DZITBALCHE, Cam., 19 de abril.- Este Viernes Santo los católicos de Dzitbalché renovaron su fe cristiana y encontraron consuelo al ver caminar a Jesús, María y los Apóstoles por las calles de esta bella y hospitalaria comunidad, cuyos miembros, al igual que la mayoría de quienes habitan este país, viven en forma cotidiana su propia Vía Dolorosa, como consecuencia del abandono gubernamental.
Evento histórico, ya que es el primer Viacrucis que los dzitbalchenses viven en su ruta a consolidarse como Municipio Libre y Soberano, el Viernes de Crucifixión congregó a miles de fieles en su cita anual con Jesús, con el Cristo.
El trabajo que en esta ocasión realizó el párroco José Luis Ye Ehuán fructificó en una muy particular representación de las vicisitudes que vivió el Nazareno, desde su aprehensión hasta su crucifixión y sepultura.
Este Viernes Santo, la Iglesia salió a las calles de Dzitbalché para traer un poco de cielo, regocijo y gozo a los fieles católicos de esta comunidad, que, como la mayoría de las ciudades campechanas, enfrenta los flagelos del desempleo, el olvido y una gradual pérdida de su cultura y tranquilidad social.
La representación de la Vía de la Cruz fue preparada minuciosamente en esta ocasión por el párroco Ye Ehuán, quien contó con la espléndida participación de un grupo de más de 60 jóvenes que hicieron las veces de actores.
La comunidad católica de Dzitbalché fue convocada a las 10:00 horas para participar y presenciar la escenificación de la Vía Dolorosa y ésta acudió generosamente al llamado del sacerdote Ye Ehuán.
La representación teatral estuvo a cargo de un nutrido grupo de jóvenes y catequistas, quienes trataron de revivir fielmente los últimos días de Jesús de Nazaret.
La actuación colectiva, desde sus inicios, tuvo mucho de rudimentario, pero eso no restó nada o en lo mínimo su mensaje fundamental: recordarle al hombre que ocupa un lugar fundamental en la agenda del Creador.
El Viacrucis de Dzitbalché inició con Judas manifestando su arrepentimiento ante los ancianos y sacerdotes del Sanedrín.
So pena de hacer una desafortunada analogía, aquí podemos colocar a nuestras comunidades del Norte de Campeche en el papel de Cristo, con la salvedad de que éstas no han sido traicionadas –e igualmente sacrificadas- una, sino miles de veces.
Tras su aprehensión, Jesús fue llevado por los sacerdotes y ancianos del Sanedrín ante el Gobernador de Judea, Poncio Pilatos, con el propósito de que éste ordenara su muerte, sin embargo, tras interrogarlo, el romano no encontró culpa alguna en el Nazareno y procedió a entregarlo al rey Herodes Antipas.
Ya ante Herodes Antipas, Jesús fue objeto de escarnio y burlas por el déspota gobernante, quien a su vez, al juzgarlo como un individuo loco e inofensivo, lo pone de nueva cuenta a disposición de Poncio Pilatos.
Jesús podría jugar un papel similar al que asumen los integrantes de un importante sector de nuestra sociedad (quizá la mayoría), que ante la oferta de una vida mejor, de la eliminación de la corrupción y vicios ancestrales, opta decididamente por la permanencia de un sistema político pútrido, ante el miedo a adoptar el camino que privilegia la legalidad. Ser humillado y vejado es mejor que perder las comodidades que nos da el sistema de cosas, es su premisa.
El juzgador del Salvador -narran las escrituras- pensó que tras someter a éste a una dotación de severos azotes, quienes lo acusaban, le tendrían misericordia, pero eso no ocurrió. La fe del hombre es endeble y por eso teme ser salvado, a pesar de la promesa del perdón y la existencia eterna.
Las consecuencias ya las sabemos. El representante del Imperio Romano, ante la insistencia de los judíos, optó por liberar a Barrabás y que se sometiera a una dolorosa e indigna muerte a Jesús. Aunque ciertamente, el destino del Nazareno ya estaba escrito y era inevitable el cumplimiento de la profecía.
Jesús, encarnado o representado por el joven Eduardo Giovanni Cruz Pérez, de 16 años de edad, inició su ruta hacia la crucifixión, el camino que indica al católico que tras la muerte continúa la vida. El regalo invaluable que el Padre Celestial da a la humanidad, ofrendando a su único hijo, para lavar el pecado del hombre.
