ESCARCEGA, Campeche.- Para el líder de izquierda y ex fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el municipio, Nabor Pérez Sánchez, la solicitud de retiro definitivo de la gubernatura emitida el jueves por el ahora ex mandatario estatal, Alejandro Moreno Cárdenas, es lo mejor que pudo pasarle a Campeche, pues para nadie es un secreto que “Alito” fue un gobernador vengativo y represor.
“Esperamos que esa política de intimidación, de hostigamiento y de represión no la replique el gobernador sustituto, Carlos Miguel Aysa González, de quien los campechanos tienen otra imagen, más conciliadora, más política, que es lo que se necesita en la Entidad, en lugar de la amenaza del encarcelamiento para sofocar la crítica y la denuncia social de mejor trato”, aseveró.
Manifestó que se requiere seguir construyendo un Campeche más próspero, pero para ello debe haber respeto entre los poderes, tanto Federal como Estatal, así como practicar una política de altura, en vez de hacer rabietas o de convocar al encono y a la confrontación, de la forma en que estaba acostumbrado a trabajar Alejandro Moreno Cárdenas, sin importarle poner en riesgo la estabilidad de Campeche y el bienestar de sus habitantes.
“Para muchos hay la expectativa de que el estado quedó en buenas manos, pero quien debe asegurarse que en realidad así sea, es el gobernador constitución al sustituto, Carlos Miguel Aysa González, quien debe conducirse con institucional en su trabajo de gestión de recursos para Campeche ante la administración federal que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha puesto especial interés en el repunte de las entidades del sureste”, subrayó.
Indicó que en Campeche no debe haber más represión contra la crítica social, ni más encarcelamientos de presos políticos por hacer uso de su derecho a alzar la voz, tal como les ocurrió a habitantes de Cantemó o de Xbacab, al atreverse a bloquear la carretera buscando atraer la atención de las autoridades estatales y solución a sus problemas, o a los taxistas y mototaxistas de Escárcega, que vivieron en carne propia esa época del terror que acaba de terminar.
(Texto y fotos: Martín Contreras)