
El cáncer cérvicouterino, pese a ser prevenible, sigue cobrando vidas y mantiene a Yucatán por encima del promedio nacional en incidencia: 17 casos por cada 100 mil mujeres, frente a la media mexicana de seis.
La cifra refleja una alerta de salud pública que pone en evidencia las carencias en prevención y acceso oportuno a servicios médicos.
De acuerdo con la oncóloga médica Mónica Yasmín Durán Pérez, ocho de cada diez casos están relacionados con el virus del papiloma humano (VPH), lo que hace fundamental la vacunación y la detección temprana. Sin embargo, en México, la mortalidad alcanza las 6 defunciones por cada 100 mil mujeres, es decir, la mitad de las diagnosticadas no sobrevive.
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El panorama es aún más crítico en zonas rurales del país: en San Luis Potosí, por ejemplo, se han registrado hasta 52 casos por cada 100 mil mujeres, una cifra que cuadruplica la media nacional y refleja la desigualdad en la cobertura de programas preventivos.
En Yucatán, aunque el nivel de incidencia no llega a esos extremos, la situación sigue siendo preocupante. Muchas mujeres llegan al diagnóstico en etapas avanzadas, cuando las posibilidades de recuperación se reducen drásticamente.
Ventana para la detección
Durán Pérez explicó que existen tres niveles de prevención, de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana (NOM): la primaria, con vacunación contra el VPH para niñas de 9 a 14 años; la secundaria, con estudios de detección como el Papanicolau a partir de los 25 años; y la terciaria, que busca tratar lesiones premalignas antes de que evolucionen a cáncer.
“El cáncer cérvico uterino tarda entre 10 y 15 años en desarrollarse. Tenemos una ventana enorme para detectarlo a tiempo y evitar muertes, pero es necesario perder el miedo a acudir a un chequeo”, subrayó la especialista.
“Lo más importante es perder el miedo a acudir a un chequeo. El cáncer cérvico uterino tarda entre 10 y 15 años en desarrollarse desde el momento de la exposición al virus, lo que nos da una ventana enorme para detectarlo y evitar consecuencias fatales”, subrayó.
Recordó que la enfermedad no presenta síntomas en etapas iniciales, lo que vuelve crucial la detección oportuna. Los principales signos de alarma son sangrado anormal, secreción con mal olor, dolor pélvico persistente y sangrado en mujeres menopáusicas.
Finalmente, la especialista hizo un llamado a derribar tabúes y acudir con regularidad a revisión médica.