Falleció un bebedor consuetudinario, quien fue identificado como José Marcelino Torres, tenía 42 años de edad, y habitaba en un predio sin número de la calle 7 entre 26 y 28 de la colonia Melchor Ocampo; le sobreviven su cónyuge y siete hijos, sus vecinos y amigos le llevaban de comer, pero prefería ingerir bebidas alcohólicas, hasta que éstas terminaron con su existencia.
Ayer miércoles, poco después de las 8:00 de la mañana, el señor Humberto Jiménez López le llevó su desayuno al difunto, manifestó que lo estuvo llamando y como no obtuvo respuesta entró al predio y se percató que la puerta no estaba cerrada con llave, como era costumbre de su amigo.
Empujó la puerta y descubrió que “Cepi” estaba tirado en el suelo, debajo de su hamaca, boca arriba, lo movió y se percató que estaba muerto, y fue en busca de la policía.
Encontró a la patrulla 6402 de la Secretaría de Seguridad Pública y le informó al responsable de la unidad que su amigo “Cepi”, como era conocido, estaba muerto; el oficial Gilmer Escalante Cortés acudió al domicilio y confirmó lo dicho por Jiménez López, por la posición y el estado en que se encontraba el cuerpo, a simple vista se podía asegurar que carecía de signos vitales, no fue necesario que acudieran los paramédicos.
El oficial Escalante Cortés acordonó el predio con una cinta amarilla y solicitó la presencia de las autoridades competentes, mientras tanto don Humberto le avisó a la señora Reyna Ku Pérez que su cónyuge había fallecido; la señora con quien “Cepi” procreó siete hijos acudió al predio y reconoció el cuerpo, señaló que se separaron desde hace aproximadamente 6 meses, porque se negaba a trabajar, no quería hacer nada y se dedicó a beber.
En torno al domicilio se reunieron varios amigos y vecinos del difunto, quienes manifestaron que era tranquilo y no tenía problemas con nadie, acostumbraban llevarle de comer, pero hacía la comida a un lado y se dedicaba a gustar la televisión mientras tomaba, tenía dos perros que aprovechaban las viandas.
Sus hijos lo visitaban con frecuencia y le aconsejaban que dejara el trago, hace poco más de un mes el progenitor del extinto también falleció, pero “Cepi” no dejó de tomar.
Sus amigos comentaron que el martes pasado se percataron que se apretaba el vientre con ambos brazos y permanecía cabizbajo, le ofrecieron llevarlo con un médico, pero dijo que no estaba enfermo, que no le pasaba nada, sin embargo, señalaron que tenía los ojos amarillos, síntoma de un mal hepático, al parecer cirrosis.
Los peritos de Criminalística y Servicios Periciales del Instituto de Ciencias Forenses de la Fiscalía General del Estado constataron que el cadáver no tenía lesiones visibles ni huellas de violencia y que aparentemente la causa de la muerte fue patológica, cabe señalar que en el sitio se encontraba el personal del Servicio Médico Forense, pero esperaban a un médico particular que expediría el certificado de defunción para que se dispensara la necropsia.
(Fernando Poó Hurtado)