Conrado Roche Reyes
Para muchos neófitos en la materia, poco dados a utilizar el cerebro, el ajedrez es una actividad tediosa, aburrida hasta el bostezo.
Ignoran las apasionantes maniobras sobre filas, columnas y diagonales y los espectaculares geométricos lances que no pocas veces alcanzan el clímax con bombazos tácticos que hacen fluir la adrenalina sobre el tablero con tanta o mas emoción que un gol en tiempo complementario, de chilena o al estilo Messi o Diego Armando Maradona (¿por qué odiarán tanto los huaches a Diego?) .
Pero ni esos neófitos podrán negar la atracción que causa un juego de ajedrez que algún aficionado al erotismo y la desnudez creó y cuyas piezas harían las delicia de los erotómanos. Las piezas, desde el humilde peón hasta el soberbio rey, pasando por el altivo alfil, las torres, las damas y los caballos, están representadas por mujeres desnudas y en posturas a cual más sugerentes. ¡Ave María purísima!
Claro, que eso es difícil que contribuya a la popularización del juego ciencia, pero es respetable el intento de su autor. Al menos, ese peculiar juego despierta el interés de los coleccionistas y uno que otro morboso. A mí, sin contarme entre estos últimos (¿?), me llamaron poderosamente la atención esos trebejos que con certeza escandalizarán a no pocos mojigatos.
Si el objetivo del autor de esas piezas era dar a entender que el ajedrez no tiene que ser aburrido para los profanos, hay que subrayar que no es el precursor de esta idea. Otros han intentado dirigir los reflectores hacia el universo de las 64 casillas mediante otros recursos que ellos consideran artístico, a pesar de si alcanzaron o no la categoría de artísticos o al menos eróticos, hay que admitir que bien que captan la atención.
En un video musical que por desgracia se me perdió, no sin antes bajar una gráfica con ayuda de una joven en un Cyber, aparece Jesse Boykins III, moreno cantante de soul de afroantillana melena, jugando, tablero de por medio, con una guapa y curvilínea mujer, con las tetas al aire. La foto se tomó en el año 2010.
La imagen, que sirve de portada para un disco sencillo del prieto intérprete, B4 the night is thru, es un buen ardid publicitario, socorrido por productores desde hace mucho, pero en materia de ajedrez, se inspiró en una pose similar, célebre imagen, la del famoso pintor Marcel Duchamp combatiendo en una mesa de ajedrez en 1963 contra la escritora Eve Babitz, quien posó con más piezas en la palestra que trapos encima de ella. La escena tuvo lugar en el Museo de Arte de Pasadena.
Y ya que hablamos de escritoras, es necesario citar a la gringa Jennifer Shahade, quien hace unos años publicó un libro sobre el mundo del ajedrez, que ella, como muchos, considera predominantemente masculino, con el título irónico: Chess Bitch (Puta del ajedrez). Ahí ella, que también es fuerte ajedrecista (ha sido dos veces campeona de Estados Unidos), aparece jugando contra un hombre totalmente en pelotas. ¡Jesús, María y José!
En su página web, la Shahade, quien no es ninguna improvisada en el mundo de las letras (es graduada en Literatura Comparada por la Universidad de Nueva York), asienta con fina ironía: “Lo bueno de jugar contra un hombre desnudo es que puedes estar segura de que no lleva en sus bolsillos chismes electrónicos prohibidos (computadoras de ajedrez de bolsillo) para hacer trampas”.
Vaya que no es mala idea eso de jugar como Dios nos trajo al mundo para evitar trampas. Mas, en estos tiempos de avances tecnológicos que se prestan para este tipo de ardides, ojo, señores organizadores de torneos de ajedrez. Les pasamos al costo la idea.