En las calles de nuestras ciudades hay seres humanos que viven en la invisibilidad; aquellos sumidos en la indigencia, el alcoholismo y la marginación. Se trata de personas que hemos aprendido a ignorar, a menos que su presencia nos afecte directamente; pero su existencia es reflejo de nuestra incapacidad como sociedad para brindarles una vida digna, expresó Flavio de León Rayo, presidente de la Asociación Civil “Candelaria en Marcha”.
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“Nos acostumbramos a verlos como parte del paisaje urbano, y ocasionalmente les ofrecemos ayuda con monedas, alimentos o ropa. Sin embargo, esta asistencia es para calmar nuestra conciencia, más que para abordar las raíces de la problemática y saber cómo ayudarlos de manera efectiva, no solamente temporal”.
Recordó que estas personas se congregan en lugares públicos como parques, kioscos e iglesias, buscando generosidad, aunque crea más bien un círculo vicioso que se amplía con el tiempo.
Inquietudes
Las preguntas en torno a la situación que viven las personas indigentes son, por ejemplo: ¿qué soluciones pueden ofrecerse? ¿Un albergue, un anexo o la reubicación forzada?, ¿o simplemente desalojarlos de los sitios públicos por la incomodidad de su presencia?
¿Son estas personas resultado de nuestra falta de capacidad para integrarlos a una vida mejor? Las respuestas resolverían nuestra responsabilidad como sociedad.
Para León Rayo es crucial reconocer que estas personas son seres humanos con derechos y necesidades. No deben ser invisibles.” Debemos buscar formas de apoyarlos y brindarles oportunidades para mejorar su vida”, indicó, e invitó a encontrar soluciones sostenibles porque la indiferencia no es una opción. “Debemos crear un entorno más inclusivo y solidario”, destacó.
Prosiguió: al reconocer la dignidad de estas personas, podemos comenzar a construir un futuro mejor para todos. No más invisibilidad, no más indiferencia, dijo.
JY