Ivi May Dzib
Hay asuntos de interés público que necesitarían toda nuestra atención, más si tomamos en cuenta que esos asuntos tienen que ver con la seguridad, la salud pública, la prevención y el bienestar familiar, también hay problemas que son de suma importancia para el desarrollo del lugar donde vivimos, ya sea nuestro país, ciudad o municipio. Uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos es que estos problemas son abordados con mucha ligereza, tendemos a ser banales y a legitimar esa banalidad, nos deja de ofender que se trivialicen los problemas, que lo que consideramos ignominioso termine siendo insustancial o de poco interés o trascendencia.
Tenemos una tendencia a minimizar y hasta a burlarnos de los grandes problemas, aduciendo que es el sentido del humor lo que nos mantiene de pie. Hay quienes piensan que tomarse con seriedad los problemas no nos lleva a nada, que hay que reírnos de ellos, para que con eso podamos distanciarnos y ser objetivos. Posiblemente funcione, pero en un país donde la risa se torna cínica, reírse ante los problemas ha provocado que esa risa parezca cómplice. Si vamos a la definición de minimizar esto significaría: reducir considerablemente, o al mínimo, una cosa material o inmaterial, especialmente el valor o importancia de algo o alguien.
Minimizamos los abusos de poder por parte de las autoridades de todos los niveles, minimizamos el abuso en los costos y servicios por parte de las empresas particulares, minimizamos las alzas, minimizamos los crímenes de Estado, las represiones estudiantiles, las agresiones visibles e invisibles, la corrupción, la pedofilia de la Iglesia católica, los “provida” que hacen campaña con dinero del erario, los hombres que matan a las mujeres. Ese minimizar crea víctimas, ese minimizar es el punto clave para que justifiquemos la indiferencia.
Un caso particular al que tendríamos que prestar atención son las nuevas modalidades de secuestro y extorsión. Hay personas que se acercan a ti en lugares públicos y te abordan con tanta familiaridad como si te conocieran, obligándote a irte con ellos, sobre todo a mujeres jóvenes, estas mujeres presas del pánico no buscan cómo reaccionar, cuando pretenden defenderse y piden auxilio para que alejen al hombre, casi siempre viene la indiferencia. Una denuncia ciudadana señala que esto le sucedió en un centro comercial y que el vigilante se acercó a preguntare al hombre si todo estaba bien y aunque ella gritaba que la estaban secuestrando y que no conocía a su acompañante, el hombre le dijo al guardia que era un asunto personal y que su pareja estaba alterada. El vigilante dejó que el delito siguiera perpetrándose y no fue sino hasta que llegaron al estacionamiento del centro comercial que un grupo de jóvenes confrontó al agresor quien, debido a que lo superaban en número, decidió marcharse, no sin antes esperar por si dejaban a la mujer sola. La manera en la que un vigilante e, incluso, policías minimizan un llamado de auxilio es de miedo, pero más lo es el saber que los delincuentes se aprovechan de eso porque tienen claro qué tan buenos somos con eso de minimizar.
Hay dos mujeres que comentan les ha pasado esto en Mérida, una en el centro de la ciudad y otra en una plaza comercial, personas que no exageran ni mucho menos mienten, cuando se acude a las autoridades para denunciar, intentan buscar a los secuestradores y al no encontrarlos dejan las cosas así, ya que no hay un delito que perseguir. Minimizar que estamos siendo víctimas de la violencia es muy peligroso, igual de peligroso que cuando banalizamos la violencia a las mujeres que día a día son asesinadas con saña por sus parejas y otros hombres. Circula en las redes un video donde hombres posan ante una cámara y dicen cosas tan estúpidas como que su mujer soñó que la estaban engañando y al despertar le dio un golpe y que eso es violencia que no hay que callar. Tomar a chiste la violencia intrafamiliar o la celotipia que deriva en crímenes violentos, banalizar el miedo que significa ser mujer debido a que las autoridades minimizan los actos de violencia contra ella, es una manera cómplice de ser parte del problema y no la solución.
ivimayd@hotmail.com