Durante el virreinato, en la cabecera política del Presidio del Carmen, los muertos empezaron a enterrarse por todos lados, hasta que se construyó el templo de la Asunción y los católicos empezaron a utilizar un área cercana a la iglesia para la inhumación de sus cadáveres; pasando por el actual museo “Victoriano Niévez Céspedes” que igual fungió como cementerio, hasta llegar al panteón “El Ultimo Paseo” y el más reciente, el “Colonia”, han sido los sitios donde se han enterrado los restos de los residentes de Carmen.
En el libro titulado “Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Laguna de Términos”, del autor Luis Fernando Alvarez Aguilar, se narra cómo llegaron los primeros panteones a nuestra ciudad.
En la Isla se pasó de enterrar a los muertos por todos lados, hasta que se construyó el templo de la Asunción, pues hasta la primera mitad del siglo XIX los cementerios eran propiedad del Vaticano, y como no se sepultaba a los fallecidos de otras religiones con ellos, se designó el espacio “De los Ingleses”.
Ambos panteones desaparecieron al crearse el Registro Civil en enero de 1860, de acuerdo con las disposiciones federales, los cementerios de nuestro país se expropiaron al estado Vaticano y pasaron a ser propiedad de la nación y quedaron administrados por el juez de aquella dependencia y al servicio de la comunidad, cualquiera que fuese su religión o nacionalidad.
Por ello, a partir de 1859 se fundó el Cementerio General de Ciudad del Carmen y 124 años después, en 1983, se construyó el panteón “Colonia”.
Como una costumbre heredada del virreinato, los católicos muertos en México eran sepultados en los atrios o terrenos anexos a sus templos. Este era el caso del Cementerio de la Asunción, inaugurado en 1825, donde se enterraba únicamente a los practicantes de aquella doctrina.
Hacia 1824, como parte de los tiempos de transformación, las autoridades de la Isla del Carmen dispusieron de un terreno especial para que fueran enterrados los protestantes. Y por estar asociada esta disidencia cristiana a la nación británica, al cementerio se le conoció como “De los Ingleses” y estaba ubicado en la calle 22, entre 41 y 43, en el terreno donde después se levantó el hospital “Victoriano Niévez”, y lo que hoy es el Museo de la Ciudad.
Más tarde, entre las disposiciones que los gobiernos reformistas implementaron para mejorar las condiciones generales del antiguo régimen, estuvo la de abrir en todas las poblaciones del país cementerios generales.
Es así que llegó el Cementerio General, llamado “El Ultimo Paseo”, que entró en servicio en 1859; el campo mortuorio culmina en la calle 22, e importantes mausoleos marcan en el predominio de un estilo arquitectónico y escultórico representativo del siglo XIX, periodo en el que empezó a poblarse el cementerio.
Posteriormente se edificó el panteón “Colonia”, que es el más funcional de la ciudad y cuenta con morgue, éste se inauguró oficialmente en 1983, en la administración de Eduardo Hernández Capetillo; se hizo con el fin de restar en la población la costumbre de enterrar a los muertos en el Cementerio General, el que fue el único panteón hasta entonces.
Y aunque ahora siguen vigentes el “El Ultimo Paseo” y el “Colonia”, éste último aún cuenta con la capacidad de seguir albergando la llegada de residentes, y que más se abarrota durante las celebraciones del 1 y 2 de noviembre, fechas en las que ambos cementerios tendrán sus puertas abiertas hasta tarde para recibir las visitas ciudadanas y se puedan realizar las tradiciones.
(Texto: Dayana Alcalá /
Fotos: Carlos Valdemar)