esa pregunta latente que atraviesa a quienes los quisieron: ¿por qué la crueldad humana?