Yucatán / Sucesos

Abandonaron todas sus propiedades

Por Luis Enrique Tuz

CAOBAS, OTHÓN P. BLANCO, 15 de noviembre.- Sin rastros del transportista, ganadero y acopiador de miel J.B.G.M., quien fue secuestrado el pasado 7 de noviembre, aunque versiones extraoficiales indican que ya fue liberado en la ciudad de Mérida, pero no se ha presentado en la comunidad y sus negocios están abandonados; pobladores desconocen de su paradero al igual que de sus familiares, aunque intuyen que deben estar en la capital de Yucatán, donde uno de los hijos del septuagenario, A.G.C., ultimó a un policía ministerial.

En Caobas, poblado del municipio de Othón P. Blanco, ubicado en la carretera Chetumal-Escárcega, cerca de los límites con Campeche, ha causado estupor la manera en la que la familia más pudiente de la región desapareció de la noche a la mañana abandonando todas sus propiedades. Aunque luego por los medios de comunicación se enteraron en dónde estaban y qué hizo el hijo del secuestrado, A.G.C.

Durante la mañana, en la zona montañosa, las bajas temperaturas mantienen a la mayoría de los habitantes de Caobas en sus hogares; sin embargo, a través de las rendijas de las casas de madera y láminas de zinc, observan todo lo que pasa en la casa más popular de los últimos cuatro días, la de J.B.G.M., sin estar vigilada.

En el parque central de la comunidad maderera, algunos señores se reparten polvo y grava para construir sus pisos; todos se conocen y saben quiénes no son del poblado; no dicen nada, pero con la mirada siguen todos los movimientos, aunque no sean sospechosos.

La mayoría saben lo acontecido desde el pasado 7 de noviembre con el secuestro de J.B.G.M. cerca de la comunidad, y como es lógico no se atreven a mencionar nada, porque el problema se complicó en demasía y no saben nada de la familia.

Una señora que omitió su nombre, al momento que leía el diario POR ESTO! mencionó: “Sólo Dios sabe lo que sucedió”. Y agregó que A.G.C., que por lo visto se desesperó, y al notar algo sospechoso actuó como ya se sabe y publicado está, al parecer la mujer que iba con él le dio una pistola con la que asesinó al agente policíaco Manuel Felipe Nery Blanco Méndez.

De la esposa de A.G.C., y sus hijos no saben nada, pues también desaparecieron de la comunidad Caobas.

Cerca del domicilio de J.B.G.M., una señora, antes de que se le haga pregunta alguna, disparó “yo no sé nada”, e inmediatamente entró a su domicilio y cerró las puertas.

Ya enfrente del domicilio del secuestrado y presuntamente liberado en la ciudad de Mérida, Yucatán, los vendedores de agua, pozole y tamales pasan a toda prisa sin detenerse con rumbo al parque de la comunidad.

La casa de dos plantas, propiedad de J.B.G.M., desde hace cuatro días se encuentra cerrada; el último día que vieron a sus familiares allí fue el domingo, nadie observó que se marchen, pero cuando amaneció el lunes, ya estaba deshabitada y desde ese día se mantiene en las mismas condiciones.

Desde hace cuatro días el domicilio se encuentra deshabitado, nadie sabe la hora en la que se marcharon ni a donde fueron, pero por las noticias se han enterado que están en Mérida, Yucatán, sólo eso; sobre la liberación de J.B.G.M., nadie les ha informado de manera oficial, sólo han sido rumores.

Las puertas de la casa ubicada en la calle Insurgentes con Othón P. Blanco, de la comunidad Caobas, están marcadas con las letras SSA y el número 416, pero están con candado.

En el interior de una amplia cochera se encuentran estacionadas tres camionetas, a primera vista se observa una “combi” marca Toyota tipo Hace, con placas de circulación A-719-TMA, con número económico 121 y con el logotipo de la Unión Local de Transportistas del Cambio (Untrac).

También está un carro de la marca Nissan tipo Versa de color azul, con placas de circulación UUG-765-E, y una camioneta sin placas de circulación marca Ford.

Frente al domicilio hay un “minibús” de la marca Mercedes Benz, con placas de circulación 795-357-T, y número económico 30, con el logotipo de la Untrac, la cual cubre la ruta Caobas-Chetumal.

Tanto la “combi” como el “minibús” eran conducidos por los hijos del secuestrado, R.G.C. y A.G.C., éste último detenido en la ciudad de Mérida, Yucatán, por el asesinato de un policía.

Además se encuentra una camioneta tipo estaquitas, con placas de circulación SZ-9381-H, con cabina color azul, la cual se está estacionada en la calle Insurgentes de la comunidad de Caobas.

En el interior de la casa se encuentra una báscula, fierros y equipos propios de un taller de mecánica, porque la familia también se dedicaba a reparar sus unidades de transporte.

En la segunda casa de la familia del secuestrado, donde habitaba A.G.C., que se encuentra sobre la calle Insurgentes con Francisco Yáñez, se tiene estacionado en la maleza un volquete, con placas de circulación TB-7366-B, y con número económico 02.

Además, a la vuelta de la esquina hay estacionado un tractor, junto a la casa que se encuentra abandonada también desde el pasado lunes, y aunque los trabajadores se acercan, porque también hay un taller, no pueden entrar, de acuerdo con los datos recabados entre la población, porque los vecinos vigilan desde las rendijas de sus casas de madera lo que sucede en la casa.

