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Cultura

Seyé de Lope

Por José Iván Borges Castillo*

Impresiones de viajero

Llegue a Seyé un domingo de febrero de hace un tiempo atrás. Me bajé en la plaza principal y caminé a la iglesia parroquial, terminaba la misa dominical y el atrio, como buena parte de la plaza, se llenaba de gente que salía del sagrado recinto. Es un pueblo que tiene el encanto provincial que reviste a nuestras comunidades yucatecas.

Uno de los primeros acercamiento con este lugar lo debo una jarana titulada “Seyé inolvidable”, que escuchaba a menudo, de una muy antigua grabación que logré rescatar de uno de esos antiguos álbumes musicales. Por la rama jaranera, a la que profeso gusto, tenía el conocimiento de sus famosa vaquería anual celebrada en el mes de agosto en honor a sus santo patrono San Bartolomé Apóstol, en la cual tres de las mejores orquestas jaraneras tocaban para el deleite de un gran número de mestizos que bailaban desde el anoche hasta poco después de rayar la mañana de un nuevo día.

El Chilam Balam de Chumayel, en su segundo libro titulado “Kah lay de la Conquista”, refiere: “Quince veintenas de años antes de que llegaran los dzules fue la dispersión de los Itzaes… Y fue arruinada Seyé…”, la referencia en el Chilam Balam nos habla de su origen como pueblo maya prehispánico. El estudioso don Antonio de Mediz Bolio, traductor de ese libro antiguo, refiere que el nombre del lugar está escrito como Tzehyé, y lo traduce como “De Tzeh, pedernal desportillado, afilado; ye, filo, punta: ‘punta de pedernal (hoja de flecha) afilada’”. En Etimologías mayas, publicado en 1910, de Manuel Rejón García, tiene semejanza su definición: “Hdzahyé. El que abolla el filo, el que lo desgrana, es la traducción de este nombre, que suponemos que fue el de un guerrero abollado de las pedernalinas hachas”.

En los documentos de encomiendas en la conquista hispana, se escribe el nombre del lugar de diferentes formas, aparece el nombre como Teuci, Seye Uci, o Zeyé. Quizá sean en realidad dos nombres que tenía el lugar, Seyé por punta de perdernal, y Usil o Ucil, lugar de la luna buena, probablemente en referencia o adoración a la divinidad femenina de Ixchel, culto de fertilidad y femenino de tremendo arraigo prehispánico.

Es hasta la segunda mitad del siglo pasado cuando los estudios de Alfredo Barrera Vázquez y de William Brito Sansores concluyen por significado “Escalera Pequeña”, esto es lo más poco probable.

La tradición oral que aún se encuentra en los antiguos habitantes del lugar señalan que el nombre antiguo correspondió a Sayib, que vertido significa “Lugar donde brota el agua”.

Tras la conquista española, siendo Seyé del cacicazgo de Homún-Hocabá, fue sincero en extender alianza con los hispanos, formando de este pueblo encomienda. El investigador Perter Gerhard en su obra La frontera sureste de la Nueva España refiere: “Teucí (llamado después Seyé Usil) no aparece como tal en la lista de 1546, pero en 1562, sus tributos se repartían entre Bartolomé Rojo y Lope Ortiz (Scholer y Adams, 1938, I, p. 209). Una parte, o quizá una encomienda separada en el mismo sitio llamada Cihua, la tenía en 1565 Alonso Rojas y Sebastián de Quiroz, Gaspar de Rey y Joaquín Gómez Pacheco. Seyé Usil seguía siendo una encomienda individual dividida en tres partes a finales del siglo XVII”.

En cuanto a lo religioso en su Historia de Yucatán, el cronista Fray Diego López de Cogolludo lo señala como visita de la parroquia de Hoctún y lo refiere: “El beneficio de Hoctún, que fue fundación nuestra… tiene por titular a San Miguel Arcángel: por sus visitas los pueblos… Zeyé a San Bartolomé Apóstol”. En efecto, San Bartolomé es el patrono, su preciosa efigie se conserva en medio de la profunda devoción de sus parroquianos. Su día, el 24 de agosto, es el día de la gran fiesta tradicional de este municipio, todos los vecinos se vuelcan a venerar a su patrono, y en medio de profunda devoción. La antigua iglesia es una construcción colonial, con dos hermosas torres al frente. Fue erigida en parroquia secular a principios del siglo pasado por el arzobispo Martin Tritschler y Córdova, el santo no canonizado. Fue párroco del lugar por varias décadas el sacerdote Diego O´Horán Pech, de feliz memoria.

