Síguenos

Cultura

Ecos de mi tierra

Por Luis Carlos Coto Mederos

211

Filosofía africana

Casa de campo dotada

de lujo y comodidad,

donde la felicidad

se tiene como alquilada.

La familia acomodada

de don Julián el patrono,

vive allí como en un trono

de esplendor extraordinario;

porque es rico propietario,

es hacendado y colono.

Su esposa y sus hijas son

piezas de una misma hechura:

tres cuerpos de seda pura

y de piedra el corazón.

Divulgar su religión

es lo que les entretiene,

y la Biblia les mantiene

sus corazones contentos,

y de los mandamientos

cumplen lo que les conviene.

Con su pose adinerada

hoy vemos a don Julián

dándole al negro Fabián

clases de Historia Sagrada:

—Mira, negro, no me agrada

que sigas siendo un ateo;

pon atención, que deseo

verte aprender con cuidado

todo este libro sagrado

que como hermano te leo.

Entonces, con sutileza,

se acercó el viejo africano

con un sombrero en la mano

y un pañuelo en la cabeza.

—Mira, Fabián, aquí empieza

la lección interrumpida,

la que antes de la comida

repasábamos, Fabián:

pasajes de Eva y Adán,

los que nos dieron la vida.

—De Eva y Adán eres hijo

lo mismo que lo soy yo:

esa pareja pobló

el mundo que es tan prolijo.

Y no mintió el que te dijo

que nuestros padres, Fabián,

son ésos: Eva y Adán

y aunque tú eres africano,

ante Dios eres mi hermano

y ante Dios te alabarán.

Entonces movió las manos

y dijo el negro Fabián:

—Quiere decir, don Julián,

que usté y yo somos hermanos?

¿Que no hay padres africanos,

cubano, españó ni inglé?

Dígame entonces por qué é

Que usté calza buenas botas

y yo, con las carnes rotas

tengo podrío lo pie?

—Yo vivo en la choza fría

que se cala como un jibe,

y usté, que es mi hermano, vive

en casa de mampostería.

¿Dónde tá la herencia mía

de Adán cuando se fue al cielo?

Usté tá viviendo al pelo,

bien comío y abrigao,

y yo con hambre, ripiao,

y con lo pie por el suelo.

—No, Fabián la evolución

del mundo ha sido muy grande,

y no hay razón que demande

igualdad de posición.

El Dios de la creación

que hizo a nuestro padre Adán

puso su mayor afán

en que haya grandes y chicos,

unos pobres y otros ricos:

así es el mundo, Fabián.

—Bueno, tá bien, don Julián

esto usté me lo perdona:

¿el perro de la patrona

también es hijo de Adán?

Pos yo veo que le dan

bistec-filete y congrí

y si perro come así

de lo que a mí me negaron,

¡jum!, a ese hermano dejaron

mejor herencia que a mí.

Don Julián se vio cogido

por la lógica que pesa

y tiró sobre la mesa

el libro descolorido.

Fabián siguió: No he querido

señalarlo con el deo,

pero callarme no pueo,

don Julián, y le soy franco:

¡ese libro lo hizo un blanco

‘pa meterle al negro mieo!

Chanito Isidrón

Raúl Ferrer Pérez

Pedagogo y poeta cubano. Símbolo de la Campaña de Alfabetización en Cuba, en 1961, y de la educación para adultos.

Nació el 4 de mayo de 1915 en Meneses, Yaguajay, provincia de Villa Clara.

Sus primeras nociones poéticas las recibió de su abuelo Eufemio, que más tarde descubrió su profesor de literatura. La oportunidad de relacionarse con hombres de letras y la influencia de los clásicos de la literatura universal contribuyeron al enriquecimiento de su posterior trayectoria literaria.

Ferrer Pérez obtuvo el título de maestro cívico rural y en septiembre de 1937 comienza a trabajar en la escuelita del central Narcisa, donde se consolida como pedagogo aplicando métodos novedosos. Es en esta época cuando realiza una parte importante de su obra poética, a la vez que desarrolla y fortalece su actividad partidista. Esta etapa le permite, dentro de su enseñanza sui géneris, combinar la docencia con el canto a la poesía y a la vida.

Desde 1942 y hasta 1962 ocupó disímiles cargos en el movimiento sindical de los educadores del país. Asimismo, a partir de 1959 desempeñó importantes responsabilidades en el Ministerio de Educación; ocupó un papel de primer orden en la Campaña de Alfabetización y luego en la Dirección de Educación para Adultos, hasta ejercer la responsabilidad de viceministro. En 1981 fue designado consejero cultural en la embajada cubana en la URSS, y al regresar encabezó la Comisión Nacional de Promoción de la Lectura.

Fue un ferviente seguidor de las ideas de José Martí, que puso de manifiesto tanto en sus obras como en su vida cotidiana. En varios de sus poemas le rinde homenaje al Apóstol, como en Romancillo martiano, Ronda del 28 de Enero, Lo necesario y Martí.

Raúl Ferrer Pérez, a pesar de sus responsabilidades y quehaceres, nunca olvidó el terruño donde había nacido y dado inicio a su fecunda obra. En reconocimiento a su trayectoria y labor educativa fue nombrado Hijo Ilustre de Yaguajay. Murió el 12 de enero de 1993 en La Habana.

 

Siguiente noticia

El mural vacío de la ESAY, un misterioso veto