Cultura

A los amigos que ya rebasan el medio siglo

Hortencia Sánchez

Leí una nota del buen Fernando Muñoz y los recuerdos me dolieron. La juventud sí partió abandonándonos, nos dejó. No obstante nos enseñó que ahora es tiempo de beber a sorbos, para sentir de a poco cómo el cuerpo está vivo, cómo los sueños dejan de serlo para convertirse en realidad descarnada.

Y es cuando el miedo se convierte en compañero, se empieza aceptar que el camino ahora es corto y que lo que no se ha logrado será más difícil alcanzarlo.

Y las preguntas llegan todas: ¿alcanzar qué? ¿Para qué? ¿Con qué estamos cumpliendo y a qué le debemos? ¿Hacia dónde las luchas, los sueños?

¿Cómo está cambiando el mundo, cómo está cambiando mi país? ¿Por fin tendrá un mejor presente y buen futuro?

No lo sé de cierto, lo supongo, pero en mi estado sí que tienen que suceder mejor las cosas, no dedicarnos solo a criticar sino a accionar, para que todas las áreas en que nos desarrollamos sean mejores.

Cuando fui joven pensaba en los niños de la calle, en las mujeres violentadas, en los abuelos abandonados, pero era de manera fugaz, corría detrás de la aventura, el disfrute, la vida loca.

Ahora me enfrento a pensar en estas personas y se quedan mucho tiempo ahí, dando vueltas en la cabeza. O como me pasó muy de mañana, mientras contemplaba a unos abuelos sentados en una casa donde los cuidan, tomando el sol en la terraza, cómo eran tomados de la mano ayudados para caminar, pero unos minutos antes los miré y su mirada estaba ya perdida, no pude evitar el miedo de que en un no muy largo futuro mis fuerzas tal vez también me abandonarán.

Por ello decido, como todos los días, accionar, para que este presente sea fructífero y las personas no solo estén por un rato en mi pensamiento, sino hacer acciones que puedan servir para mejorar su entorno y, por lo tanto, el propio brille tanto como el sol.

Entonces llegué por la tarde a dar mi clase en el Foro Alternativo Rubén Chacón y pasé la tarde con mi querida amiga Loló, repasamos juntas el caminar de la mejor manera, me adelanté y le solté la mano; ella pudo dar sola unos cuantos pasos y en ese instante entendí que los años me han permitido mirar cómo puedo emprender el vuelo mirando los pequeños logros y la inmensa alma de las personas con discapacidad que necesitan no solo de discursos, sino de la atención solidaria de una sociedad que se comprometa con las poblaciones vulnerables.

Me apresuré a decidir qué actividades hacer el 8 de marzo con las adultas mayores que asisten al centro donde laboro y pensé en cómo cada año propiciar la reflexión con relación a los logros y carencias en torno al ser mujer, recalcarles que no se trata de un festejo ni de felicitarnos por nuestro día, sino de seguir en la lucha para que, tal vez, en un futuro no lejano podamos celebrar la equidad.

Revisé algunos textos de la futura obra de Teatro del Sueño y mi alma se abalanzó sobre las letras, porque ahí vi mis años caminados, vi los que están por venir, vi mi despedida y comprendí que el tiempo es muy poquito para vivir.

Por lo tanto, olvido los pequeños achaques, olvido mis arrugas, olvido el fuego que algún día me consumirá y escribo, escribo para de esta manera alzar las alas y echarme a volar.

ritualteatro@hotmail.com