La imagen de patrono es de inmemorial origen. Tiene una daga en la mano derecha y sostiene un libro en la izquierda. Se cuentan varias leyendas sobre su origen, una de ellas dice que unos viajeros que llevaban esta sagrada imagen para Sotuta, se detuvieron a beber agua en Seyé, y cuando quisieron levantar su carga se hizo esta extremadamente pesada, y fue la señal divina que quería permanecer en aquel lugar, quedando como el patrono titular.

En la iglesia del lugar se conserva una antiguo Zacatán, instrumento musical prehispánico que fue donado por don Hilario Chuc, que lo heredó de sus abuelos, y aún se toca en los gremios y en la procesión del santo patrono.

Seyé se encuentra rodeado de antiguas haciendas henequeneras y ganaderas, que de nuevo han recobrado vida y brillo. En una de ellas dicen los antiguos que vivió sus últimos días don Porfirio Díaz Mori, que sigilosamente regresó de Francia a morir a la tierra mexicana, mito que permea en la mente de los antiguos

La plaza principal está cercada de casas de piedras compuestas, con sus marcos de arco sobre cuadro, dan ese aire antiguo colonial y nostálgico que la humedad y el musgo viste sobre esas construcciones. El comercio ha manchado fachas con su propaganda, y hasta restos de una antigua veleta se encuentra a un lado del mercado municipal.

El parque a un costado de su amplia plaza principal está cercado de bonitos y cuidados jardines, de árboles que dan sombra y frescura a los vecinos. Frente del palacio municipal se encuentra un monumento de cuerpo entero dedicado al maestro Alfonso Palma Carrillo, que contribuyó en el desarrollo de la enseñanza de las letras y la educación en el lugar, y filántropo que ayudó en la obra pública.

En su larga historia, la comunidad tiene fragmentos de la guerra de castas y de cómo la población se puso a la defensa de su pueblo, pasajes de historia, leyendas de los abuelos.

El modesto palacio municipal, sede el honorable Ayuntamiento, es un edificio de una planta con arcos puntiagudos. Ahí corrían los vecinos en los días de fiesta para bailar la vaquería, para disfrutar del ambiente que ofrece los novenarios del patrono. Grande es el número de jaraneros que cada año concurren a la famosa vaquería. Existe también una larga tradición jaranera en el lugar. Actualmente, enseñan a las generaciones nuevas nuestro baile tradicional dos reconocidos maestros: Gonzalo Manzanilla y Bartolomé Aldana, que es un deleite mirarlos bailar en las vaquerías de la región.

En la cuestión de la música vernácula destaca en la historia contemporánea don Vitaliano González Aké, compositor de jaranas yucatecas, en cuyo honor se hizo un disco musical con varias de sus obras bajo el titulo Homenaje a Seyé, editada por Consejo Nacional de las Culturas y las Artes en 2007.

Cuando visitamos el lugar, tuvimos en gusto de conocer al maestro Francisco Zapata Reyes, hombre que ama profundamente su pueblo de Seyé, y se ha dedicado a escribir la crónica de eventos del pasado de su comunidad, tiene una amplia colección de fotografías e imágenes de Seyé antiguo. Muy amablemente nos la enseñó, y al saber de nuestro gusto por la jarana nos obsequió un ejemplar del álbum musical de don Vitalino Gonzales. Al maestro Francisco nuestro público reconocimiento a su enorme labor en pro de la visualización del pasado de su comunidad, que su ejemplo se multiplique en las comunidades.

En la historia de Seyé se registra algo de suma importancia, que es el asunto debido a su apellido “Lope”, fue en honor del soldado Andrés Lope, nato del pueblo, que sirvió en defensa de las órdenes del gobierno yucateco.

En el año de 1878, la legislatura del estado decreto que los ayuntamientos y juntas municipales unieran su nombre al de un célebre héroe nacional o del estado, haciendo que estos sirvieran de lustre o divisa. La Junta Municipal de Seyé obedeciendo al decreto acordó en sección extraordinario celebrada en ese mismo año, tomar el apellido de Lope, “Hijo de este mismo pueblo, fue uno de tantos héroes que más se distinguieron en la desolada guerra de casta en el año de 1848”, luchó bajo el mando del coronel José Dolores Pasos.

Y desde ese año de 1878, se tornó por llamar oficialmente al pueblo como “Seyé de Lope” si bien, el uso del nombre declinó en breve, solamente unas cuantas poblaciones yucatecas conservaron su apellido, como el caso específico de mi pueblo Tekal de Venegas, o de Dzilam Bravo o González.

De algo estamos acierto, falta escribir la historia del pueblo de Seyé.

Mi gratitud al periódico POR ESTO! cuya divisa de Dignidad, Identidad y Soberanía nos permite compartir estas cortas líneas.

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