CAMPECHE, Cam., 18 de agosto. - San Román, su gente, acudió puntual a su compromiso con su santo patrono. Cura, custodios y feligreses cumplieron con su obligación de fe y al píe del altar bajaron la sagrada imagen, simbolizando el inicio de su veneración anual.
El aroma de las flores generosamente contenidas en las ofrendas y el incienso, despejaron por un momento la realidad que en este momento le toca vivir a este barrio de vocación pesquera, pero que las autoridades pretenden convertir en producto turístico. Visión acertada, pero que descuida la realidad socio económica que viven las familias, sobre todo las involucradas de siempre con el mar.
Ahí, junto a los verdaderos fieles, también estuvieron los fariseos, esos que desde el poder sojuzgan, desprecian y se regocijan de su maldad y corrupción, pero que, apropiados del festejo, se dan golpes de pecho.
Proveedores de desgracia, son incapaces de percibir el significado de este encuentro entre “El Señor del Mar” y los sanromaneros
Como la actividad pesquera, el acto que reconstituye la fe del barrio más emblemático de Campeche, se desgasta. Primero por el agravio al ecosistema, y segundo por el desgaste de la fe y apego a lo mundano y banal.
La fe en el Señor de San Román, ciertamente fue renovada. Pero la imagen de ébano también presenció que únicamente los más longevos y los que por remordimiento quieren reivindicar al barrio viejo, como emblema de Campeche, desde sus trincheras políticas regalan un poco de su tiempo y dinero del erario al festejo del orgullo campechano.
La capilla de San Román fue construida, según los historiadores, en el año de 1563, pero su infraestructura actual se remonta a unos 454 años, desde la llegada del Cristo Negro, imagen que fue tallada en Civitavecchia, Italia, y que fue traída desde ese puerto del Mar Mediterráneo.
La leyenda, bajo testimonio de los pescadores que fincaron en la imagen una devoción que se acerca a los 500 años, dice que llegando a este puerto se desató una tormenta que estuvo a punto de hacer naufragar al barco que la traía, pero que la venerada imagen se hizo cargo del timón y trajo a la embarcación a buen puerto sana y salva junto con la tripulación, un 14 de septiembre de 1565.
Desde entonces el Cristo Negro representa una de las mayores tradiciones de la ciudad, y su historia se mezcla con la leyenda, pues desde su origen la han rodeado diferentes milagros, muchos de ellos relacionados con el aprovechamiento de los recursos pesqueros y la protección a los embates de la naturaleza, pues desde su origen el barrio de San Román fue de pescadores, que con el tiempo y en los últimos 70 años se convirtió en el barrio de pescadores, pero de la ubre gubernamental.
De casitas de palma y adobe, su romántico y nostálgico origen, San Román se convirtió en las últimas décadas en el barrio de los ricos, quienes construyeron sobrias residencias que por supuesto dejaron fuera a sus antiguos fundadores, que sólo atesoraron la idea de que el venerado Cristo Negro les siguiera dando la fortuna de obtener buena pesca de cherna, cazón o sierra y que regresaran sanos y salvos a puerto.
Actualmente, la Feria de San Román es una de las celebraciones más importantes de todo el Estado de Campeche, y aunque las actividades paganas se programan del 13 al 29 de septiembre, con procesiones, cantos y serenatas, espectáculos, eventos culturales, encuentros deportivos, talleres y concursos, fuegos pirotécnicos, exposiciones agrícola, ganadera e industrial, sin faltar los juegos mecánicos y los bailes populares, varios de ellos trasladados al área de Ah Kim Pech, la esencia pesquera del barrio tradicional, lamentablemente sólo es un triste recuerdo.
Y es que una vez disminuidos los recursos pesqueros que por más de 100 años fueron explotados en el puerto de Campeche, como el pámpano y la sierra, los pescadores, ya no sólo de San Román sino de Lerma y San Francisco, siempre mantuvieron su fe en el milagroso Señor de San Román, que derrochaba generosidad brindando otras especies nuevas, como el pulpo.
Hoy las celebraciones en la Iglesia del Señor de San Román ya no tienen su esencia original, mucho menos en cuestiones de pedir por la bonanza pesquera, pues ni los sacerdotes que con bombo y platillo anuncian el inicio de estas festividades, piden porque a los pescadores les vaya bien y que se libren de todo mal en mar abierto, porque ahora no sólo corren peligro por los fenómenos naturales sino por los delincuentes que hacen leña de los árboles caídos.
La fe en el Señor de San Román desde el punto de vista religioso sigue firme, y quedó de manifiesto ayer durante la bajada de la venerada imagen, a la que asistieron cientos o quizá miles de fieles a lo largo del día, pero cierto es también que quedó muy lejos la festividad de los pescadores, muchos de los cuales quizá evitan compartir con gente bien vestida que llegan en autos de lujo.
Y no es para menos, este año en el inicio de la temporada de captura de pulpo, uno de los recursos en los que los pescadores de San Román, al igual que de todo Campeche fincan sus esperanzas, comenzó con las peores expectativas, pésimas capturas, precios irrisorios, mercado incierto y desinterés de las dependencias gubernamentales pesqueras, se podría pensar que la fe no mueve a las autoridades.
El último bastión que las actuales autoridades dejaron a los pescadores sanromaneros fue el puerto de abrigo que les construyeron en el malecón turístico, cerca del monumento a Justo Sierra, en donde ahora los pocos hombres de mar nativos de este barrio lamentan la triste situación que vive el sector pesquero.
(Martín Rivero Padilla)