Perdona a tu Pueblo, Señor
Detrás junto a los devotos actores, la comunidad de Dzitbalché completó el recorrido de las 14 estaciones. En medio de cánticos y alabanzas se revivió en las calles de la cabecera municipal del Municipio número 13 las caídas del nazareno; su penoso y a la vez venturoso encuentro con su madre, María; el involucramiento de Simón, el cirineo que ayuda a Jesús a llevar la cruz; el milagro de la Verónica, hasta llegar al momento en que es despojado de sus vestimentas.
Un valor agregado al tránsito de esta singular “Ruta de la Cruz” fueron las canciones que interpretaron los jóvenes católicos, aspecto que matizó de actualidad a esta sincrética representación que data ya de varios siglos.
El punto de partida fue el mismo que el de destino: La Iglesia de la Asunción, construida en el siglo XVIII, en donde tuvo lugar el desenlace de la historia cuyo final ha sido recordado desde hace más de 2 mil años y representando hace más de 400 años.
Las siete palabras
Debido al entusiasmo impuesto a sus interpretaciones -sobre todo en los casos de quienes representaron a Jesús, Dimas y Gestas- la última etapa de la Vía Dolorosa fue un tanto simplificada, pero no menos emotiva. Si bien el clima veraniego fue benigno, los síntomas de cansancio fueron más que evidentes entre los que tuvieron el privilegio de interpretar a los personajes principales.
Entonces, se llevaron a Jesús a un lugar llamado Gólgota. Lo clavaron a un madero y lo dejaron colgado allí, dicen los evangelios validados por la Iglesia. En la liturgia de Viernes Santo, en Dzitbalché, el Gólgota fue el atrio de la Iglesia de la Asunción.
De nuevo la analogía: Cristo es Dzitbalché, es Campeche, es México. Puede ser cualquier sitio de nuestro maltrecho país, habitado por gente buena, digna, humilde, que no una, sino miles de veces, ha sido objeto de traición y engaño, pero que generosamente ofrenda su vida para que nuestra nación prevalezca, nuestra cultura, continúe y persista. Los mexicanos –o las naciones que conforman este país- tienen fe en que la tragedia social y política a la que se le sometió terminará… que la Vía Dolorosa tendrá un fin.
Llegó para el joven Gionanni Cruz Pérez el desenlace y el momento de pronunciar las denominadas Siete Palabras:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, que es interpretado el gesto benevolente de Cristo, quien aún en pleno martirio no pide para él sino para la humanidad. Subrayando además la premisa de amar al prójimo e incluso al enemigo.
Luego, Cristo ofrece el paraíso a quien lo merece. O sea, a quien tiene fe. Razón por la que el dogma nos enseña que incluso el ladrón que estaba a la diestra del Salvador, sin incluso haber predicado con él, mereció el paraíso.
Bien representadas por los actores de Dzitbalché estuvieron las palabras referentes al mensaje de aliento –que no son consejo simple sino de vida- que Cristo da a su madre, María y al hijo de éste; Juan, de que no es el final, sino el principio, de que lo mejor vendrá.
“Dios mío por qué me has abandonado” y “Tengo sed” son dos de las frases bíblicas adjudicadas a Jesús en la Cruz, contenidas en el Nuevo Testamento que más sacuden la conciencia del católico. El Salvador de los cristianos tiene una innegable parte humana, entonces es entendible que haya sentido miedo al sentirse abandonado, aunque sabía que su particular trance tenía que ocurrir. Su sed también fue otra manifestación de su humanidad.
Como se menciona líneas arriba, la liturgia en referencia es sobre Siete Palabras (mejor dicho oraciones), siendo la última “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, son aspectos que nos gritan y dicen que estamos ante una promesa distinta, una que no exige sufrimiento, sino que promete gozo y vida plena sin embargo.
El dogma de los cristianos exige al ser humano una sola divisa para recibir la gracia del Creador, pero eso algo que actualmente está más que escasa en nuestra vida consumista: La Fe. Algo similar pasa en el plano político, la entidad gubernamental ya no goza de confianza de los gobernados y es casi imposible que éste consuma o digiera sus propuestas, aunque sean buenas. El cáncer de la corrupción ha horadado a grado extremo a nuestra sociedad, que al parecer prefiere prolongar de forma interminable su Viacrucis.
(Joaquín Vargas/ Fotos: Lucio Blanco)