Luis Carlos Coto Mederos
Luis Gómez
III
804
Sentencia de amor
Preso, preso estoy aquí,
sin juicio que celebrar,
por el delito de amar
a quien no me quiere a mí.
Si sancionado sentí
el rigor de un calabozo
por adorar un hermoso
cuerpo de mujer altiva,
cuando el sumario se escriba
será un Delito Amoroso.
Estoy más que sancionado
al desprecio y a tu ausencia
sin probar una inocencia
por hecho justificado.
Si querer es un pecado
yo soy el más pecador
y si el castigo mayor
sufro por estar queriendo,
entonces yo estoy cumpliendo
una Sentencia de Amor.
Si es verdad que tú eres buena,
por tal que yo no esté preso
usa la llave de un beso
y abre el llavín de mi pena.
No dejes que una condena
perpetua ponga rigor,
porque si el acusador
hace que el caso se alargue
no habrá fiscal que descargue
esta Sentencia de Amor.
¿No ves que yo estoy sufriendo
una causa sin delito
y ahora que te necesito
estoy mi pena cumpliendo?
Porque me estoy consumiendo
entre azarosos abrojos
y tras los duros cerrojos
de donde quiero salir,
preso tendré que morir
en la cárcel de tus ojos.
805
Fragmentos de Gardel
Cuando vuelvas al rosal
se cuajará de colores
y en un germinar de flores
se abrirá un arco triunfal.
La brisa primaveral
cantará en las verdes frondas
y en las cristalinas ondas
con apacibles arrullos
alumbrarán los cocuyos
tus plenas noches de rondas.
Cuando tú vuelvas, las penas
no serán noches de duelos
y mis sueños serán cielos
azules de lunas llenas.
Tus mejillas de azucenas
acariciarán la almohada
y entre la alcoba cerrada
pasarán cortas las horas
y un ejército de auroras
escoltará tu llegada.
Cuando vuelvas con tu esencia
a mi espíritu sin calma
me desclavaré del alma
los puñales de la ausencia.
La amarga reminiscencia
no me podrá el pecho herir,
porque si llego a cumplir
la promesa que te debo
empezaremos de nuevo
a querernos y a vivir.
Cuando tú vuelvas, mis canas
se vestirán de alegría
bajo el sol de cada día
que ilumina mis mañanas.
El canto de las fontanas
soñará tu advenimiento
y en ese feliz evento
recordarás sin olvido
que al pie de un rosal florido
tú me hiciste un juramento.
806
Fragmentos de un
romance español
Era una noche invernal,
la luna estaba redonda
y el río bajo la fronda
brillaba como un cristal.
Mi novia llevaba un chal
rojo y en aquel bajío
se inclinó en el pecho mío
con espiritual terneza,
yo la besé en la cabeza
y ella temblaba de frío.
En la silenciosa noche
el cielo estaba estrellado
y un lucero enamorado
me lanzaba su reproche.
Abrí de su blusa el broche
como buscando el amor
y ella con sed de calor
se abrazó del pecho mío
y un navajazo de frío
hirió su cara de flor.
Era el silencio tan hondo
que sus ojos parecían
perlas verdes que salían
enamoradas del fondo.
Sobre un peñasco redondo
la sentí temblando rara
tierna en mi cuello se ampara
como flora en el rocío
y un navajazo de frío
hirió la flor de su cara.
Y ya por la madrugada
al despedirnos del monte
el disco del horizonte
asomó un alba rosada.
La noche pasó callada
con Júpiter, Venus, Sirio
y ya después del delirio
tallado con fina gubia
el sol de una aurora rubia
besó su cara de lirio.