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Cultura

Cualquier momento, es momento de dar

Pilar Faller Menéndez

“Hay que dar hasta que duela”.

Madre Teresa de Calcuta

Una de las tres virtudes teologales, junto a la fe y a la esperanza, es la caridad, que en su mayoría es entendida como dar una limosna o ayudar a los pobres. De alguna forma este es su sentido, pero abarca más que esto, implica también extenderle la mano a quien es menos afortunado y está más necesitado que nosotros, lo cual cubre muchos aspectos, no solamente lo material. Esta virtud también encierra la bondad, que se expresa de muchas formas, como el dedicar un poco de nuestro tiempo al escuchar a un amigo en medio de un día ocupado, brindándole algún consejo o consuelo.

En esta época que se aproxima, de posadas y convivencia, mucha gente está consciente de que es una época de dar a los que menos tienen, porque nosotros también damos a nuestros seres queridos, y hay niños que no entienden por qué unos reciben regalos y otros no, hay gente discapacitada que está a merced de sus familiares para comer y algunos pasan mucha soledad.

La caridad puede ejercerse de muchas formas: el apoyar a algún compañero de oficina que necesita ayuda en sus tareas compartiendo nuestra experiencia, o bien, algo que se nos hará difícil, pero tiene mucho mérito, es prestar ayuda a alguien que alguna vez nos hizo daño y que hoy pasa por tiempos difíciles.

Sin meternos en temas religiosos, podríamos decir que la caridad es empatía, y que ésta es una actitud loable que nos hace sentir más humanos, al poder realizar un acto caritativo, cuando surge ese sentimiento de desprendimiento para dar algo de nosotros a personas que lo necesitan más.

Muchas personas practican la caridad para sentirse bien, pero en realidad la finalidad de esta es hacer sentir bien a los que menos tienen. Convertirla en un acto con fines publicitarios, los cuales nos ayuden a mejorar nuestra imagen, no es caridad, aunque estemos repartiendo despensas o cobertores, o cosas que la gente necesita. En este caso, es aprovecharnos de los más necesitados para crearnos una imagen positiva. Se da porque nos nace hacerlo, porque quienes son bondadosos no están esperando los reflectores, sino el bienestar de los que menos tienen y no para quedar bien con los demás.

Mientras exista la caridad o la empatía o el sentimiento de hacer algo por los demás, podemos tener fe en el ser humano, podemos creer que el egoísmo puede vencerse a través del amor hacia el prójimo, y que todavía existen valores en este mundo. Es momento de reflexionar y pensar en quien no tiene y dar algo de nosotros, porque la caridad es uno de los más grandes pilares de las buenas relaciones interpersonales.

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