Muy cerca se encuentra el centro de acopio de miel de la misma familia, que compraba el producto al mayoreo a los apicultores, el cual durante el año tuvo mucha actividad, pero hoy se encuentra cerrado.

El rancho de la familia se encuentra sobre el camino de entrada a los vestigios arqueológicos de Chakanbakán, justo en la carretera y caminos sacacosechas en donde se forma una “T”, allí se tiene una infraestructura de corrales de manejo, báscula para pastizales, abrevaderos de agua, entre otros.

Sin embargo, el ganado bovino fue movilizado a otro rancho de la familia del secuestrado, el cual se encuentra cerca de la comunidad de San José de la Montaña, muy lejos de donde sucedieron los hechos del secuestro, pero también en el municipio de Othón P. Blanco, cerca del poblado de Nicolás Bravo, sobre el camino que va al ejido maderero de Tres Garantías.

Los trabajadores sólo lamentan lo que sucedió y señalan que tienen rumores de que ya fue liberado J.B.G.M.; sin embargo, no ha llegado al pueblo porque al parecer “el problema se les complicó”.

“Eso lo sabemos por lo que se ha publicado en los medios de comunicación y redes sociales”, afirman.

De la indignación por el secuestro del ganadero J.B.G.M., los habitantes pasaron a la preocupación, porque los cimbró que A.G.C., uno de los hijos del plagiado, esté vinculado a proceso por el asesinato de un policía ministerial y por los presuntos nexos con actividades ilícitas y R.G.C., quien se encuentra desaparecido.

Como es lógico, los pobladores no se atreven a opinar de lo sucedido, incluso hasta las propias autoridades de la comunidad se autocensuran, porque “en boca cerrada no entran moscas”.

Los pocos que acceden a hablar, bajo anonimato, señalan que el secuestro fue muy lamentable, pero lo más preocupante es que A.G.C. haya ejecutado al agente de la policía Manuel Felipe Nery Blanco Méndez enfrente de las oficinas de la Fiscalía General de Yucatán.

“No vislumbramos por qué lo hizo, ya que lo conocemos desde niño y es una persona en lo que cabe normal, pues se ha dedicado a trabajar con su familia en el rancho y en el transporte rural”, dijo un entrevistado.

También señalan que lo otro y peor aún, es que el crimen organizado le haya pedido a A.G.C. ejecutar a un policía del Estado de Yucatán a cambio de la libertad de J.B.G.M., cuando supuestamente pagaron los dos millones de pesos por la liberación, pero el hecho es que no están en la comunidad de Caobas. Esas versiones tienen confundidos a los habitantes de Caobas.

De acuerdo con los datos recabados, los habitantes de Caobas conocen de vista, y en algunos casos de amistad, a la familia del secuestrado J.B.G.M., por lo que señalan que no los han visto ni tienen el menor indicio que esté metido en actividades ilícitas, pero que sí tienen conocimiento desde hace varios años que es un próspero ganadero, trasportista y acopiador de miel.

Es también uno de los fundadores del ejido Caobas, y por ley les corresponden extensas porción de tierras, regalías y ganancias que les da el ejido.

Además los conocen como trabajadores y que son ahorrativos, y lo poco o mucho que ganan lo han invertido; “por eso tienen tantas propiedades que se ha vuelto envidia de unos cuantos”, afirman.

Los ciudadanos lamentan el secuestro de la cabeza de la familia González, y por lo que han leído en los medios de comunicación y redes sociales, que ahora los están inmiscuyendo en actividades ilícitas propias del narcotráfico, lo cual nos hace ponernos a pensar dos veces.

“Ahora los que estamos trabajando de manera limpia y que estamos tratando de ahorrar un poco de lo que dejan nuestras actividades productivas, tenemos miedo que algún día nos involucren en un problema similar”, aseguran.

Además solicitan a las autoridades un poco de vigilancia policíaca, porque en la zona de Caobas, Tres Garantías, Nicolás Bravo y la zona limítrofe con el estado de Campeche, las carreteras están abandonadas.

Incluso, señalan que después del secuestro no se instaló ningún retén, cuando en otras ocasiones mejoró un poco la vigilancia, por lo que desconocen la razón de que no actuaran igual en esta ocasión.

Otro ciudadano afirmó que pese al temor que existe en la zona de Caobas continuarán trabajando, por lo que reiteraron que se requiere una mejor vigilancia, ya que no quieren tomar la justicia por mano propia.

Aunque también se resisten a creer que A.G.C. se encuentre involucrado en el secuestro de su padre, debido a que existe mucha confusión por los hechos registrados recientemente sobre el mismo caso.

También señalaron que es necesario que se esclarezca todo este problema que se originó con el secuestro de J.B.G.M., pues ya no saben lo que está sucediendo, ya que todo este embrollo dio un giro de 180 grados.

Finalmente solicitaron que se refuerce la vigilancia policíaca en Caobas, Nicolás Bravo y zona limítrofe, para que exista una mayor tranquilidad entre los ciudadanos, campesinos y productores.

Mientras, en el camino a la comunidad, calles y en el propio edificio del destacamento de la Policía Rural, no existen agentes para garantizar la seguridad de una población que se encuentra preocupada por el secuestro de uno de sus habitantes, y que concluyó en una tragedia familiar cuando uno de los hijos, A.G.C., asesinó a un policía en Mérida, Yucatán, lo cual lo mantiene detenido.