Cultura

Buscar en el pasado

Ivi May Dzib

Ficciones de un escribidor

III y última

Es increíble cómo una idea se convierte en un texto y un texto en una publicación, en esa caja estaban algunos de los poemas que terminaron en un libro muy querido y aún así era difícil reconocerlos como mío, es interesante cómo los procesos creativos suelen estar tan lejanos del alma del presente, de repente hay cosas o temas que te dejan de importar o sentimientos y emociones que descubres te han dejado. Ahora tienes la firme intención de poner orden pragmáticamente, basta de nostalgias, porque entonces podríamos quedarnos aquí todo el día.

Es bueno sentarse a pensar a la luz del pasado y con las heridas cerradas estás cosas que en su momento pensaste nunca iban a sanar. Entonces recuerdas cómo te revolvías en la rabia de no saber porqué pasaban estas cosas. Entiendes que un día estás casi limosneando afecto y trabajo y que al otro estás rodeado de todo aquello que siempre te hizo falta, y de pronto tienes la ligera sensación de que la ciudad vuelve a tener esos colores con los que la veías cuando eras joven y no pasabas de los 25 años, porque en esa caja habitan por lo menos papeles y documentos que hace 14 años necesitabas tener a la mano, pero que ahora aparentemente no necesitas.

Hoy, cuando haces un recorrido por los mismos lugares que componen tu rutina, te detienes para preguntarte qué estabas haciendo en ese mismo sitio hace 14 años, entonces te sonrojas y al mismo tiempo sabes que de cierta manera las cosas están bien, en su lugar y que el pasado es algo más que fotos y documentos almacenados en un dispositivo o documentos impresos. El pasado son todos esos lugares y colores, los cuales puedes llenar de momentos; entonces cuando uno se haya ido de este mundo esos recuerdos se irán con la persona, de ahí habría que preguntarse cuántos recuerdos valiosos ha perdido la humanidad por no haber conseguido aún la forma de registrarlos.

Guardo los papeles que aún están rescatables y pienso que este fin de año tendré que detenerme en las demás cajas que aún están bajo buen resguardo y que ya es hora de poner orden el caos que fue la juventud, para poder seleccionar lo que seguirá materialmente en mi casa y qué dejaré ir para que viva sólo en la memoria, y es que a veces hay que dejar ir lo que nos sobra. Aunque nos duela el desprendimiento estoy seguro que es una de las mejores formas de entender que hay nuevos caminos en la vida y que sería imposible poderlos almacenar en una sola casa. Así que puedo decir sin remordimientos que no me enoja desprenderme de nada, porque mi memoria está preparada para no olvidar, sobre todo a aquellos y aquellas que me dieron vida.