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Imponen el nombre de la Maestra Nidia Góngora a la biblioteca del Centro de Jubilados del ISSSTEY

Ariel Avilés Marín

En el verano de 1971, el Profr. Antonio Betancourt Pérez puso al alcance de los docentes yucatecos la Licenciatura en Educación Secundaria al abrir la Escuela Normal Superior de Yucatán, hecho que vino a revolucionar la educación en el Estado. Al iniciar actividades las escuela, Don Antonio realizó un plan muy ingenioso, contactó con los maestros de la Escuela Normal Superior de México y les propuso: “Vayan a Yucatán a dar clases a la nueva normal, se van a ganar un buen sueldo, y además, pasan unas vacaciones en la playa”; el plan de Don Antonio tuvo resultados contundentes, verdaderas lumbreras de la educación secundaria fueron los maestros fundadores de la ENSY, que hoy, justamente, lleva el nombre de Don Antonio Betancourt Pérez.

El primer curso de la escuela estuvo marcado por el privilegio que tuvimos de tomar cátedra con destacados catedráticos de la Normal Superior de México; también a nivel local, Don Antonio reunió en la escuela a lo más granado de cada una de las especialidades que había en la localidad. En la especialidad de Lengua y Literatura Española, uno de los maestros que llegó a ser emblemático en la escuela, fue el inolvidable Don Humberto Lara y Lara. La clase de Literatura Universal de Don Humberto, hizo época en los anales de la ENSY. La histórica cátedra la impartía el maestro de siete a nueve de la mañana, todos los días. Una de las alumnas que se convirtió en una verdadera seguidora del catedrático fue la maestra Nidia Góngora López, quien luego marcaría una brillante trayectoria en la educación secundaria de Yucatán.

Era todo un espectáculo ver cada mañana a Nidia llegar con una bolsa de miriñaque en la que llevaba un mantel finamente bordado, con orillas de encaje, una tacita de porcelana checoslovaca con su platito, una cucharilla de plata y un termo lleno de café expreso; cuidadosamente, Nidia cubría el escritorio con el mantel, colocaba cuidadosamente taza y plato con su cucharita, iba a la cafetería de la escuela por un cenicero, y estaba presta para llenar repetidas veces, las que fuera necesario, la greca de café de Don Humberto Lara para que la clase fluyera con el encanto y la calidad que sólo Lara y Lara sabía imprimir a su cátedra. Nidia hizo de su admiración un culto al maestro Lara y Lara, pues ya egresada y con méritos propios, siempre rindió perpetuo homenaje a su maestro de cátedra y vida. Su cariño le llevó a crear una asociación de egresados de la Escuela Normal Superior de Yucatán que lleva el nombre de Don Humberto Lara y Lara. Honrar honra, y Nidia ha dado a la lealtad y la gratitud, un lugar preeminente en su fecundo camino.

La maestra Nidia Góngora López nació en esta ciudad de Mérida, Yuc., el 25 de mayo de 1933. Cursó sus estudios siempre en prestigiadas escuelas públicas, de donde abrevó el amor a la educación que marcaría su línea de vida. Su primaria la estudió en la escuela primaria “Ignacio Manuel Altamirano”, del rumbo de la Esperanza. Sus estudios de secundaria en la Secundaria Estatal “Adolfo Cisneros Cámara”, que se ubicaba en el antiguo convento de las Monjas Concepcionistas del centro de la ciudad. Ingresó a la Escuela Preparatoria de la entonces Universidad de Yucatán; posteriormente, obtuvo el título de Profesora de Educación Primaria, acreditado por el otrora Instituto Federal de Capacitación del Magisterio; y en 1971, fue alumna fundadora de la entonces Escuela Normal Superior de Yucatán, hoy Escuela Normal Superior “Antonio Betancourt Pérez”, de la que egresó con Mención Honorífica como Licenciada en Educación Media con especialidad en Lengua y Literatura Española.

Su desempeño profesional inició en 1953, como prefecta y secretaria de la escuela secundaria “Tiburcio Mena” de la ciudad de Izamal; de su ejercicio profesional en esa ciudad, nació un amor que se concretaría en letras de molde en sus libros “Poemas a Izamal”, “Décimas a Izamal” y “Entre Cuentos y Recuerdos de Izamal”. En 1962, la encontramos como presidente del Comité de Protección a la Infancia de la Ciudad de Izamal. En 1970, fue directora de la escuela secundaria “Carlos Marx” de Progreso, y luego, en 1973, de la “Jaime Torres Bodet” en Muna, Yuc. En 1977, la encontramos como secretaria de la Academia Estatal de Español y en 1979, como su presidente. En 1982, fue nombrada titular de la Dirección General de Educación Pública del Estado de Yucatán y posteriormente se hizo cargo de la jefatura de estudios y proyectos de la misma dependencia. También ha sido directora de la Biblioteca Central “Manuel Cepeda Peraza”, así como Vocal Ejecutiva del Patronato Pro Casa del Maestro. Ha desarrollado una importante labor desde la trinchera de las Mesas Redondas Panamericanas, fundando la de Izamal. Ha impartido múltiples y brillantes conferencias sobre los más diversos temas, especialmente los literarios. Quizá su obra más trascendente es la fundación y mantenimiento del Círculo Literario Humberto Lara y Lara, que ha puesto, por más de cuarenta años, la cultura al alcance de todos.

Los méritos de la maestra Nidia Góngora justifican plenamente que, ahora, el pasado jueves, en el Centro de Pensionados y Jubilados del ISSSTEY, se haya tomado el acuerdo de imponer su nombre a la biblioteca de la institución. Para tal fin, se congregó una gran cantidad de distinguidos docentes y se llevó a cabo una mesa de reflexión sobre la ameritada educadora, e inmediatamente se pasó a develar la placa que consigna desde ahora, que la biblioteca de este importante centro de atención social, se llama Nidia Góngora López. Al evento concurrieron y acompañaron a la directora del mismo, Lic. Beatriz Solís Sánchez, la Profra. Ofelia Bello Paredes, el poeta Brígido A. Redondo, el Cronista de la Ciudad de Mérida, Mtro. Jorge H. Álvarez Rendón, el Profr. Janitzio Durán Castillo, así como familiares y amigos de la distinguida maestra.

Vidas luminosas, como la de Nidia Góngora López, deben ser perpetuadas imponiendo su nombre a instituciones que hagan llegar a las nuevas generaciones que aquí, en Yucatán, ha habido, hay y habrá siempre, educadores comprometidos con la niñez y la juventud.

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