
En distintos puntos de la cabecera municipal, cada vez es más notoria la presencia de nuevas rellenadoras de agua purificada, las cuales ofrecen precios accesibles que van desde los 5 y 12 pesos. Aunque esta alternativa resulta económica, persiste la incertidumbre entre algunos consumidores sobre si estos establecimientos cuentan con supervisión y verificación por parte de las autoridades competentes.
Hasta ahora no se han reportado enfermedades relacionadas con el consumo del agua, sin embargo, usuarios expresan que no esperarán a que esto ocurra para alzar la voz.
Regina Delgado comentó que su principal inquietud está en aquellas rellenadoras que llevan años operando sin conocer si dan mantenimiento a las instalaciones.
“Todo está cerrado, no tienes contacto con nadie; solo colocas tu garrafón, lo rellenas, lo subes a tu carro y listo. Pero no sabemos cómo está la situación por dentro. Tampoco hay sello de verificación de ninguna dependencia que le den esa certeza al consumidor”, añadió.
Yolanda Montalvo consideró que las rellenadoras son una opción para reducir gastos debido a los altos precios del agua purificada, pero que deberían contar con hologramas que brinden tranquilidad al usuario.
“En casa usamos agua de rellenadora para hacer aguas frescas o cocinar frijoles, cosas que requieren bastante líquido. Hacerlo con las de marca, el agua se acabaría en un día y sería muy caro”, destacó.
Johan Ramiro Chío, otro consumidor, aseguró que la necesidad obliga a consumir este producto, aunque asume que alguien debe regularlo. “Eso es lo que considero, aunque nadie sabe cómo estén por dentro. Casi no se ve que las vengan a clausurar y tampoco hay etiquetas que garanticen la calidad”, agregó.
La situación evidencia la necesidad de que las autoridades locales refuercen la supervisión sanitaria, así como de implementar sellos o hologramas de control que den certeza y confianza a los consumidores.