Edgar Rodríguez Cimé
Hace unos años, gracias a Violeta que se encarga de llevar a mi suegra Domitila a la fiesta tradicional de su pueblo Chapab cada 8 de diciembre, admiré impresionado el llamado “cuarto del velatorio” (lleno de velas encendidas, cuyas flamas ardiendo me llenaron literalmente de “cálido fervor”) adjunto a la Iglesia de la Virgen de la Concepción, en el centro de la población, adonde regresé de nuevo este 2018, cual manda anual.
Del pueblo de Chapab es mi Dulcinea (“dama” del Quijote), quien residía allí junto con mamá Tila, papá Enrique y sus seis hermanos: Sonia, Enrique, Chez, Mary, Patty y Rita, atendiendo la tiendita de abarrotes y licores, hasta que, como familias de pueblos, comisarías y ranchos cercanos como Poolol, llegaron a vivir a la ciudad capital del partido (distrito) de Ticul, donde conoció y fue enamorada por don Rich, padre de sus cuatro “princesas”: Florencia (profesora), Karina (ingeniera química), Priscila (empleada) y Alejandra (instructora profesional de buceo en Playa del Carmen).
Llama la atención que en Chapab, como en todos los otros 105 municipios yucatecos por fuera de Mérida, la fiesta tradicional en honor de la Santa Patrona resulta para quienes emigraron a residir a otras localidades yucatecas, otros estados, o, incluso, alguna ciudad norteamericana, fuerte motivo para regresar al pueblo de visita en estos días de festejos populares para saludar a familiares y viejos conocidos que viven en otras latitudes.
Como Violeta y mamá , quienes literalmente “aprovechan el viaje” para saludar a toda la parentela habida y por haber: sus sobrinos Dago (berto), Rilma o Ignacio, su hermana Consuelito o su sobrina Carmen, así como para disfrutar invitaciones de ellos para degustar las conocidas comidas tradicionales: relleno negro de pavo “indio”, puchero de tres carnes: pavo, res y cerdo, escabeche oriental (de pavo, por supuesto).
Un detalle del tal Dago. Un día “amenazó” con asomarse a casa de Mamá Tila para la celebración del Hanal Pixán (Comida de Almas) y “llevar todo lo necesario”. Lo cumplió al pie de la letra: se asomó conduciendo un camión de pasaje, rentado, con toda su familia, pero llevando “todo lo necesario para los pibes”: desde los picos y las palas para hacer los huecos en la tierra para hornear los pibes, atados de leña para cocerlos, hasta las viandas de gallinas y cerdo para el guiso del “cool” (favor de pronunciar “cool”, en maya, no “cul”, como en inglés).
Así, entre los rezos de rosarios, novenas y la misa dedicada a la Virgen de la Concepción, todos los 8 de diciembres, salpicadas de gremios, alboradas, corridas de toros y bailes populares ambientados por los conjuntos y bandas de música norteña de moda, Violeta, Mamá Tila y un servidor de ustedes aprovechamos el relajito para saludar, convivir y conbeber con la familia de Chapab, parientes de mi musa.
edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx
Colectivo cultural Felipa Poot Tzuc